El Dolor De Una Partida

Carmen, que es todo ese ruido? Que pasa? - pregunta Isabel Smith, madre de Silvia.

- Señora, la niña Silvia llego hace un rato y se encerró en esa habitación donde pasa horas y no permite que nadie entre, desde entonces se escuchan esos gritos y el ruido de objetos romperse - contesta la empleada quien fue la nana de Isabel y por supuesto también de Silvia.

- Pero que le sucedió? Esta acabando con la habitación!

- No se señora, al parecer volvió a entrar en crisis - dijo la mujer bajando la cabeza con tristeza.

- Silvia!, Silvia..! Mi amor, calmante, hablemos, ábreme la puerta, ten cuidado de hacerte daño - dijo Isabel con aparente preocupación.

- Lárgate! no te necesito..! Grito Silvia desde adentro de la habitación, mientras mas se escuchaban cosas romperse.

- Mi niña, por favor abra la puerta, dejennos ayudarla - dijo esta vez Carmen con un tono de voz dulce y pausado.

- Dije que no necesito a nadie, maldita empleada metiche, dejenme en paz volvió a gritar esta vez Silvia, pero su grito fue tan fuerte que se desgarro un poco su garganta.

- Ven Carmen, sera mejor que no insistamos, ya sabes de lo que es capaz cuando esta así.

- Señora no podemos dejarla así, se lastimara.

- Lo sé, llamare a mi esposo para que trate de controlarla, tu sabes que el es el único que puede calmarla.

- Claro, el único que la puede calmar, dándole lo que ella quiere así le toque traerlo del otro lado del mundo y eso esta mal - dijo Carmen en desapruebo.

- Si Carmen, desde niña Silvia ha sido muy mimada por él, hasta el grado de aceptarle y esconderle muchas cosas desagradables que ha echo.

- Siempre le dije señora, que darle todos los gustos era malcriarla, la niña Silvia, nunca entendió que hay un limite.

- Espero que sea importante, Isabel, estoy en medio de una junta - dijo respondiendo el teléfono de muy mala gana el padre de Silvia.

- Si, sé que estas ocupado, pero Silvia entro en crisis, se encerró en esa habitación misteriosa que ella tiene y se escuchan objetos romperse, hemos intentado hacer que nos habrá la puerta pero se niega.

- En crisis? Pe, pero..! Que le sucedió, si hace mucho esto no sucedía - dijo el hombre con gran preocupación.

- Como podría yo saberlo, si ella, a duras penas me contesta el saludo y a ti hace días no te veo.

- No empieces Isabel con lo mismo de siempre, más bien llama al doctor que siempre la ha tratado, ya mismo salgo para allá.

Después de media hora, el padre de Silvia llego a la casa, encontrándose con el doctor, su esposa y la nana que estaban fuera de la habitación intentando persuadir a Silvia para que abriera.

- buen día doctor -saludo Rafael.

- Buen día señor Smith.

el hombre de inmediato se acerco a la puerta.

- Silvia cariño, ya estoy aquí, ábreme la puerta mi princesa, dime que pasa, que es lo que quieres? Yo te lo traeré como siempre, pero deja que yo entre.

Los gritos cesaron y la puerta se abrió un poco para que el hombre entrara para luego volver a cerrarse, Rafael se congelo cuando vio a su hija.

Silvia tenia el cabello revuelto, estaba descalza, sus ropas estaban echas trizas y sus manos ensangrentadas.

- Mi amor, ven donde papi, ven - dijo Rafael extendiéndole sus brazos.

Luego de un largo rato de solo silencio, Silvia salio recostada en el hombro de su padre y con mucho recelo volvió a cerrar la puerta.

- Doctor, por favor vamos a la habitación de mi hija y atiéndala por que se lastimo un poco las manos.

- Si señor Smith.

Isabel intento acercarse a su hija pero el acto fue impedido por su esposo, haciéndole un pare con la mano y mirándola con desprecio, lo que la hizo retroceder.

- Venga señora, le preparare un té para los nervios - dijo Carmen tomándola del brazo con cariño.

luego de vendarle las manos a Silvia, el doctor le dio medicamentos para que durmiera y recuperara fuerzas.

- Doctor, no entiendo porque mi hija entro nuevamente en crisis, si se le hizo el tratamiento al pie de la letra.

- Señor Smith yo le he explicado que la enfermedad de su hija no se cura y que podía aumentar con el pasar del tiempo, por eso siempre le he aconsejado internarla.

- No, jamas internare a mi hija.

- Señor usted sabe el peligro que corren todos cuando ella pierde el control de esa manera, le recuerdo que cuando era adolescente casi...

- No lo mencione, doctor, eso fue hace mucho tiempo y después de eso mi hija se hizo el tratamiento y no había vuelto a presentar ningún problema y esta vez también sera así, usted simplemente cambie los medicamentos, póngale otro tratamiento si es necesario, pero mi hija debe estar bien.

El doctor negó con la cabeza resignado y le entrego la formula medica.

- La señorita estara dormida por el resto del día, que se tome esto al pie de la letra para que sus manos mejoren, en cuanto al tratamiento para su enfermedad debo consultarlo con mis colegas, ya que, el que se le realizo es el más avanzado, le estaré avisando si le puede repetir.

- Hasta luego señor Smith - se despidió el medico después de recibir su paga.

- Que este bien doctor y recuerde ni una sola palabra de esto a nadie.

- No se preocupe, así continuará siendo.

Para Alejandro y Adhara el día trascurriría en completa normalidad entre papeles y más papeles.

- Cecilia, por favor pida almuerzo para mí y para mi esposa, hoy comeremos aquí.

- Si señor, enseguida.

Adhara al escuchar a Alejandro se sonrojo un poco, aun no se acostumbraba a que el se refiriera a ella como su esposa.

- Señorita, almorzaremos aquí para ahorrar tiempo ya que hoy saldremos más temprano.

- Paso algo? Preguntó Adhara confundida.

- No, solo que tenemos una invitación a una cena a la que asistiremos.

- Cena de negocios? Volvió a preguntar la chica.

- No, no tiene nada que ver con trabajo - fue todo lo que dijo Alejandro secamente por lo que Adhara no siguió preguntando.