El Renacer del Esposo Oprimido

Arya contactó a alguien. Estaba en una habitación secreta, seguramente todavía dentro del edificio de oficinas, y nadie se percató de su presencia.

Una vez que terminó su trabajo, abandonó la habitación sin levantar sospechas.

El hombre caminó por un pequeño pasillo que conducía a la salida de emergencia, un pasillo que solo él y su padre conocían.

Se dirigió a un coche y se puso en marcha. Por un momento, pensó en Tafasya, a quien había visto antes en el lugar que debería haber ocupado su padre. Sin embargo, un hombre despreciable se lo había arrebatado, e incluso su exnovia se había aliado con su enemigo.

¿Debería sentirse herido por la traición de su ex? ¿Acaso no había esperado con ansias algo por lo que había luchado tanto y que casi había alcanzado, solo para que se le escapara de las manos?

Arya suspiró profundamente. Condujo su coche para recoger a sus seres queridos. Había cumplido la promesa que les había hecho.

El coche se dirigió a la linde del bosque, donde ocultaba la verdadera identidad de su familia, lejos del peligro que siempre buscaba destruirlos.

Se adentró por un sendero. Sin embargo, su corazón se llenó de inquietud al ver tres huellas de neumáticos de motocicleta distintas y recientes que se adentraban en el camino.

Detuvo el coche y giró para encontrar otro camino. Aunque fuera un poco más lejos, le pareció muy sospechoso, ya que nadie más que él había utilizado nunca ese sendero.

Arya aceleró. Llegó a la parte oeste, aunque eso significara arañar la carrocería de su coche con las ramas de los árboles.

Bajó del coche y caminó doscientos metros hasta llegar a su destino.

Se agazapó detrás de un árbol y observó la zona alrededor de la casa que había servido de refugio a sus padres.

Al acercarse a una vieja casa, vio a seis personas vestidas de negro vigilando la casa que les servía de escondite.

Llevaban pistolas del calibre 44 y empezaron a registrar la casa. Uno de ellos derribó la puerta de una patada y entró.

Arya se deslizó entre los arbustos. Le resultó fácil entrar, ya que era su territorio, y se coló por una ventana rota de una pared enmohecida y podrida.

Se escondió detrás de un armario en ruinas y oyó pasos que se acercaban a su escondite.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Arya salió de su escondite y tapó la boca de su oponente, para luego acabar con él con un trozo de cristal roto que encontró en el suelo.

Apartó el cuerpo de su enemigo, lo metió en el viejo armario y, tras coger el arma del hombre, volvió a esconderse detrás de un tabique al oír otro par de pasos que entraban en la casa.

Sabía que se trataba de los hombres enviados para matar a su familia o a él mismo. Cogió un tronco de madera que había en el suelo, se apoyó rápidamente en la pared y siguió los movimientos de su enemigo por el sonido de sus pasos.

Los pasos se acercaban, y cuando vio unos zapatos negros entrar en el salón cubierto de polvo, Arya blandió el tronco de madera con fuerza. Por desgracia, el hombre se apartó, y el golpe solo dio en el aire.

Al darse cuenta de que la persona a la que buscaban estaba delante de él, el hombre disparó su arma a Arya. Éste se apartó rápidamente y le dio una patada al hombre alto y barrigón.

¡Crac!

El hombre se desplomó en el suelo, retorciéndose de dolor.

El sonido del disparo resonó con fuerza, lo que obligó a los otros cuatro, que estaban dispersos, a correr hacia la casa con cautela.

No encontraron rastro de sus dos compañeros, todo parecía tranquilo, pero de repente...

¡Pum!

Un disparo impactó en la espalda de uno de ellos.

"¡Aaaargh...!", un grito de dolor escapó del hombre mientras se desplomaba en el suelo polvoriento.

Inmediatamente, los tres hombres restantes abrieron fuego contra Arya, que en ese momento utilizaba el cuerpo del hombre corpulento como escudo.

Utilizó el cuerpo como protección contra los disparos de sus enemigos.

Los tres se acercaron, y él arrojó el cuerpo del hombre corpulento contra ellos.

Aprovechando que los tres estaban distraídos, saltó por la ventana y corrió hacia el bosque para que le persiguieran y se alejaran de la casa.

Como era de esperar, su treta funcionó, y los tres se adentraron en el bosque tras él. Arya trepó ágilmente a un árbol. Cuando uno de sus perseguidores estuvo justo debajo, saltó y aterrizó sobre sus hombros. Con rapidez, le rodeó el cuello con el brazo y le disparó en la cabeza.

El hombre cayó al suelo cubierto de hierba, la sangre fresca empapó la zona mientras la vida abandonaba su cuerpo.

El sonido del disparo hizo que los dos hombres restantes aceleraran el paso, y Arya volvió a coger el arma del hombre muerto para defenderse.

De repente, una lluvia de balas se dirigió hacia él. Se movió con rapidez, corriendo entre los árboles mientras su enemigo seguía disparando.

¡Crac!

Su pie se enganchó en una raíz y se cayó al suelo cubierto de hojas secas.

Su enemigo corrió hacia él y se colocó justo delante.

El hombre vestido de negro le miró con odio y rencor. Luego apuntó con su arma a la frente de Arya y apretó el gatillo, listo para disparar.

¡Clic!

No salió ninguna bala; se había quedado sin munición. Arya reaccionó rápidamente, bloqueó la pierna de su enemigo y lo hizo caer. Arya se levantó de un salto y golpeó al hombre.

Se produjo una lucha. El hombre se defendió y le dio una patada en el estómago a Arya, que se tambaleó hacia atrás.

Ambos se levantaron al mismo tiempo, aún aturdidos, e intentaron golpearse mutuamente.

Finalmente, Arya consiguió derribar al hombre de un puñetazo en el estómago.

En ese momento, el último enemigo que quedaba le encontró rematando a su compañero.

El hombre le apuntó con su arma. No quería morir de una forma tan estúpida, así que rápidamente levantó el cuerpo de su enemigo muerto y lo usó como escudo.

Al hombre se le acabaron las balas. Se quitó el cinturón, lo hizo girar por encima de la cabeza y se dispuso a golpear a Arya.

Arya no quería perder más tiempo, ya que necesitaba poner a su familia a salvo lo antes posible, porque los habían encontrado.

Sin dudarlo, disparó al pecho de su enemigo.

¡Pum!

Falló el disparo. Cuando el hombre lanzó el cinturón, Arya volvió a disparar, esta vez alcanzándole en el brazo. El cinturón se le escapó de las manos.

Un líquido espeso brotó de la herida del brazo del corpulento hombre.

Pero no se rindió. Se acercó a Arya renqueando y rápidamente le arrojó el cuerpo de su compañero muerto.

Arya recibió al hombre y bloqueó el puñetazo que le lanzó con la mano. Luego le agarró la mano con fuerza y le dio un codazo en el cuello...

"¡Aaaaaaarrgh...!", gritó el hombre, que por un momento abrió los ojos de par en par. Arya no esperó más, le dio otro puñetazo en el pecho, y el hombre vestido de negro se desplomó en el suelo cubierto de hierba.

Arya miró los cuerpos de los hombres que habían intentado matarle. Retrocedió y corrió a través del bosque para volver al sótano del que sacaría a su familia.