La Santa Reencarnada Quiere El Divorcio

-¡Haz lo que quieras, Abigail! Solo no me estés molestando.-

—Eso haré, Archibald. Porque parece que lo único que a ti te importa es tu amada plebeya.

"Esto es excelente. Si dejo que Abigail se encargue de esta situación y fracasa, simplemente podría culparla y decirle al príncipe que intenté hacer todo lo posible, pero que Abigail insistía en tomar el asunto en sus manos. Sabes qué, sí, tienes razón. Te dejo este asunto en tus manos, pero si fracasas, será todo culpa tuya."

—No te preocupes, Archibald. Decidí tomar este asunto en mis manos y estoy más que dispuesta a darlo todo por esa gente, ya que parece que a ti te falta tacto.

—Si eso es todo lo que tenías que decir, creo que ahora es un buen momento para que te retires de mi oficina.

"Sé que dije que me encargaría de este problema, pero no sé exactamente cómo solucionarlo. En mi otra vida este problema nunca se resolvió, y muchas vidas se perdieron. Archibald no recibió castigo alguno, ya que simplemente me echó toda la culpa. Esta vez será diferente; no permitiré que nadie más muera. Nina, prepara el carruaje. Saldremos al pueblo de Génova mañana a primera hora."

—Inmediatamente, señorita.

—Al día siguiente, Abigail se dirigía al pueblo de Génova—

—Señorita, ¿cree que esto es una buena idea?

—Sí, no te preocupes, Nina. De hecho, discúlpame por haberte metido en todo esto.

—No se preocupe, señorita. Yo decidí seguirla hasta el fin del mundo.

—Gracias. Pero por favor, trata de no acercarte demasiado a los enfermos.

—Si usted lo dice, lo haré.

—Y también quisiera que, apenas lleguemos, te pongas esto. Es un trapo fino con varias capas de tela que cubre la boca y la nariz. Sé que será difícil respirar con él, pero te mantendrá sana. Además, lávate las manos constantemente, cada vez que toques algo o a alguien.

—Está bien, señorita. Parece que ya hemos llegado.

—Bien, es hora de actuar.

—Bienvenida, su Santidad Abigail. Muchas gracias por honrarnos con su presencia y por aparecer en este momento en que más ayuda necesitamos.

—Gracias por recibirme. No se preocupen. Antes de ser la Santa del Imperio, también soy la Duquesa, y ustedes son mi gente. Si están en peligro, es mi deber como Santa y Duquesa brindarles mi ayuda.

—Muchas gracias. De verdad, muchas gracias.

—Agradecen todos mientras lloran—

—Por favor, llévenme a recorrer el lugar y muéstrenme dónde se encuentran reunidos los enfermos.

—Sí, su Santidad.

—La llevan a una casa donde se encuentran varias personas tiradas en camas y otras en el suelo con sábanas—

"Dios, esto es demasiado triste. No puedo creer que todo esto estaba pasando y no hacíamos nada. Primeramente, tratemos de limpiar y acomodar a las personas que se encuentran aquí. Empiecen con las que están en el suelo. No es bueno para ellos estar ahí."

—Pero, su Santidad, ya no tenemos más camas. Hemos traído todas las que teníamos.

—En ese caso, recojan paja, consigan cajas y cúbranlas con sábanas para recostar a los enfermos ahí.

—Sí, su Santidad.

—También, a los que están más enfermos, laven sus cuerpos, si es posible, con agua limpia y caliente. Aquí traje varias cajas con jabones para que los usen en el aseo de los enfermos.

—Pero, mi señora, esos jabones son productos muy costosos; no podemos aceptarlos así como así.

—¿De qué sirve tener tanto dinero si con él no se puede salvar a las personas? Así que, sin discutir, pónganse a trabajar. Hiervan el agua para evitar infecciones en las heridas. Nosotros nos encargaremos de limpiar la habitación. Cerraré las ventanas, pero dejaré las cortinas abiertas para que la enfermedad no se propague y también entre luz del sol.

—Ya escucharon a la Santa. Empiecen de inmediato. Todos los que estén en buen estado de salud, ayuden a cargar las cajas.

"Bueno, con esto podremos mantener la limpieza y así evitar que los que vienen a ayudar se enfermen y que esta enfermedad no se propague."

—¿Está segura, Señorita Santa, de que así podremos curarlos?

—Aún no lo sé, Nina, pero ruego que así sea. "Lastimosamente no sé cómo curar esto, pero al menos sé que así se puede evitar la propagación haciendo estas cosas. Trataré de hablar con los médicos a cargo para buscar una solución." Nina, quédate ayudando a los demás. De paso, a cada uno de ellos diles que usen estos trapos para cubrirse la nariz y boca y que se laven las manos cada vez que toquen a los enfermos. Yo voy a dirigirme a donde están los médicos, tal vez podamos solucionar algo.

—Por favor, tenga cuidado, señorita.

