Olivia Lancaster siempre ha sido la hija perfecta: obediente, refinada y dispuesta a sacrificar su felicidad por el bienestar de su familia. Cuando una crisis financiera amenaza con destruir el imperio empresarial que su padre ha construido, Olivia accede a un matrimonio arreglado con Ethan Montgomery, el frío y misterioso magnate que podría salvarlos de la ruina.
Ethan no está interesado en el amor. Para él, el matrimonio es solo un acuerdo de negocios, una forma de asegurarse el control absoluto sobre la empresa de los Lancaster. Sin embargo, lo que comienza como una relación puramente contractual pronto se convierte en algo mucho más intenso. Olivia despierta en él un deseo que jamás imaginó sentir, un anhelo que desafía todas las reglas que se ha impuesto a sí mismo.
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Capitulo 11
La atmósfera en la habitación era cargada, un aire espeso y eléctrico que prometía una noche de revelaciones. Las sombras danzaban a la luz de las velas, proyectando figuras que parecían reflejar la confusión en sus corazones. Ethan y Olivia se encontraban al borde de un abismo emocional, y cada momento los empujaba más cerca de la caída.
Olivia se movía inquieta, sus pensamientos dispersos entre el miedo y el deseo. La conversación de momentos antes había dejado huellas en su mente, pero había algo en la intensidad de Ethan que la atraía como un imán. Su mirada la atravesaba, llenándola de una mezcla de anhelo y incertidumbre.
—Olivia, ¿puedo? —su voz era un susurro grave, cargada de una promesa no dicha.
Ella asintió, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. La decisión estaba en el aire, y mientras Ethan se acercaba, la distancia entre ellos se desvanecía. Sus labios se encontraron en un roce suave que encendió un fuego en el interior de ella. Era un simple toque, pero la chispa fue innegable.
Ethan profundizó el beso, sus manos enmarcando el rostro de Olivia mientras sus cuerpos se acercaban, como si fueran imanes irresistibles. El mundo exterior se desvaneció, dejando solo el calor de sus cuerpos y el latido frenético de sus corazones.
Olivia se dejó llevar, cada parte de ella sintiendo la urgencia de este momento. La conexión entre ellos se intensificaba, y las paredes que habían construido comenzaron a desmoronarse bajo la presión de su deseo compartido. Su lengua se deslizó con confianza, explorando y reclamando, como si intentara absorber cada centímetro de Ethan.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, sus frentes apoyadas una contra la otra, los ojos llenos de un fuego ardiente.
—No puedo… —dijo Olivia, pero su voz se quebró, las palabras se desvanecían ante la intensidad del momento.
Ethan la miró con una mezcla de deseo y vulnerabilidad. —No tengo intención de detenerme. Si hay algo que he aprendido, es que hay que aprovechar el momento.
La determinación en sus ojos hizo que Olivia se sintiera desbordada. Un torrente de emociones la invadió, arrastrándola hacia un lugar de entrega total. Pero una parte de ella seguía luchando contra la marea, recordándole el peligro que representaba este camino.
—Ethan, esto no es solo un juego. —Sus palabras eran un eco de advertencia, pero su cuerpo deseaba todo lo contrario.
—Lo sé —respondió él, su voz baja y grave, como un ronroneo que la hacía estremecerse. —Pero hay algo real entre nosotros, algo que no puedo ignorar.
Sin pensarlo más, Olivia se dejó llevar, tomando la iniciativa. Se deslizó entre sus brazos, dejando que su cuerpo hablara por ella. Las manos de Ethan recorrieron su espalda, dibujando caminos de fuego en su piel, mientras la pasión comenzaba a consumirlos por completo.
Cada roce era un recordatorio de lo que había estado reprimido durante tanto tiempo. El deseo se convirtió en una fuerza incontrolable, y antes de que pudiera pensar en las consecuencias, se encontró siendo empujada contra la pared, Ethan frente a ella, la mirada fija y posesiva.
—Eres todo lo que he querido —dijo él, sus labios a escasos centímetros de los de ella. —No quiero que haya más barreras entre nosotros.
Las palabras le hicieron perder el aliento. La sinceridad en su voz resonaba en lo más profundo de ella. Era una invitación, un desafío, y aunque la voz de la razón seguía resonando en su mente, su cuerpo no podía negarlo.
Las manos de Ethan se deslizaron por su cintura, atrayéndola hacia él con una fuerza que la hizo sentir vulnerable y, a la vez, poderosa. En un movimiento fluido, sus labios se encontraron de nuevo, pero esta vez el beso era más voraz, lleno de la urgencia de lo prohibido.
Olivia cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación del momento. La calidez de su cuerpo, el aroma de su piel, y la necesidad que irradiaba de él la envolvían. Los dos se movían como si fueran uno solo, perdidos en el ritmo del deseo.
Los latidos de sus corazones se unieron en una melodía frenética, mientras sus cuerpos se entrelazaban, cada toque avivando el fuego que ardía entre ellos. Era una danza de pasión, una coreografía de cuerpos que se reclamaban el uno al otro, y Olivia sintió que todo lo que había estado tratando de contener se desbordaba.
Mientras sus cuerpos se unían en una sinfonía de placer, la confusión y el dolor del pasado se desvanecieron, dejando solo el presente. Pero en lo más profundo de su ser, Olivia sabía que este momento podría cambiarlo todo. Las decisiones que habían tomado, los secretos que habían compartido, se entrelazaban en esta noche de fuego.
