{Publicaciones los LUNES/MIÉRCOLES/VIERNES}
Elizabeth era una mujer adulta que vivía sola y gozaba a pleno de su sexualidad, cuando muere por un accidente de tránsito, reencarna en un libro de época antigua que leyó antes de morir. Ella al saber cómo se darán las cosas, comienza a preparar y claro, a formar su propio harén, porque ¿para que conformarse solo con uno cuando se puede tener a seis?. Elizabeth tendrá que enfrentar muchas cosas y personas para lograr sus objetivos, además de enfrentarse a la diferencia de época y creencias sociales...
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Capítulo 6
-Tal vez si haya una manera - le sonrió con cierta intención Elizabeth. Caleb notó esto, pero en lugar de preocuparse, sintió placer por poder complacerla de alguna manera.
-Tus deseos son órdenes para mí - le hizo media reverencia a Elizabeth mientras su hermana Harriet rodaba los ojos, ya notaba por donde iba la cosa.
Elizabeth se queda pensando por un momento, luego los invita a sentarse nuevamente, ellos aceptan encantados.
-Quiero dejar algo en claro - comenzó Elizabeth sería - tanto como si puedes ayudarme, como si no, no importa. Yo ayudé y seguiré ayudando a Harriet desinteresadamente, porque empatizo con ella y con lo que ha tenido que pasar - tomó con cariño las manos de su nueva amiga y miró a Caleb - El hecho de que vos me quieras ayudar, es genial y lo agradezco, lo voy a tomar porque quiero y lo necesito, solo quería dejar eso en claro.
-Está bien, lo entiendo y agradezco tu cariño por mi hermana - respondió Caleb con una sonrisa en su rostro - ahora dime cuáles son tus planes para mí
Las últimas palabras de Caleb estaban llenas de doble sentido e intenciones, las cuales Elizabeth notó con mucho gusto. Lo miro fijamente por un largo momento mientras sonreía lentamente y repasaba su cuerpo con una mirada lasciva.
-De momento necesito que me vayas a vender unas cosas, te lo pido a vos porque necesito que sea un secreto - hizo una breve pausa - se trata de unas joyas y algunos vestidos
-¿De tu hermana o madre? - preguntó curioso Caleb
-¡Que decís! - lo miró indignada - todo es mío, regalos que me han dado y que realmente no necesito
-¿Y por qué lo vendes en secreto? - preguntó está vez Harriet - puedo ir yo si necesitas
-No Harriet, no quiero que mi padre o los demás me estén preguntando por qué las vendo o peor aún, que me nieguen vender mis propias cosas - explicó mirando a ambos como finiquitando las preguntas
-Entiendo, está bien entonces - aceptó convencido Caleb - solo entrégame las cosas que yo me encargo de sacarles el mejor precio posible
-Muchas gracias Caleb - pasó la mano por su hombro, deslizándolo hasta dejarla sobre su mano, todo esto mientras lo miraba coqueta - y en cuanto tengas el dinero, ven. Luego de que tengamos el dinero necesito que me ayudes con la segunda parte de esto.
-¿En cuánto tenga el dinero? - preguntó con intención y una sonrisa ladeada
-Exactamente - respondió fingiendo inocencia aunque por dentro solo deseaba poder probar ese bomboncito azabache
Estuvieron charlando un rato más sobre ellos, las chicas le contaron la situación del ducado y la mala relación que tenía con su hermana y madre. Por otro lado, Caleb y Harriet le contaban a Elizabeth las cosas que pasaban en el condado, cosas que no eran nada agradables.
Mientras ellos charlan amenamente, Amelia los observaba desde la ventana de su habitación, la carcomía la duda de quienes eran esas personas que tanto hablaban con su hermana, moría de celos.
Al igual que Amelia, Arthur también los observaba desde el campo de entrenamiento. Se preguntaba que trataba su hermana Elizabeth, desde hacía rato que la notaba diferente, pero se alegraba de su cambio. Y aunque ellos nunca habían sido cercanos, la quería.
Pronto Caleb se retiró del ducado y las chicas volvieron a sus asuntos, arreglando el nuevo cuarto de Harriet. El duque se había encargado de avisarle al conde Miller sobre la decisión de Harriet y dándole a entender que se alegraba de tenerla ahí con su hija y deseaba que se quedara. Él sabía muy bien que el conde era un hombre cobarde que no le diría que no a él y lo supo aprovechar.
Más tarde en la noche, cuando Elizabeth se había preparado para dormir con un pijama que ella misma había improvisado, sintió un golpecito en su ventana y al abrir se encontró con aquel azabache mirándola entre asombrado y embelesado pero con un leve rubor.
-Al parecer no te llevó mucho tiempo lo que te pedí - sonrió ella haciéndose un lado para que él entrara a su cuarto
-¿Estás segura de hacerme pasar? - preguntó él coqueto, echándole una mirada de lo más descarada - después de todo no está bien visto que un hombre y una mujer soltera están juntos a esta hora de la noche y solos
-Tampoco está bien visto que un hombre entre por la ventana de la habitación de una mujer soltera de noche - replicó ella coqueta - pero por suerte nadie nos está viendo
Nada más tuvo que decir ella para que él entrara a la habitación. Miro a su alrededor y sonrió deteniendo su mirada en ella.