—Al llegar al área donde estaban los médicos, Abigaíl se anuncia con firmeza.—

—Buenos días.

—Disculpe, pero esta es una zona restringida y peligrosa; aquí no puede ingresar.

—¡Insolente! ¿No sabes con quién estás hablando? Ella es su Santidad, la Santa Abigail, y ha venido a brindarnos ayuda.

—¿Su Santidad? Por favor, discúlpeme, no sabía quién era usted. Le pido solemnemente que me perdone.

—No te preocupes, como ya te dijeron, he venido a brindarles apoyo. Espero que me permitas pasar.

—Sí, por favor, pase con toda seguridad.

"Es normal que haya reaccionado de esa manera después de todo; ha habido muchos ataques de bandidos enviados por el imperio enemigo."

—Buenos días. Soy la Santa Abigail Lasmon y he venido a brindarles mi apoyo y toda la ayuda posible.

—Su Santidad, es un honor tenerla aquí. Nosotros somos los médicos que estamos a cargo de este pueblo.

—¿De dónde provienen?

—La mayoría venimos del pueblo vecino. Nos trasladamos aquí para ayudar a los residentes y evitar que la enfermedad avance a otras aldeas.

—Han puesto la vida de todos aquí sobre la suya. No tengo palabras para alabar su amabilidad. Después de que todo se resuelva, no se preocupen, serán recompensados.

—Con todo respeto, su Santidad, pero no hay mejor pago que ver la sonrisa de todos y saber que nuestras familias están sanas y salvas.

—Además de amables, son personas desinteresadas. Como miembro de la Gran Iglesia Alkennor, estoy más que feliz de ver tal muestra de bondad. Pero también, como Duquesa, no puedo permitir que se vayan con las manos vacías, aunque eso será un tema para otra ocasión. ¿Podrían darme un informe de la situación actual?

—Sí, su Santidad. Actualmente hemos descubierto que esta enfermedad se transmite por el aire, lo que la hace muy peligrosa. Esta plaga provoca asfixia, vómito, decoloración de la piel y una tos fuerte y dolorosa. Hemos intentado contrarrestarla, pero ni siquiera sabemos cómo se originó.

"Esta enfermedad… creo que en mi otra vida la llamaron tuberculosis. En aquel tiempo tampoco se consiguió una cura definitiva, pero se descubrió que su origen podría estar relacionado con la contaminación del agua. Los soldados del imperio enemigo arrojaban desechos al lago que conecta con este pueblo, lo cual generó una bacteria."

—Puede que no me crean, pero si revisamos e investigamos el agua del lago, podríamos encontrar alguna pista de lo que pudo haber provocado esta plaga.

—No es que queramos dudar de usted, su Santidad, pero ¿podría explicarnos por qué cree que el lago podría estar relacionado?

"Vamos, Abigail, inventa algo creíble. Bueno, la mayoría de las enfermedades surgen por consumir algo contaminado. En este pueblo cultivan sus propios alimentos y son muy cuidadosos con eso, así que lo más probable es que esté relacionado con el agua del lago, ya que muchos beben de ahí."

—¡Dios mío! La Santa tiene razón. ¿Cómo no pensamos en eso? Tomen inmediatamente varias muestras del lago. Investiguemos lo más rápido posible. Cualquier cosa que encontremos se lo informaremos, su Santidad.

—De repente, Abigail nota un brillo inusual proveniente de un costal de panes—

—En ese caso, dejo todo en sus manos. Pero antes de irme, ¿podría preguntar sobre esos panes que están ahí?

—Ah, disculpe el desorden. Esos son panes que, por un descuido, se estropearon y les ha crecido moho. Estábamos por deshacernos de ellos.

—No, no me molesta en absoluto, así que no se preocupen. Solo preguntaba. En ese caso, ya que se van a deshacer de esos panes, ¿me los podrían dar?

—Si usted así lo desea, puede tomarlos.

—Bien, me retiro. Muchas gracias.

Cualquier cosa, me informan de inmediato. "No sé por qué tomé estos panes, pero no pude evitar notar un brillo extraño en ellos. Al parecer, nadie más se dio cuenta. ¿Qué será?"

—Mientras tanto, en el castillo del príncipe Arthur—

—¿Me estás diciendo que la Santa Abigail decidió ir a ayudar a combatir la plaga?

—Cálmese, su Alteza, eso es lo que acaban de informar.

—¿Cómo quieres que me calme? Esto es muy grave. No puedo permitir que Abigail se enferme. Preparen un caballo; iré inmediatamente a ver a Abigail. "¿Por qué fuiste allí, Abigail? ¿Acaso Archibald te obligó? Espero que estés bien. No sé qué haría si te enfermaras y murieras."

—No puedo permitir que usted se dirija a ese pueblo, al menos no en la condición en la que se encuentra ese lugar en estos momentos.

—¡No te estoy preguntando! ¡Solo cumple mi orden de una vez! "Por favor, espérame, Abigail. Ya voy en camino."

---

Continuará...