Luego de una decepción amorosa Lila viaja a Londres buscando la contención de su padre pero en el camino encuentra algo más que solo amor y contención familia. Una nueva historia da comienzo en medio de toda su crisis sentimental.
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capítulo 11
El aire aún olía a flores frescas del jardín cuando Leo regresó al mirador con dos hot dogs y un par de botellas de soda. Lila, sentada en una banca con las piernas cruzadas y la mirada perdida en el horizonte, lo recibió con una pequeña sonrisa. Agradeció en silencio que no dijera nada, que simplemente se sentara a su lado y le pasara la comida. Esa paz inesperada la reconfortaba.
—Eres un chico muy amable, Leo —dijo finalmente mientras quitaba la envoltura del pan—. Pero creo que es momento de regresar. Ya hice sufrir suficiente al idiota que tengo por hermano… y si me demoro más, es capaz de reportarme como desaparecida.
Leo soltó una risa suave, sin juicio alguno, solo comprensión.
—Muy bien —respondió, levantándose—. Cuando quieras, vamos. ¿Dónde vives?
Lila le indicó la dirección sin pensarlo mucho. No sabía por qué confiaba tanto en él, pero había algo en la calma de Leo, en su forma de estar sin invadir, que la hacía sentir a salvo. Y en medio de tanto caos, eso era un regalo.
El trayecto de regreso fue rápido. El viento en el rostro, el rugido bajo del motor, la sensación de movimiento constante… todo parecía más fácil de digerir mientras el mundo pasaba borroso a su alrededor. Cuando llegaron frente a la casa, Lila supo que la paz estaba a punto de esfumarse.
Allí, en la entrada, estaban esperándola. Sergei, Elena, Vladímir… y Dimitri. Los tres hombres la miraban con el rostro oscuro, cada uno con sus propios juicios guardados detrás de sus expresiones. Sin embargo, al ver quién la acompañaba, sus gestos se suavizaron, como si algo en la presencia de Leo los desarmara un poco.
Lila bajó de la moto con elegancia. Se quitó el casco y se lo entregó a Leo, quien hizo lo mismo. Ella notó cómo todos lo miraban fijamente.
—Suerte… —le dijo él con una sonrisa discreta.
Lila giró para agradecerle, pero se quedó congelada al ver que Elena pasaba de largo y se lanzaba hacia Leo con una expresión de sorpresa y alegría.
—¿Hijo? ¿Cuándo llegaste?
Lila alzó una ceja, sorprendida. ¿"Hijo"?
—Hace unos días, mamá. Tenía que poner algunas cosas en orden antes de venir a verte —contestó Leo, abrazándola con cariño.
Lila lo miró incrédula mientras él bajaba de la moto y se acercaba a saludar a Sergei.
—Sergei. Tiempo sin verte.
—Lo mismo digo, muchacho —respondió el hombre, dándole una palmada en la espalda.
Vladímir fue el siguiente en acercarse. Lo abrazó como si no pasara el tiempo entre ellos.
—Hermano.
Dimitri, en cambio, solo asintió con la cabeza, rígido, pero no dijo nada. Se dirigió a Lila y la tomó del brazo con firmeza.
—Tú y yo vamos a hablar —le dijo en voz baja, casi entre dientes.
—Suéltame. No te debo explicaciones —respondió Lila, sin moverse.
—Lila, te subiste a la moto de un desconocido y desapareciste. ¿Acaso perdiste la cabeza?
Ella soltó una risa amarga.
—¿Qué te sorprende? ¿No es eso lo que las mujeres como yo hacen? Soy una perdida… igual que mamá. Eso me dijiste antes de que me bajara del auto.
Dimitri aflojó su agarre al instante, al notar la mirada de su padre clavada en él como cuchillas. Pero no retrocedió.
—Yo no dije eso… Solo dije que te comportas como…
—¿Como qué? Dilo, hermano. Dilo y juro que seré peor. Te daré motivos para avergonzarte de mí.
La tensión se hizo espesa como niebla. Sergei dio un paso adelante y con voz firme dijo:
—Suficiente. Dimitri, Lila… Entren a la casa. Ya basta de esta escena.
—Lo haré, papá. Pero para buscar mis cosas. Me voy —sentenció Lila, con la mirada encendida—. Sabía que no iba a soportar a este cuadrado ni un minuto. No voy a permitir que me insultes más. ¿Quieres pensar que soy una perdida? Hazlo. Tu opinión hace mucho que me dejó de importar.
Dimitri la soltó completamente, con la mandíbula apretada. Sergei lo miró con desaprobación y pasó junto a él sin detenerse.
—Tú y yo hablaremos después —le dijo al oído.
Dimitri no respondió. Caminó hasta su auto, se subió, y se marchó sin mirar atrás. Elena, aún en la entrada, intentó recomponer el ambiente con una sonrisa incómoda.
