Minji, una joven de la era moderna, luchó sola para alcanzar sus sueños, a menudo en un camino lleno de sacrificios y soledad. A los 33 años, un giro inesperado la lleva a perder su vida, solo para reencarnar en un mundo de novela romántica como Azusa, una niña que es el centro de amor y cuidado, de sus padres, algo que Minji nunca conoció. Ahora, rodeada de lo que siempre soñó, ¿será capaz de adaptarse a esta nueva vida o se dejará consumir por la trama que la rodea? Un futuro incierto se abre ante ella, y, con su peculiar forma de ser, Azusa podría reescribir la historia de una manera inesperada.
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Capítulo 14
Capítulo 14
El día del concurso había llegado a su fin, y los ganadores estaban listos para recibir su premio: una oportunidad única de aprender de un chef famoso, cuyo rostro hasta ese momento seguía siendo un misterio. Los tres primeros lugares habían sido sorprendentes y, aunque mi identidad no había sido revelada, sabía que había dado con tres personas muy especiales.
En primer lugar, el ganador absoluto fue Jarek Callenford, un hombre que, aunque parecía tener la vida rota, había demostrado una habilidad sorprendente en la cocina. Jarek había trabajado durante muchos años para la nobleza, pero su vida cambió drásticamente hace dos años cuando un accidente con caballos lo dejó sin un brazo. El accidente ocurrió mientras trabajaba en las tierras de un noble local. El hombre para el que trabajaba, un arrogante y cruel terrateniente, lo había encargado de cuidar los caballos, pero cuando uno de los animales se asustó y derrapó, Jarek fue atropellado, perdiendo su brazo en el proceso. El noble no solo se negó a ayudarle, sino que también le negó cualquier tipo de indemnización por el accidente. Ni siquiera cubrió los gastos médicos de su tratamiento. Después de este incidente, Jarek fue despedido y pasó a ser un mendigo, haciendo trabajos ocasionales cuando lograba encontrar algo de trabajo, pero siempre era menospreciado por su discapacidad, y los pagos que recibía eran míseros. Sin embargo, su pequeño hijo, un niño de no más de seis años, lo alentó a inscribirse en el concurso, diciéndole que quería ver a su padre triunfar. Jarek, sin muchas esperanzas, decidió hacerlo, y, para su sorpresa, ganó el primer lugar. Cuando se enteró, no podía creerlo. Para él, esto era más que un premio; era la oportunidad de reconstruir su vida y la de su familia.
En segundo lugar quedó Leopoldo von Branford, un joven noble que pertenecía a una de las casas ducal más respetadas del reino. Era el quinto de cinco hermanos y sabía que nunca heredaría nada, ya que la herencia siempre pasaba al primogénito. Su vida no estaba destinada a ser fácil, pero Leopoldo nunca se conformó con lo que su familia quería para él. A pesar de que su madre lo apoyaba, su padre, un noble cerrado y tradicional, insistía en que estudiara algo que le asegurara una vida cómoda y exitosa, como la gestión de tierras o el servicio en la corte. Sin embargo, Leopoldo tenía una pasión por la cocina y estaba decidido a seguir su sueño, aunque su padre no lo entendiera. Cuando se enteró del concurso, vio en él una oportunidad de hacer algo por sí mismo y demostrar su talento. Su familia no estaba de acuerdo con su elección, especialmente su padre, quien le dejó en claro que no recibiría ni un solo centavo de la familia para abrir un negocio, ya que consideraba la cocina como algo propio de plebeyos. A pesar de todo, Leopoldo decidió participar, y fue su determinación lo que lo llevó a obtener el segundo lugar.
En tercer lugar quedó Isabella Denholm, una joven noble que, a pesar de su estatus, tenía una historia desgarradora. Isabella había sido criada en una familia noble de estatus bajo, pero aun así sus padres decidieron que su futuro estaría atado a un matrimonio con un hombre mucho mayor, simplemente para obtener algunas monedas de oro. Cuando se enteró de que la iban a vender, Isabella no soportó la idea y decidió escapar. Se fugó en medio de la noche y, sin un lugar a dónde ir, se encontró con el concurso de cocina. Para ella, era una oportunidad para cambiar su destino. Había aprendido a cocinar desde joven, pero nunca había podido desarrollar su talento por las estrictas normas de su familia. Su participación en el concurso fue una huida de su pasado y la posibilidad de comenzar de nuevo. Isabella, con su destreza y creatividad en la cocina, logró posicionarse en tercer lugar.
Los concursantes que quedaron del cuarto al sexto lugar eran todos plebeyos, pero, a pesar de sus orígenes humildes, demostraron una gran habilidad culinaria. Estos concursantes también fueron contratados para trabajar en mi restaurante, como parte del equipo de cocina. Al final, todos ellos tendrían la oportunidad de mejorar su arte y, quizás, alcanzar sus propios sueños.
Con los ganadores seleccionados, los invité a todos a la cocina del restaurante, donde les mostraría lo que serían sus futuros trabajos. Era hora de que comenzaran a aprender y a enfrentarse a la realidad de la cocina profesional.
Nos dirigimos a la cocina, y fue entonces cuando, finalmente, me presenté ante ellos.
—Hola a todos. Soy Azusa, su chef y maestra. —Dije con una sonrisa mientras los observaba detenidamente.
Jarek, Leopoldo e Isabella se quedaron en silencio, con la expresión de quien no sabe si me están tomando en serio. Parecía que pensaban que estaba bromeando, o tal vez no lo podían creer. Los tres me miraban, y sus rostros se mezclaban entre sorpresa y duda. Sin embargo, tras unos segundos, sus preocupaciones comenzaron a ser evidentes. Me sentía nerviosa, sí, pero más que nada porque sabía que tendría que demostrarles que, a pesar de mi apariencia, sabía lo que hacía.
Los tres intercambiaron miradas, claramente preocupados por lo que venía. Y así, con sus rostros llenos de incertidumbre, me observaban.