NovelToon NovelToon
Chico Gay Contra Una Sociedad Retrograda

Chico Gay Contra Una Sociedad Retrograda

Status: Terminada
Genre:Completas / Hijo/a genio
Popularitas:3.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Mauricio Olivo

habla de la vida y los desafíos de un chico gay el cuál se desarrolla en medio de un país latinoamericano

NovelToon tiene autorización de Mauricio Olivo para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El primer día de secundaria

El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte cuando Matías se despertó, ansioso y nervioso por su primer día de secundaria. Se levantó temprano, con una mezcla de emociones que lo mantenían en vilo. Había pasado el verano preparándose mentalmente para este momento, sabiendo que sería un nuevo comienzo, una oportunidad para redefinirse y dejar atrás los difíciles recuerdos de la primaria.

El uniforme, recién planchado y colgado en la percha, parecía simbolizar la frescura de un nuevo comienzo. Matías se lo puso cuidadosamente, ajustándose la corbata y verificando que todo estuviera en su lugar. Se miró en el espejo, respiró hondo y se dijo a sí mismo que sería fuerte, sin importar lo que ocurriera.

La escuela secundaria era un edificio imponente, mucho más grande y moderno que su antigua escuela primaria. Al llegar, Matías sintió una oleada de nerviosismo al ver a todos los estudiantes nuevos, la mayoría hijos de maestros de la institución, al igual que él. Sabía que esto significaba que las expectativas serían altas, y que cualquier error podría llegar rápidamente a los oídos de su madre, la profesora García.

Matías entró al aula asignada para su primer año de secundaria, notando las miradas curiosas de sus nuevos compañeros. Algunos eran hijos de maestros que ya conocía de vista, pero nunca había interactuado mucho con ellos. Se dirigió a un asiento cerca de la ventana y se sentó, tratando de mantenerse lo más discreto posible.

La puerta se abrió y entró Samuel, su primo, con quien había compartido tantos momentos incómodos en el pasado. Matías sintió un nudo en el estómago. La presencia de Samuel en su misma clase añadía una capa adicional de tensión a su ya complicado primer día. Samuel se sentó al fondo del aula, y aunque no intercambiaron palabras, Matías podía sentir su mirada ocasionalmente.

La primera clase fue de matemáticas, impartida por el profesor Herrera, un hombre severo y de pocas palabras. Matías se concentró en su cuaderno, tomando notas diligentemente. A su lado, sus compañeros parecían estar más interesados en conversar y reírse que en prestar atención a la lección. Durante el recreo, Matías decidió explorar un poco la escuela.

El patio era amplio, con áreas designadas para diferentes actividades: una cancha de baloncesto, mesas de ping-pong y una pequeña área de jardín donde algunos estudiantes se reunían a charlar. Matías buscó un lugar tranquilo donde pudiera sentarse y observar. Estaba absorto en sus pensamientos cuando sintió una mano en su hombro.

—¡Hola! Tú debes ser Matías, ¿verdad? —dijo una voz con tono burlón.

Matías levantó la vista y vio a una chica de su edad con una sonrisa sarcástica. Llevaba el uniforme con una cierta despreocupación y parecía estar llena de una confianza que intimidaba.

—Sí, soy yo —respondió Matías, tratando de sonar tranquilo.

—Soy Camila. Mi madre también es profesora aquí —dijo la chica, poniéndose una mano en la cadera—. ¿Qué? ¿Te dieron todo el uniforme en tu talla? —se burló, riéndose de su propio chiste.

Matías sonrió tímidamente, intentando no mostrar que las palabras de Camila le habían herido. Ella continuó hablando, pero en lugar de la charla amistosa que él había esperado, cada comentario era una punzada más.

—Sabes, aquí no nos gustan los chicos gordos y feos —dijo con desdén—. Mejor intenta no destacar demasiado.

Matías sintió un nudo en el estómago, pero se obligó a mantenerse firme. La paz que había encontrado en el patio fue efímera. De vuelta en el aula, durante la clase de historia, Matías notó que Samuel estaba hablando con un grupo de chicos al final del salón. Se reían y miraban en su dirección. Matías trató de ignorarlos, concentrándose en la lección, pero no pudo evitar sentir la incomodidad creciente.

Al final del día escolar, mientras recogía sus cosas para irse a casa, Samuel se acercó a él.

—Espero que no estés planeando hacerme quedar mal aquí —dijo Samuel en voz baja, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. Recuerda, somos familia, pero eso no significa que voy a ser amable contigo.

Matías se quedó sin palabras. El primer día había sido agotador y lleno de emociones contradictorias. Mientras caminaba de regreso a casa, reflexionó sobre todo lo que había ocurrido. Sabía que la presencia de Samuel sería un desafío, pero también se dio cuenta de que tendría que enfrentarse a la crueldad de Camila y otros compañeros.

En casa, su madre lo recibió con una sonrisa y un abrazo. Matías no quiso preocuparla con los detalles negativos de su día, así que se centró en las partes positivas.

—Ha sido un buen día, mamá —dijo, tratando de sonar convincente.

—Me alegra oír eso, cariño. Recuerda que siempre puedes hablar conmigo si necesitas algo —respondió su madre, acariciándole el cabello.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Matías volvió a prometerse que no dejaría que las dificultades lo derribaran. La secundaria era un nuevo comienzo, y estaba decidido a aprovechar cada oportunidad para aprender y crecer. Sabía que habría desafíos, pero también creía firmemente que podría superarlos.

Matías se levantó temprano al día siguiente, decidido a enfrentarse a todo con una actitud positiva. Mientras caminaba hacia la escuela, pensaba en cómo podría hacer nuevos amigos y demostrar que no era alguien que se dejara vencer fácilmente. En el fondo, tenía la esperanza de que las cosas mejorarían con el tiempo.

