¿Cómo inició? como para terminar de este modo. Frente al Archiduque Maximilian yacía la mujer que creyó muerta.
Aquella dama que todo el mundo creyó muerta. Pero ante la conmoción de todos en aquel banquete Imperial, la voz del principe heredero que no ocultaba su molestia frente a la situación resonó en todo el salón.
«¡¿Cómo te atreves?!»
Él era un hombre que estuvo en la guerra desde hace 15 años, pero lo que los sorprendía no era la cara del principe heredero lleno de un aura asesina, sino el niño pequeño que traía en sus brazos, uno que tenía su mismo cabello blanco.
Y para Maximilian la cara de la dama no era lo que él conocía.
Ella no podía ser Jadella, ella no podría ser su difunta esposa, ella no podía serlo, por qué la Jadella que él conocía... jamás lo miraría con tanto desprecio.
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ESCUCHA ESCONDIDA
Al día siguiente Jadella despertó sola en su habitación, notó que las mantas al lado de su cama no habían cambiado mucho, lo que significaba:
[Maximilian no llegó a dormir]
Antes tal vez se hubiera sentido fatal, pero ya había pasado varias noches sin dormir al lado de su esposo, mañanas en dónde despertaba y se encontraba con una silenciosa habitación.
Ahora le pareció algo completamente normal, algo a lo que Maximilian la había acostumbrado en todos estos meses.
Se levantó y pronto las sirvientas entraron para prepararla e ir al comedor. Sobraba decir que no tenía ganas de hacer eso, pero su orgullo por haber sido educada para ser la esposa perfecta de Maximilian no la dejó descansar y sin mucha fuerza tiró de la cuerda llamando a las sirvientas que llegaron de inmediato para atenderla.
Estuvo bañada y perfumada, vestida y peinada de forma sencilla en una hora. Pero frente al espejo de cuerpo completo extrañaba a la alegre Cristal.
Esbozó una leve sonrisa melancólica al pensar en cómo ella actuaría al verla, tal vez diría: "¡¡Kya!!, sabía que la Archiduquesa se vería divina con esto".
Era una doncella con mucha energía que realmente extrañaba. Ahora que Maximilian estaba en la mansión dirigió su mirada a la ventana abierta de su habitación, en dónde el hermoso jardín de rosas rojas empezaban a sacar capullos.
Ni bien estuvo lista salió por aquel pasillo y en esta ocasión ignoró de ver aquel cuadro colgado en la pared, dentro de su cabeza sentía que era inútil ver algo que había perdido sus vivos colores del inicio.
No tardó en llegar al jardín y ver los capullos que apenas se preparaban para florecer.
Definitivamente aún no se podía ver lo hermosas que serían en esta primavera.
«podría a venir a verlo en un par de días, para entonces algunas floreceran»
La voz de Yair hizo que Jadella volteara la mirada hacia atrás con lentitud viendo a Yair trayendo una charola con el desayuno.
«pensé que tal vez quisiera desayunar en el invernadero»
«...»
«...bueno..., si no quiere podría-»
«me gustaría»
«¿Huh?»
Jadella camino hacía el invernadero de la mansión con un tranquilo...
«me gustaría desayunar en el invernadero»
«si señora»
Yair miró la espalda de su señora y aunque pareciera exteriormente que esto estaba bien, el caballero sabía que esto no estaba muy bien. La brisa hizo que su cabello negro bailará con el viento en un sentimiento amargo.
[La señora... ya no preguntó por el Archiduque, incluso en la mansión del Conde Turín aún preguntaba al menos una vez al día, ahora ni siquiera fue sido mencionado]
Al final sólo la siguió al invernadero y acomodó el desayuno en la mesa de dentro.
«qué disfrute mi señora»
«compartela conmigo»
«¿Disculpe?»
«no quiero comer sola, es algo incómodo que me vea solo comiendo»
«pero todo fue preparado para usted»
«de todas formas no voy a comer demasiado y sería un desperdicio simplemente tirar todo»
Aunque Yair lo dudó un momento, sentía tanta pena por su señora a cual vio comer sola por muchas semanas que se sentó frente a Jadella.
«entonces con su permiso»
Jadella sólo sonrió amable y mientras compartían la comida empezaron una charla como si fueran amigos.
«¿Cual es la comida favorita de Sir Yair?»
«en un campo de batalla no importa mucho mientras puedas llenar tu estómago. Así que podría comer cualquier cosa a decir verdad»
«oh, pero debe haber algo que realmente no resistiria a probar»
Mientras Yair masticaba una tostada con huevo frito lo pensó detenidamente, tratando de ir a sus viejos recuerdos.
