Desde que era niña, siempre soñé con tener mi propia familia: un refugio donde sentirme segura y rodeada de personas que me amaran. Sin embargo, ese anhelo parecía inalcanzable, ya que crecí en un orfanato, un lugar donde las sonrisas eran escasas y el tiempo para los demás aún más. Me sentía invisible entre aquellos muros grises. Todo cambió el día en que cumplí la mayoría de edad; ya no podía quedarme allí. La directora del orfanato me ayudó a conseguir un trabajo en una empresa, sin imaginar que ese sería el comienzo de mi verdadera desgracia. Esta es la historia de mi vida, una travesía marcada por el amor y la traición
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Capitulo XI Nueva vida
Después de mucho insistir, finalmente Cristina aceptó que Enrique la llevara a uno de sus apartamentos, pero con la condición de que le pagaría por su estadía ahí.
Ella empacó algunas de sus cosas, ya que era muy tarde y debían ir a descansar. En el camino hacia el apartamento hablaron sobre las condiciones de su relación. "Tenemos que dejar tres cosas en claro", dijo Enrique, su voz fría y distante. "De hoy en adelante eres mi mujer, por lo tanto, no puedes tener relación con otros hombres, en especial con el muchachito ese de administración, nos mostraremos al público como una pareja y tercero cualquier cosa que te pase debes contarme, no podré protegerte si ocultas cosas de mí".
Cristina se sintió miedo y resentimiento ante las exigencias de Enrique; sin embargo, se quedó callada, ya que no quería empezar una nueva discusión con él.
Después de una hora llegaron a un edificio de apartamentos muy elegante, un imponente edificio se alzó delante de ellos mostrando una fachada de sofisticación. "Este será tu nuevo hogar, espero te sientas cómoda y si algo te molesta no dudes en decirme". Comento Enrique mientras caminaban hacia la entrada del edificio, una vez dentro la impotencia del lugar era mucho más abrumadora, la elegancia que se veía por fuera no era nada en comparación con el interior. Cristina estaba sin palabras pensando en la desigualdad existente en el mundo, mientras que en el orfanato los niños pelean por un puesto bajo ese techo, en este lugar las personas viven como reyes, no tenían que pensar en lo que comerían y muchos menos preocuparse por la ropa que usarán.
"Esto es demasiado", susurro para si misma. "¿Cómo pueden personas como Enrique vivir así, mientras que otros como yo luchan por sobrevivir?"
Subieron al ascensor el cual era más grande que la habitación de Cristina en el pequeño apartamento en el que vivía. "Este lugar es demasiado grande, no creo poder acostumbrarme a vivir aquí", comento mientras las puertas del ascensor se cerraban.
"Si no te gusta el lugar podemos visitar otros y así decides donde quedarte". Respondió Enrique con seguridad.
"La verdad me gustaría algo más sencillo", dijo Cristina con voz baja.
"Está noche la pasarás aquí, mañana buscaremos algo que a ti te guste". Enrique se mostró comprensivo, pero la realidad era otra, él quería que ella tuviera lo mejor.
Cuando llegaron al último piso las puertas del ascensor se abrieron dejando a la vista una habitación lujosa con muebles lujosos y una vista impresionante de la ciudad. Cristina se sintió desorientada y perdida en ese lugar.
"Bienvenida a tu nuevo hogar", dijo Enrique tomándola de la mano.
"Recuerda que solo es temporal", respondió Cristina agobiada.
"Y si me vengo a vivir aquí contigo. ¿Te sentirías mejor?", Enrique lanzó la pregunta sin anestesia.
Ella lo miro con asombro, no esperaba esa pregunta de su parte. "Es muy pronto para empezar una relación de ese tipo".
"No lo creo, yo quiero tenerte solo para mí y quiero tenerte todos los días a mi lado y despertar cada mañana junto a ti". Enrique estaba hablando con sinceridad, él no pretendía jugar con los sentimientos de Cristina.
"Sabes que no he tenido nunca otra relación, además no sabes nada de mí..." Cristina hizo silencio. "Tengo miedo que cuando sepas mi origen me rechaces". Susurro con voz apenas audible.
"No me importa tu origen, a mí solo me importas tú y quiero que seas mi mujer, lo único que no me puedes pedir es que nos casemos, pues eso no está en mis planes".
La sinceridad de Enrique dejo sin palabras a Cristina y si él estaba enamorado de ella; sin embargo, ese paso no pensaba darlo con nadie.
"Eres muy directo, pero estoy de acuerdo contigo. Si esto no llegase a funcionar entonces simplemente nos separamos y aquí no ha pasado nada". Por primera vez Cristina sonó fría y distante, estaba claro que la relación con su jefe no sería duradera, pero ella quería vivir eso que estaba sintiendo aunque no fuese eterno.
"Entonces desde hoy viviremos juntos". Enrique se acercó a la joven tomándola entre sus brazos, "no te arrepentirás de esto". La beso con intensidad sintiendo gran dicha en su corazón. "Hoy no será nuestra primera vez, quiero que sea algo muy especial. Hoy solo compartiremos la habitación".
Después de ese momento íntimo Enrique pidió a su chófer que fuera por algo de comida y luego se podía ir a descansar.
Durante la cena Enrique le pidió a Cristina que le hablara sobre su vida y sobre sus gustos, quería saber absolutamente todo de ella.
"Mi vida no es muy interesante, cuando tenía cinco años perdí a mis padres en un accidente de auto del cual por milagro salí con vida, desde ese entonces viví en un orfanato privado de muchas comodidades, estando ahí conocí a Míriam quien es como mi segunda madre; ella me enseñó a trabajar; sin embargo, debido a su trabajo no podía estar mucho tiempo conmigo".
"Siento mucho la perdida de tus padres y la vida que te ha tocado vivir. Pero eso quedará en el pasado, de ahora en adelante solo tendrá felicidad". Tras decir eso la beso con delicadeza como si de una flor se tratara.
Una vez terminada su conversación fueron a la habitación donde pasaron la noche abrazados.