-Acá tenés lo tuyo - le entregó un sobre lleno de dinero, el cual ella aceptó y guardo en un cajón sin revisar nada - ahora... ¿cuál es el siguiente plan? - preguntó él curioso
-De momento necesito que me acompañes a un lugar, quiero que me ayudes a comprar un establecimiento que está en venta - explicó ella ante la sorpresa de él - fui está tarde con mis guardias y Nina, pero el dueño del lugar dijo rotundamente que solo trata con hombres, por lo que necesito que me ayudes a comprarlo
-¿Por qué querrías comprar un establecimiento? - preguntó él curioso - si eres la hija del duque Wilson, podrías tener un buen matrimonio del que podrías sacar mucha ventaja y reputación
-Ay mi querido Caleb - exclamó ella con una sonrisa, acercándose tanto a él, que solo un dedo de distancia los separaba - yo no soy una mujer de un solo hombre, no quisiera estar atada a alguien para siempre, lo mío es más... Por placer. Además, no necesito de un matrimonio o título para tener reputación o dinero, eso me lo consigo por mi misma
Él quedó impactado por aquella confesión, más con lo del compromiso, ya que desde que la vió, solo pensaba en que quería hacerla suya, su mujer. Quería ir conquistandola poco a poco, pero por lo visto la tendría difícil.
-Me cambiaré e iremos está misma noche - anuncio ella de repente, sacándolo de sus pensamientos, aunque no lo suficientemente a tiempo, ya que vió como ella se cambiaba en frente suyo, sin ningún pudor por su desnudez
Él no sé atrevió a más que mirarla, y cuando ella estuvo lista, ambos se escaparon por la ventana.
Al llegar al local, Caleb hablo con el dueño, negociaron los precios y demás, pero realmente era Elizabeth la que negociaba, ella había ido muy cubierta y le susurraba las cosas que debía de decir al dueño, esté por supuesto se extrañó, pero no dijo nada, ya que me ofrecían un buen dinero.
Al salir de ahí con el trato hecho casi se topan con una patrulla del imperio, tuvieron que esconderse en un callejón a oscuras para que no los vieran, ya que si los encontraban solos a esas horas, su reputación quedaría totalmente manchada.
Por la agitación y la adrenalina del momento, él no notó lo cerca que estaban el uno del otro. Pero Elizabeth sí, y no lo desaprovechó.
Al instante ella deslizó su mano por su firme torso haciendo que él pegará un brinquito por la sorpresa.
-¿Qué haces? - le pregunto él
-Solo lo que ambos deseamos desde que nos vimos - respondió ella con una mirada lujuriosa - solo déjate llevar - dijo, para tomarlo de la mejilla y unir sus labios en un apasionado beso que él desde luego correspondió.
Al siguiente momento ella pasaba sus manos por el cuerpo de él, deteniéndose en su entrepierna que estaba bastante abultada ya.
-Estás ansioso eh - bromeó ella apretándoselo despacio, él respondió con un leve jadeo, no podía creer lo que estaba pasando - vos también podés tocarme como yo te toco - lo incito ella
-No quisiera deshonrarte - respondió él entre jadeos, Caleb en serio trataba de contenerse
-No te contengas - le susurró ella mordiéndole el lóbulo de la oreja - si me dejas así de caliente, será otro quien me dé la alegría que te pido - eso pareció llegarle, ya que al instante él comenzó a tocarla desesperado, incluso profundizaba el beso.
Él la desnudó del torso y tomando uno de sus senos comenzó a lamerlo, luego fue por el otro. Elizabeth gemia cada vez más sin poder contenerse. De pronto ella tomó la cabeza de él y lo hizo arrodillarse ante ella levantando parte de su vestido del frente. El entendió enseguida el mensaje y sin decir nada sonrió victorioso y comenzó a darle placer con su boca. Luego con un dedo comenzó a jugar y pasearlo en sus labios hasta meterlo dentro.
Elizabeth tomando sus sedosos cabellos negros lo apretaba a sí misma, y cuando el metió el segundo dedo, ella explotó de placer en su boca, la cual no había separado de ella.
-Ya no puedo más, te necesito completamente - pidió ella subiéndolo a su altura y besándolo apasionadamente - tienes mi sabor en tu boca - sonrió ella lujuriosa
-¿Estás segura de que me querés dentro tuyo? - preguntó él, entre excitado y cariñoso
-Sí, estoy muy segura - declaró ella bajándole los pantalones y arrodillándose ante él - necesito lubricarlo - dijo con una sonrisa de suficiencia en su rostro antes de meterlo en su boca, pero era tan grande que no cabía completo, se ayudó con una mano y pronto lo soltó.
Él le subió el vestido con prisas, le levanto una pierna envolviéndola en su cintura. Paseó a su miembro en su pubis, excitándose mutuamente para luego entrar poco a poco. Ella no soportó y moviendo bruscamente la cadera, lo metió de lleno arqueando la espalda por el dolor y la excitación.
El dolor fue breve, y pronto comenzaron las acometidas de él, eran intensas y salvajes, justo lo que ella deseaba.
Estuvieron un rato más dándose placer cuando ambos se vinieron juntos.