«si, hay una cosa que me gusta mucho»
«¿Qué es?»
«los queques de naranja»
«¿Los queques de naranja?»
«...ciertamente, fue algo que mi madre siempre me preparaba en mi cumpleaños... antes de morir claro»
«...lo siento»
«no, no se preocupe, es algo que ya pasó hace muchos años, ya lo he superado»
«ya veo, ¿Y cuando es su cumpleaños Sir Yair?»
«...¿Está bien si se lo digo?»
«si, quisiera saber para regalarle un pastel de naranja. Ya que a pesar de todo, usted me está cuidando Sir Yair»
«...uhm, bueno, en ese caso, mi cumpleaños es en un mes»
«lo tendré muy en cuenta»
«no hace falta, con que usted lo recuerde, está bien para mi, mi señora»
Jadella sonrió una vez más, era cierto que él no le decía nada y era muy probable que no le dijera nada, pero al menos se esforzaba por hacerle compañía cada vez que podía ahora que Cristal no estaba a su lado.
Al menos Yair hacía eso a diferencia de su esposo que no había visto desde el día anterior.
***
Pasó tres días y en todo ese tiempo no vio a su esposo ni en sueños. Esa noche ya no pudo dormir, no sólo debido a lo incómoda que se sentía con toda esta situación, si no por que la lluvia de esa noche fue impredecible en primavera, así que se despertó y salió a caminar lo más silenciosa que pudo a pesar del ruido de la lluvia.
Caminó hacia el ático de la mansión en lo más alto procurando no ser vista por nadie de la servidumbre, no fue difícil lograrlo ya que todo el mundo estaba más ocupado guardando las cosas que estaban afuera, tratando de evitar que la leña se humedesca y entre otras cosas ya que la lluvia cayó de improvisto.
En el ático había una pequeña ventana circular de dónde podía ver todo, así que se acomodó en ese lugar tratando acurrucarse a si misma entre las cajas antiguas que ahí se guardaban.
Miró por la ventana con resignación.
[No puedo encontrarme con Maximilian, en todo caso, tendré que ir a buscarla yo o esto seguirá así. No quiero que esto termine así]
Entonces un ruido desconocido se escuchó interrumpiendo sus intentos de salvar su matrimonio. Se asustó, pero logró cubrirse la boca mientras escuchaba la voz de dos hombres a los cuales no veía el rostro debido a lo bien escondida que se encontraba en ese momento entre las cajas viejas y empolvadas.
«¿Enviaste el mensaje?»
«si»
«¿Y que dijo?»
«no dijo mucho, sólo que lo pensaría, pero quiere una propuesta mejor para ayudar»
«¿Una propuesta mejor?, ese maldito Marqués Petroball»
«¿No es suficiente con darle una tierra más grande y nombrarlo Duque?, también se le ha dado un generosa recompensa»
Jadella no entendía nada, pero se notaba que era un asunto delicado, después de todo, sólo el Emperador podía subir tu rango de estatus social e incluso así se debía cumplir algunas condiciones para tener oficialmente el título de Duque y era algo similar al entregar más tierras.
[¿De que están hablando?]
Uno de los hombres suspiró.
«cómo sea, informaré de esto a la señorita Aisha»
[¡!]
«¿Crees que se enoje?»
«estará furiosa, sólo tres familias están dispuestas a apoyarnos. De todas formas, ¿Qué hay del acuerdo con los comerciantes?»
«todo en orden, los que no aceptaron fueron asesinados»
«bien. Ahora vete y entrena a los soldados para cuando llegue el día»
«si señor»
Las voces se callaron y a pesar de ello Jadella no salió de su escondite hasta casi la madrugada. Pensaba una y otra vez en lo que estuvieran hablando aquellos hombres.
Si fuera en el pasado hubiera salido a protestar y exigir una respuesta, pero hasta ahora sentía que por más que fuera la Archiduquesa, tal vez no tenía tal autoridad en esta mansión.
Y en este punto ya no sentía la confianza para decirle esto a su esposo, además no tenía pruebas de lo que había escuchado y ni siquiera sabía bien de que estaban hablando o a quienes implicaba aquello.
Pero de algo estaba segura.
[Debo averiguarlo por mi cuenta, porque en esta mansión nadie me va a ayudar]
***
En la mañana Maximilian por fin se sentó a la mesa del comedor y esperar su desayuno, Aisha se sentó frente a él vistiendo de forma muy hermosa esperando que Maximilian la notara.
Pero Maximilian solo preguntó a la sirvienta:
«¿Mi esposa?»
La sirvienta se inclinó ante su señor.
«la señora salió muy temprano en la mañana»
«¡¿Qué?!»