Christian Moltanba es el principal sospechoso de cometer tres asesinatos, por esta causa, es llevado a la pena de muerte. El muere sin conocer a su hijo, Mathias, el cuál también es hijo de Ana Lucia, una joven abogada que luchó hasta el último momento junto a Christian, pero la muerte del joven la deja a ella en peligro, y se ve obligada a casarse con el más longevo de la familia Montalbán. El señor William. quién después de la muerte de Christian, reaparece luciendo mucho más joven.
lo cierto es que el deceso de Christian no quedará impune, pues Moltanba regresará del mismo infierno para hacer pagar a todos sus enemigos y así poder demostrar que es inocente.
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Más cerca de la verdad.
17 Ese día, William no había ido porque quedó de encontrarse con un hombre en el parque. El viento era algo intenso y, para un anciano sería sencillo caer al suelo; sin embargo, él parece ser tan firme como una roca.
—¡Señor William! Un hombre apareció frente a él, se veía algo misterioso, portaba guantes y bufanda, la cual le cubría la mitad del rostro. Solamente dejaba ver sus ojos.
—¿Para qué me has llamado? William parece algo impaciente, y es que se comprometió a pasar por Mathias.
—¡Se trata de la señora Margarita! ¡Yo sé en dónde está!
William la ha estado buscando, pero lo ha hecho en secreto, solamente lo saben Olivier y unos cuantos de sus hombres.
—¿En dónde está? Quiero verla. William pareció muy interesado por ella.
—Señor, el día que renuncié, fue para estar con ella, usted sabe que siempre la he amado en secreto.
Zaz… En ese instante, William dejó caer su bastón; pareció algo sorprendido.
—¡Déjame hacerlo! Simor se agachó y recogió el bastón del viejo, luego dijo.
—¡Después de la muerte del joven, no pude dejarla sola! Sin embargo, ella no está bien, mis recursos escasean y ya no me alcanza para las medicinas. El hombre realmente ama a Margarita y por ella ha invertido todos sus ahorros, lo que se suponía iba a gozar en su vejez.
—¿Tanto la amas?
¡Más de lo que usted se imagina! Simor no tuvo miedo de contestar, nunca negó sus sentimientos delante del viejo.
—¡Llévala a la mansión, pero escucha muy bien, nadie te puede ver entrar con ella! Nadie puede saber que mi nuera estará ahí, ya sabes que ella está prófuga por complicidad. Lo que dijo William se debe a que Margarita había escondido a Christian; en otras palabras, se opuso a las leyes y, por tal razón, se convirtió en prófuga.
—¡Muchas gracias, señor, sabía que podía contar con usted! Simor, inclinó la cabeza en agradecimiento, él realmente se siente en deuda con William. Luego se marchó, mientras que William se quedó mirando la espalda del hombre, sus ojos se entrecierran, y mostraba un ceño más fruncido que de costumbre.
—¡Por lo menos la cuidó, y eso ya dice mucho! Pensó al darse la vuelta y subir a su coche.
Dicen que nunca hay que dar nada por sentado. Christian fue sentenciado a muerte por un crimen que no cometió.
Ese día, mientras iba en el auto, William cerró los ojos y recordó a su nieto, justo el momento de la ejecución, cuando lo vio revolcarse luego de que recibiera la primera descarga; parecía ser bastante intensa. Pero después, todo quedó oscuro, la electricidad, había provocado laceraciones de quemaduras en el cuerpo del joven.
—¡Christian necesita venganza! El viejo apretó fuertemente el bastón, y su mirada volvió a cambiar.
Pero ¿será que quiere, venganza o justicia? Todavía hay personas que se pueden ver afectadas por encubrimiento, una de ellas es Ana Lucía y Richard corre por buscar pruebas.
Lejos d ahí, el joven miraba la fotografía de la escena del crimen.
—¡Es que no...! Esto no concuerda. Se dijo al levantar una de ellas. Es la fotografía de Claudio, su cuerpo había sido mutilado y por lo que se ve, el asesino no tuvo compasión del hombre.
—¡Este cuerpo parece tener al menos dos días en descomposición, además, no hay rastros de sangre a su alrededor! El detective tenía todas las fotografías pegadas en la pared, intentó rehacer el lugar de los hechos en ese pequeño espacio, pero, como ya se dijo, nada concuerda.
—¡La policía pasó muchas cosas por alto! ¿Cómo es posible que no pudieran ver esto? A menos que… el hombre levantó la mirada y un brillo apareció, en su mirada.
—¡El asesino de estas víctimas aún está suelto! Y se trata de alguien muy poderoso. Richard, cada vez, se acerca más a la verdad, pero será que el asesino dejó algún cabo suelto.
Sin embargo, el detective criminal avanza solo, se le ha prohibido seguir indagando, de hecho, el caso no se ha archivado porque aún no dan con Margarita ni con la responsable principal de ayudar a Montalbán.
—Ana, ¿en dónde estás? Tienes que saber esto. Richard aún no sabe que Ana Lucía se casó, como quien dice, la ha perdido.
Esa tarde, Ana Lucía terminó de revisar unos documentos, los cuales la tienen en vilo. Ante su descontento, recogió todos los documentos y, tras salir, pasó por el escritorio de su secretaria y preguntó. ¿La oficina de contabilidad? Al parecer tiene problemas con el área financiera.
—¡Es aquella puerta! Pero déjame decirte que… La secretaría le quería dar una advertencia, sin embargo, Ana la ignoró y siguió su camino.
Lo cierto, es que al llegar no llamó a la puerta, se sintió en libertad de entrar. Y su asombro se notó en el rostro.
—¡Es usted! Con razón, esto parece maquillado. Ella aventó los documentos encima del escritorio del hombre. —¡Quiero ver cifras reales!
Por su parte, Samir apretó los puños con disgusto.
¿Usted qué se ha creído? Primero, te tienes que anunciar, y yo veré si la recibo o no. La molestia era tal, que el hombre barrió los papeles con su mano, arrojándolos al suelo.
Ana Lucía, siguió cada movimiento con la mirada y no se dejó intimidar.
—En primer lugar, le recuerdo que soy quien está a cargo, tengo la mayoría de las acciones, por lo tanto, soy superior.
En segundo lugar, le doy una hora para que me presente las cifras reales, de lo contrario llamaré a la policía… Al decir esto último, apoyo sus manos sobre el escritorio y se acercó demasiado al rostro de Samir.
—¡Aquí hay fraude! Están robando deliberadamente, y no lo voy a permitir. Ana Lucía lo desafío cara a cara.
Por lo que el hombre, se puso de pie de inmediato y gritó. ¿Me está causando? Está insinuando que soy…
—¡A quien le cae la piedra, que sela aguante! Dicho esto, se volteó y dejó al hombre revolcándose de rabia.
—¡Maldita, y mil veces maldita! El hombre golpeó el escritorio, luego se llevó las manos a la cabeza y terminaron en su nuca. —¡Te estás convirtiendo en un estorbo! ¿Acaso quieres terminar durmiendo para siempre?