Atrapada Por El CEO Que Cayó Del Cielo

Terminaron de comer el Késhjee y Cristopher tomo en brazos a Aiyana la llevo a la habitación y despojo de su vestido blanco con borrados mientras ella le quitaba a el la camisa y el pantalón quedando ambos solo en lencería.

El la puso suavemente en la cama y suavemente le besaba el cuello y el pecho bajando por su cuerpo, mientras despojaba sus pechos de su sujetador y besaba a cada una de esas redondeadas montañas, siguio bajando dejando besos húmedos en su vientre para parar en esas largas piernas y quitarle las bragas besando su centro, entre los gemidos que tanto le gustaba oír.

Beso aquel centro que tanto amaba hasta que ella le regalo el jugo del placer máximo y el subió hasta sus labios para darle un beso que se volvio en el mas apacionado que tubieron desde aquel primer beso que se dieron en la cascada.

Aiyana bajo hasta esa erección y tomándola por primera vez con los labios hacia gruñir de placer a su ahora esposo, el por instinto le daba estocadas en la boca, jugando con ella como cuando lo hacia en su centro y no tardo mucho él en tocar el cielo y regalarle el jugo de su máximo placer para subirla rápido y ponerla bajo suyo abriéndole las piernas se ponia en el centro de ella besandola con pasion y locura mientras sus centros jugaban, el tomaba con fuerza los pechos de ella con la boca y daba la primera estocada con su hombría erecta en el centro apretado de ella.

Aiyana movia sus caderas al ritmo de el haciendo mas intensas sus envestidas y mas profunda cada una de ellas haciendole sentir a ella toda su longitud chocando en su fondo con fuerza y el presionaba mas y mas hasta que ambos tocaron el cielo e intercambiaron sus jugos de placer.

Aiyana: "Cristopher mi amor, me has hecho romper todas las reglas que me dijeron que no debía hacer en la noche de bodas, y en mi vida de casada".

Cristopher: "Y dime te gusto romperlas o te gusta estar calladita y no moverte solo esperar a que te toquen sin tocar, a que te vuelvan un objeto sin sentimientos".

Aiyana: "Respeto las tradiciones de mis ancestros, pero yo soy feliz expresando lo que siento, moviéndome a tu ritmo o más rápido si así lo quiero y eso que hice ahora me gusto mucho, quise que sientas lo que yo sentí cuando me besaste en mi intimidad y me gusto mucho también a mí hacerlo".

Cristopher: "Ven mi amor déjame hacerte mía una y otra vez".

Aiyana: "Si quiero volver a probarlo".

Cristopher: "Soy todo tuyo, porque me encanto lo que hiciste mi vida".

Aiyana tomaba la virilidad de Cristopher y jugaba con ella en su boca hasta que él se desesperaba y la tomaba con la rudeza que lo hacía en su centro, pero sin que las estocadas sean profundas, él solo sentirse en sus labios lo hacía tener ganas de explotar en el momento, pero le gustaba jugar con su princesa.

Cristopher tomó a Aiyana y la volteo tomándole las caderas la hizo suya dándole duras estocadas en medio de gemidos y de nalgadas, hasta que ambos llegaron a la cima del placer y él la acomodo en la cama para besarle sus pechos y apropiarse de ellos esa noche la haría suya, disfrutando de cada rincón de ella, de cada centímetro de su piel, y ella aprendería muchas formas de amar y de sentir placer.

A la mañana siguiente despertaron algo tarde, pero se dieron un rápido baño y abrigados fueron a ver a los animales a darles de comer y sacar la leche, recoger los huevos y dar una vuelta por todo siempre para cerciorarse que todo estaba bien.

Regresaron a la cabaña y mientras Aiyana cocinaba ya sin el abrigo él la molestaba abrazándola y pegándose a ella más de lo normal sintiendo ella la dureza de su erección.

Aiyana: "Señor esposo le ruego que me deje cocinar o se quemaran los huevos revueltos, por qué no soy de fierro".

Cristopher: "Tú sigue cocinando y yo juego".

Aiyana: "Eso es trampa yo también quiero jugar".

Cristopher solo levantó la corta falda de Aiyana e hizo a un costado su lencería, hundiendo en ella su hombría y dando estocadas que obligaron a Aiyana a sacar del fogón el sartén para ponerse contra la pared de la cocina mientras él la tomaba con mucha fuerza y en cada estocada la hacía gemir y gritar su nombre.

Cristopher: "Te gusta mi amor".

Aiyana: "Sí, me encanta, pero de donde sacaste todo esto mi vida".

Cristopher: "Antes eras solo mi novia ahora eres toda mía en cuerpo y alma, eres mía y quiero sentirte mía así y que sientas todo lo que te puedo hacer sentir, así te quiero tener siempre sin bragas para tomarte cuando yo quiera, ¿Quieres eso amor o es demasiado?.

Aiyana: "No mi amor, no es demasiado es muy rico porque lo hace mi esposo, el hombre que amo".

Cristopher no paraba de hacerla suya contra la pared de la cocina hasta que ella gritó su nombre y se puso más estrecha, sintiendo el que su princesa había tocado él cielo el se permitió llegar, le beso ese centro y le bajo el vestido, él se puso a terminar el desayuno y se lo sirvió se sentó y la sentó en sus piernas dándole el desayuno a la boca.

Cristopher: "Perdóname mi princesita si fui muy rudo amor no sé que me paso, estás tan rica y eres solo mía".

Aiyana: "Si no me hubiera gustado no habría tocado el cielo del clímax antes que tú, me gusto mucho que seas atrevido, pero a la próxima de verdad puedo quemar la comida amor dame tiempo de sacarla al menos".

Cristopher: "Que intentas moviéndote así si estás sentada en mi hombría, princesita Traviesa".

Aiyana: "Se llama venganza a ver que sientes de tenerme desnuda sentada sobre ti, así moviéndome recuerda no me pusiste las bragas".

Ella bajó el pantalón de Cristopher y allí sentados se dieron amor entre caricias y besos en la espalda de Aiyana que no dejaba de moverse.

Ese día y todos los que siguieron fueron una luna de miel interminable, solo cortada por las veces que Aiyana tenía que llevar los productos al supermercado, trayendo ese dinero que ella guardaba para invertirlo en la granja cuando la época de nieve hubiera pasado.