Al llegar a la escuela, vio a Camila riéndose con sus amigos en el patio. Matías decidió evitarlos y se dirigió directamente al aula. Se sentó en su lugar habitual y comenzó a revisar sus notas de la clase anterior. Poco después, los demás estudiantes comenzaron a llegar, incluido Samuel, que entró al aula con su habitual aire de superioridad.

La primera clase del día era literatura, impartida por la profesora Sánchez. Matías siempre había disfrutado de leer y escribir, y esperaba que esta clase fuera un escape de las tensiones sociales. La profesora Sánchez era una mujer amable y apasionada por su materia, lo que hizo que la clase fuera interesante y estimulante. Durante la lección, Matías se sumergió en el análisis de un poema y por un momento, olvidó todas sus preocupaciones.

En el recreo, Matías decidió buscar un lugar tranquilo en la biblioteca. Se acomodó en una mesa en la esquina y sacó un libro que había estado leyendo. Mientras pasaba las páginas, escuchó una voz familiar.

—¿Qué estás leyendo? —preguntó una voz suave.

Matías levantó la vista y vio a Lucía, una compañera de clase con la que había hablado brevemente el día anterior.

—Es un libro de cuentos cortos —respondió Matías, mostrando la portada—. Me gusta cómo el autor juega con las palabras.

Lucía sonrió y se sentó frente a él.

—A mí también me gusta leer. A veces, la biblioteca es el único lugar donde puedes escapar del ruido de los demás —dijo, mirando a su alrededor.

Matías asintió, sintiendo una conexión instantánea con Lucía. Pasaron el resto del recreo hablando sobre sus libros favoritos y descubrieron que compartían muchos intereses. Por primera vez desde que comenzó la secundaria, Matías sintió que había encontrado a alguien con quien podría ser él mismo sin temor a ser juzgado.

Las semanas siguientes, Matías y Lucía comenzaron a pasar más tiempo juntos, tanto en la escuela como fuera de ella. Lucía le presentó a otros amigos, y poco a poco, Matías comenzó a sentirse más aceptado. Aunque Camila y su grupo seguían siendo un problema, Matías encontró consuelo en su creciente círculo de amigos.

Un día, durante la clase de educación física, el profesor organizó un juego de baloncesto. Matías no era muy atlético, pero decidió participar de todos modos. Mientras jugaban, Samuel no perdía oportunidad para hacerle tropezar o empujarlo discretamente. Matías intentaba no dejarse intimidar, pero las constantes burlas de Samuel y sus amigos comenzaban a afectarle.

—¡Vamos, Matías! ¡Muéstrales lo que puedes hacer! —gritó Lucía desde la banca, animándolo.

Las palabras de apoyo de Lucía le dieron a Matías un impulso de confianza. Se concentró en el juego y, aunque no era el mejor jugador, logró encestar un par de veces. Al final del partido, estaba agotado pero satisfecho consigo mismo por haberlo intentado.

Después de la clase, mientras se dirigía a los vestuarios, Samuel lo interceptó.

—No creas que porque encestaste un par de veces eres algo especial —dijo Samuel con desdén—. Sigues siendo el mismo perdedor de siempre.

Matías lo miró directamente a los ojos, sintiendo una mezcla de enojo y determinación.

—Puede que no sea el mejor en todo, Samuel, pero no voy a dejar que tus palabras me afecten más —respondió con firmeza—. Yo sé quién soy, y estoy orgulloso de ello.

Samuel se quedó sin palabras por un momento, sorprendido por la valentía de Matías. Aunque no respondió, Matías sintió que había ganado una pequeña victoria. Sabía que aún habría desafíos por delante, pero cada día se sentía más fuerte y seguro de sí mismo.

Esa noche, mientras Matías reflexionaba sobre su día, sintió una nueva sensación de esperanza. Aunque todavía tenía mucho camino por recorrer, sabía que con el apoyo de sus amigos y su propia determinación, podría superar cualquier obstáculo. La secundaria, con todos sus altibajos, se estaba convirtiendo en una etapa de crecimiento y autodescubrimiento para él.

1
María Elena Tinta Ñaupa
eso me gusta Matías,tu puedes,eres grande
mauricio olivo
ya lo corrijo
maria lourdes Mercado
porque cambiaste el nombre de Matías a mauricio
Rosa Osorio Vasquez
Bueno
🎧🎶✨🪐💫
Matias te entiendo,somos iguales sabes?,a mis cuatro cortos años ya lloraba por qué los nenes del jardín me golpeaban o empujaban de los juegos o me molestan por ser gordita,recuerdo que un día me sacaron del jardín por qué en un ataque de ansiedad ya común para mí a esa tan corta edad dije "mami me quiero morir",a mis cortos cuatro años,con las palabras que me salían mal dije eso,te de comprendo por qué ahora
estoy en secundaria y me va un poco mejor pero sigo con las inseguridades autoestima baja y ataques de ansiedad,la vergüenza y el pánico social,en fin,te comprendo
mauricio olivo: entiendo muchas fuerza querida lectora❤️
total 1 replies
María Elena Tinta Ñaupa
me gusta mucho 😍
Dania Espinoza
Es muy bonito 🥰 me e canto
Brock
No puedo parar de pensar en ello
Sun Seto
Me encanta tu forma de contar historias, tienes un verdadero don para esto. ¡Sigue adelante! 🙌
Panqueques24
Me siento tan conectada con los personajes que necesito saber qué pasa después. ¡Actualiza pronto! 😭
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play