—¿Quieren un café? Hice un bizcocho…
Vladímir soltó una carcajada por lo bajo, y Leo asintió, entrando con ella a la casa.
—Está bien, madre. Vamos.
La casa se llenó de pasos, tazas y cuchillos contra el pastel, pero arriba, el clima era otro. En una de las habitaciones, Sergei discutía con su hija, que ya estaba preparando su maleta.
—Lila, por favor… quédate —suplicó él.
—Papá, lo siento. Esto no es por ti. Quería venir aquí, reconectar contigo, pero Dimitri lo hace imposible.
—Hablaré con él.
—No, esto es entre él y yo. No quiero que se arruine su relación contigo por mí. Ya bastante daño hubo entre ustedes cuando mamá se fue.
Sergei bajó la mirada, y Lila siguió.
—Ustedes se divorciaron, sí. Pero en el proceso destruyeron todo. Te llevaste a Dimitri contigo y lo criaste odiándonos. Ahora, míranos. Él cree que mamá fue una cualquiera… y que su hermana sigue sus pasos.
El silencio se volvió aplastante. Sergei se quedó sin palabras mientras su hija continuaba, la voz quebrada por la rabia contenida.
—Me fui de Nueva York buscando paz… No quería ser humillada y maltratada. Pero vengo aquí, y por una maldita foto, mi hermano me trata como basura. ¿Sabés qué es lo irónico? Que mi prometido me engañó… porque yo decidí llegar virgen al matrimonio. ¿Podés creerlo?
Se le escapó una carcajada llena de dolor.
—Si Dimitri hubiera hablado conmigo al menos una vez en estos años, si me hubiese escuchado, sabría que todo lo que publica la prensa son solo cuentos. Pero no. Él ya tiene una imagen formada de mí, y nada de lo que diga la va a cambiar.
—Lila…
—No me digas nada. Voy a un hotel. Te llamaré cuando esté instalada.
Sergei observó cómo su hija se cambiaba la ropa sin importarle su presencia, como si estuviera acostumbrada a vestirse frente a extraños y cámaras. Cuando terminó, bajó con su maleta. En la planta baja, Elena la esperaba con una taza de café.
—¿Te vas, nena?
—Sí. Gracias por tu hospitalidad, Elena.
—¿Irte a dónde?
—A un hotel. Luego te aviso cuál.
—Pero…
—De verdad, estoy bien —respondió con una pequeña sonrisa.
Al bajar los últimos escalones, Sergei apareció detrás de ella.
—Espera, Lila. Vamos, yo te llevo.
—Papá, no hace falta…
—Yo te llevo.
Ella asintió en silencio.
El camino hasta el hotel fue un trayecto enmudecido por emociones no resueltas. Sergei parecía masticar palabras, buscar las adecuadas, hasta que finalmente habló.
—Tenés razón.
Lila no dijo nada. Solo lo miró de reojo.
—Parte de que tu hermano sea así… es culpa mía. Quise castigar a tu madre por lo que hizo, por romper lo que teníamos, y en el proceso… no pensé en vos. Ni en él. No estuve bien. Pero no me odies, hija. Y tampoco lo odies a él. En el fondo, Dimitri te quiere. Solo que no sabe cómo demostrarlo.
—No te odio, papá. Si lo hiciera, no estaría aquí. Es solo que… esta mañana lo odié. Odié que me juzgara tan fácil. Que creyera en un maldito titular antes que en mí.
—Lo sé…
—Yo soy su sangre, papá. ¡Su hermana! ¿Y me llama eso? ¿Así me ve? No lo voy a permitir. Ya cargo suficiente con lo que hizo mamá… No voy a llevar también la cruz de Dimitri.
El silencio volvió, pero esta vez estaba lleno de respeto.
—Estás creciendo, Lila… —murmuró Sergei, mientras detenía el coche frente al hotel.
—No. Ya crecí hace mucho, papá. Solo que ustedes no se dieron cuenta.
Bajó del auto sin mirar atrás, con la frente en alto y una nueva determinación brillando en los ojos.
Y por primera vez en mucho tiempo, Sergei sintió que la había perdido… pero también que, quizá, aún estaba a tiempo de recuperarla.
dañó a su familia por un desliz que ni siquiera fue seguro.
Su madre se merecía eso por dañar todo.
Pero Lila no
Básicamente ellos dañaron la relación de sus hijos.
TODO.
Ella traicionó a su familia, y luego hizo escoger a sus hijos, más que nada el hecho de que el otro se enteró de la peor forma, no fue capaz de nada.
le segunda el padre al no ser fuerte y dejarla a tiempo, que dañó a sus hijos.
y para colmo ella se descarga con su hermano que no tiene culpa, no es obligación querer hablar con su madre
Que fastidio cuando dices algo y no cumplen, yo me largaba de ahí 🙄🙄
dos hermanos y ahora con quién. dioooooos que dilema