Venus

Orien se despertó temprano, salió al balcón y observó la hermosa vista, montañas nevadas a la distancia, con auroras danzando coloradamente. Luego de vestirse salió afuera, dirigiéndose al mercado de antes, ahí compró algunos pescados.

De vuelta a la residencia que les brindó Diane, miró el pescado varias veces, preguntándose que debía hacer.

—Buen día —Atan entró a la cocina bostezando. —Oh, trajiste pescado. ¿Sabes cocinarlo? —Orien negó con la cabeza. —¿Para qué lo compraste?, dámelo.

Orien se quedó observando como Atan quitaba las escamas del pescado, luego de unos treinta minutos todo estaba cocinado.

—¿Estarás bien, no? —Orien le preguntó a Zura mientras le quitaba las espinas a su pescado. Ella asintió con una expresión seria.

—La princesa parece alguien muy amable, creo que no debo preocuparme mucho.

—Lo es, sin embargo, digamos que su carácter cambia cuando está instruyendo. —Orien se metió un trozo de pescado a la boca. —Cuando tengas un mejor control de tu magia puedes acompañarnos a las mazmorras.

—¿Iré también? —Orien asintió a la pregunta del dragón.

—Orien… —El mencionado miró a Atan con atención. —Sobre lo que dijiste antes, ¿Es cierto?, me refiero a tu amigo que puede ser capaz de ayudar a Alfreimr.

—Sí, hablé anoche con la princesa sobre eso, ella envío un cuervo a Goren. —Orien reflexionó un momento y luego agregó. —Necesito tu ayuda para ir al reino de los demonios, me interesa un poco…

Los demás miraron a Orien con sorpresa. La magia negra o magia prohibida era aquella que usaban los demonios y Orien tenía gran curiosidad sobre el. Esa magia era una detestada por los dioses, porque provenía del dios del inframundo, quien los otros tres dioses consideraban una aberración, porque era capaz de destruir lo bueno.

Goren, imperio bajó la ley del dios de la luz.

Darién se encontraba en su escritorio revisando varios papeles sobre la economía y algunos gastos necesarios para las calles y desagües de la ciudad. Bajó sus ojos habían unas enormes ojeras, no durmió en tres días por estar trabajando. En medio de las hojas encontró un sobre con el sello del reino Glassus.

Abrió rápidamente la carta. Pensando que talvez era una renovación sobre la paz con el reino Glassus.

Saludo cordialmente al sol del imperio Goren, quería avisarle sobre la presencia de Orien en Glassus, además quiere que usted ofrezca su ayuda al reino de los elfos, según un infórmate un grupo de demonios se dirige a Alfreimr.

—¿Ah?, ¿Qué hace Orien allá? —Darién arrugó el papel, luego lo tiró al suelo. —Jonathan, reúne a un grupo de soldados y ve a Alfreimr.

—¿Qué sucedió? —Preguntó su secretario. Se encontraba en otra mesa cerca del escritorio de Darién.

—Al parecer los demonios quieren iniciar una guerra. —Darién se recostó sobre la silla mientras cerraba los ojos. —También infórmale sobre esto a Eros, él debe regresar a Alfreimr. —Jonathan asintió en respuesta.

En el palacio, Mir se encontraba en la zona de herrería que Darién le había entregado, a su lado estaba Eros quien no se alejaba ni por un segundo.

—Quítate, hace calor aquí. —Mir se quejó y Eros sonrió coquetamente.

—¿Cuándo forjaras algo para mí? —Mir subió los hombros en respuesta y Eros levantó con su magia un martillo y luego dijo. —Quiero un anillo.

Las mejillas de Mir se sonrojaron, sin embargo, el momento fue interrumpido por la visita de Jonathan; él carraspeó la garganta y luego habló.

—El emperador quiere que regrese a Alfreimr —Eros miró a Jonathan con confusión. —Los demonios se dirigen allí en este momento. —Eros dejó caer el martillo produciendo un sonido hueco.

Glassus, reino del norte.

Orien y Atan caminaron en mitad de los árboles de pino, se dirían a una mazmorra cerca de allí de grado medio. Atan caminaba relajado con los pies descalzos en la nieve, algo que se le hizo raro a Orien.

Luego de unos minutos llegaron a la mazmorra, un portal de color azul. Orien lo atravesó primero apareciendo en lo que parecía un mundo distinto a Terra.

—Deberíamos tener cuidado, huelo a tigres blancos. —Orien asintió a la información que le había dado Atan. En ese momento una flecha impactó en el suelo cerca de ellos.

Orien achicó los ojos para ver en medio de los árboles, llegando a notar una mano blanquecina. Sin embargo, no tuvieron tiempo para ver al atacante porque fueron llenados por una lluvia de flechas de hielo.

Orien se refugió detrás de un árbol de hielo, de igual manera Atan y Happy. Orien preparó su arco y disparó la energía asomándose rápidamente.

—Guau, ¿Quién te enseñó eso? —Atan preguntó viendo con los ojos emocionados a Orien. —Quiero aprender esa habilidad.

Mientras Atan seguía rogando una flecha atravesó el árbol cerca de la cara de Orien, quien se sorprendió por la potencia de esas flechas.

—Acabo de ver mi vida pasar frente a mis ojos.

—Te encontré —Orien alzó la vista, encima del árbol se encontraba un ser parecido a los elfos pero con la piel totalmente blanca. —Fuera de nuestro territorio.

Orien se alejó rápidamente con su paso veloz, Happy lanzó fuego a la criatura y Atan intentó encerrarlo con su magia.

—¿Un elfo? —Orien arrugó las cejas mientras veía a su oponente, quien se había liberado fácilmente de la magia de Atan. Sin embargo, había sido alcanzado por el fuego de Happy, haciendo que uno de sus brazos se desprendiera.