Pero, mientras se entregaba por completo, un eco de advertencia resonaba en su mente: el precio del deseo podría ser más alto de lo que estaban dispuestos a pagar. Sin embargo, en ese instante, no había lugar para el miedo. Solo había deseo, una entrega total, y la promesa de un futuro incierto que comenzaba a tomar forma entre sus brazos.
La habitación vibraba con el eco de su pasión. Cada beso, cada roce, parecía derribar las murallas que ambos habían levantado a su alrededor. Olivia se perdió en el instante, su mente flotando en un mar de sensaciones. El roce de las manos de Ethan sobre su piel era como un fuego, y cada vez que sus labios se encontraban, el mundo exterior se desvanecía un poco más.
A medida que se entregaban a ese momento, una ola de emociones inundó a Olivia, y la intimidad crecía entre ellos, fuerte y palpable. Ella deseaba explorar cada rincón de Ethan, descubrir todos los secretos que guardaba en su corazón, pero también anhelaba proteger su propio corazón del dolor que podría surgir de una conexión tan intensa.
Ethan, consciente de su lucha interna, la miró a los ojos con una intensidad que la hizo estremecer. —Olivia, no quiero que esto se detenga. Quiero más de ti.
Sus palabras, cargadas de deseo y vulnerabilidad, resonaron en el interior de ella. Cada latido de su corazón parecía sincronizarse con el de él, creando una melodía que solo ellos podían escuchar. Con un movimiento delicado, ella acarició su rostro, sus dedos trazando la línea de su mandíbula, sintiendo la tensión en su cuerpo.
—No sé si estoy lista para esto —confesó Olivia, su voz apenas un susurro, temiendo que la realidad interrumpiera su burbuja de pasión.
Ethan se inclinó más cerca, su aliento cálido sobre su piel. —No tienes que apresurarte, pero tampoco podemos negar lo que hay entre nosotros. Cada segundo que pasamos juntos me convence más de que eres lo que necesito.
La sinceridad en su voz y el fuego en su mirada hicieron que el corazón de Olivia se acelerara. Se sentía atrapada entre la lógica y el deseo, y en ese instante, el deseo parecía ganar. Con una decisión repentina, se inclinó hacia adelante, presionando sus labios contra los de él, desatando una oleada de emociones que habían estado contenidas.
Ethan la rodeó con sus brazos, su toque ardiente, y la atrajo hacia él con una fuerza que hizo que su corazón latiera con más fuerza. El mundo exterior se desvaneció por completo, y el único sonido que quedaba era el de sus respiraciones entrelazadas, el suave roce de la piel contra la piel, el palpitar de sus corazones.
Olivia se entregó a la corriente de deseo, sintiendo cómo la urgencia de ese momento eclipsaba todas sus dudas. Su cuerpo se movía con el de Ethan, fluyendo en perfecta armonía, cada roce avivando la llama del deseo que ardía entre ellos.
Pero mientras se perdía en la intensidad de su conexión, una sombra de preocupación se cernía sobre ella. Sabía que detrás de cada momento de placer existía la posibilidad de un dolor aún mayor. Las decisiones que habían tomado en el pasado podrían volver a atormentarlos, y su mundo podría cambiar para siempre.
Ethan, como si hubiera leído sus pensamientos, la miró con una mezcla de ternura y determinación. —No quiero que te sientas atrapada. Prometo que no te presionaré más de lo que estés dispuesta a dar. Quiero que esto sea mutuo.
Sus palabras fueron como un bálsamo, calmando sus temores momentáneamente. Olivia asintió, aunque en su corazón sabía que el deseo que sentía por él ya había cruzado una línea. Era un deseo que podría desatar una tormenta, un torrente de emociones que podría arrastrarlos a un abismo del que quizás no podrían salir.
Con un gesto, Ethan la llevó más cerca, sus labios casi tocándose. —No tengo la intención de soltarte. Estaré aquí, sin importar lo que suceda.
Fue esa promesa la que la empujó a seguir adelante, a sumergirse aún más en el momento. La noche se convirtió en un torbellino de caricias y susurros, y el tiempo perdió su significado mientras se entregaban el uno al otro, descubriendo un deseo que había permanecido dormido durante demasiado tiempo.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, se separaron, sus frentes apoyadas una contra la otra, el aliento entrecortado, los corazones latiendo con fuerza. Olivia sabía que había cruzado una línea, pero el fuego que ardía en su interior la llenaba de una nueva energía, una sensación de que había encontrado algo que nunca había buscado.
—Esto… —susurró ella, sin saber cómo continuar.
—No lo pienses —interrumpió Ethan, con una sonrisa que iluminó su rostro. —Disfrutemos de lo que hemos creado. No tengo intención de dejarte ir.
Olivia sintió que su corazón se derretía ante esa promesa. Tal vez, solo tal vez, había encontrado en Ethan no solo un deseo ardiente, sino también un refugio. Pero en el fondo de su mente, una pregunta persistía: ¿podrían enfrentar juntos las tormentas que aún se avecinaban?
Mientras se entregaban a la calma que siguió al torbellino, Olivia decidió que, por esa noche, se permitiría soñar.
ADEMÁS QUIERO REITERAR, QUE ESTA MUUUUUUY BIEN ESCRITA. GRACIASSSSSSS A LA AUTORA POR ESTA HISTORIA Y FELICITACIONES