Diana

Un rato más tarde luego de dar muchas vueltas no sólo en la cama sino en todo el cuarto decidió salir a caminar para buscar una manera de salir de ahí.

No llevaba mucho rato caminando porque a decir verdad no era mucho lo que había para recorrer se encontró con Perla sentada en el banco de un pequeño jardín.

Perla: Si buscas una salida créeme que no la encontrarás.

Ana con un poco de temor a ser descubierta pero con la curiosidad de saber un poco más, se atrevió a preguntar, ¿Cómo sabes que no la hay?

Perla: Ya lo intenté, y ésto pasó (señalando su rostro).

Ana: ¿Cómo ocurrió?

Perla se quedó pensativa, inmóvil y sus ojos cristalizados por algunos segundos, tal vez reviviendo la escena. Decidió ignorar la pregunta de Ana y le preguntó cómo había llegado ella ahí si claramente no había sido por voluntad propia.

Ana: fué una mujer que me engañó, me ofreció un trabajo pero jamás me dijo que sería éste.

Perla: ¡Margaret! Fué ella, es la culpable de que muchas de nosotras estemos aquí, esa endemoniada mujer a ganado mucho dinero a costa del sufrimiento de muchas chicas.

Ana: pensé que yo era la única que había sido engañada para estar aquí. Al menos fue la impresión que tuve cuándo nos reunimos para el desayuno.

Perla: no, no lo eres. Casi todas las que estamos aquí hemos sido engañadas, algunas por Margaret, otras llegaron aquí por sus propias familias, también están las que sus maridos se endeudaron con Dorothy y fueron parte de pago, y bueno también una que otra está aquí por que les gusta ésta vida.

Ana: ¿ninguna ha tenido la oportunidad de huir?

Perla: Claro que sí, han sido pocas que han tenido la oportunidad de salirse pero no la han aceptado, como te dije algunas están aquí por qué sus familias dependen de ellas, si se van tendrían que olvidarse hasta de sus hijos, si vuelven a casa sus mismas familias las entregarían a Dorothy. Otras llegaron aquí obligadas pero con el tiempo se han acostumbrado al dinero fácil y a las drogas, incluso tienen la oportunidad de salir sin problemas por qué todos sabemos que volverán.

Ana: yo no me acostumbraría a ésta vida jamás.

Perla: espero que no, y ya es hora de comer.

Luego debemos arreglarnos, sino quieres ser castigada es mejor que seas puntual.

Ana: ¿Que debo hacer ?

Perla: no te preocupes Lilian te guiará, por favor no des problemas o las cosas se pueden complicar mucho para tí. Es mejor que seas dócil y cumplas las órdenes. Espero que tengas buenos clientes.

Nuevamente estaban reunidas en la mesa y ésta vez habían más mujeres, la señora Lilian preparó una bandeja con comida y algunos medicamentos y se dirigió al cuarto dónde estaba Sol. Ana en ese momento sintió mucha pena por aquella mujer y de haber recordado la escena anterior se le quitó el apetito, aunque a decir verdad no habia comido nada desde el día anterior. Luego se retiró a su cuarto, ya que obligatoriamente tenían que tomar una siesta, ya que todas las mujeres debían estar relucientes para la clientela, y después de dar algunas vueltas logró dormir.