Su hermano comete un gran error al robarle a un mafioso, y solo ella puede salvarlo de la cárcel. Solo que no espera lo que un malvado mafioso tiene pensado para ella y termina cayendo en un laberinto sin salida.
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Capitulo 11
Julieta una vez que retiro los niños de la escuela, corrió a su casa para dejarlos con Tomás. Su hermano se sentía mejor estando en casa y pudiendo ayudar con los niños, ya que se sentía muy agradecido con su hermana por todo lo que hacía por ellos.
Julieta terminó de alistarse y se despidió de sus hermanos, tomó un bolso y se fue directo al restaurante. Una vez allí, se presentó y las empleadas la llevaron al vestuario para entregarle el uniforme que debía usar.
La joven estaba tan feliz que incluso levantaba la camisa que debía usar y la olía y abrazaba con felicidad, por primera vez tenía un uniforme de trabajo. Una vez lista la llevaron al depósito y junto con los demás empleados comenzó a ingresar las cajas que los proveedores habían dejado en la entrada trasera del restaurante, debían ocuparse de que todo esté rotulado y organizado para cuando abriese el restaurante.
Al terminar, la llevaron a la cocina para que comience a preparar la mise en place, con gusto Julieta se encargó de lavar y cortar las verduras y pre cocinar diferentes alimentos, era tan competente en su trabajo que dejó sorprendidas a sus compañeras.
Horas más tarde, cuando el restaurante comenzó a tener movimiento, llegó Lucas. Todas las empleadas al saber que él había llegado comenzaron a desesperarse, querían que todo estuviese perfecto, ya que él era muy estricto con todos los productos que se usaban y así mismo con la limpieza, todo debía estar perfecto.
Julieta estaba concentrada en su trabajo que ni siquiera se percató que Lucas había entrado a la cocina, y al verla de esa manera, él tampoco quiso molestarla.
-¡Ángela!-Llamo Lucas mientras le hacía una seña a su empleada que tenía como encargada de cocina.
-Si señor Lucas, dígame...-Sé acercó la joven.
-Quiero que me cuentes como es que se está desempeñando la nueva empleada.
-La empleada nueva es muy competente, rápida, eficiente y desde que ingreso se ha desempeñado muy bien en la cocina.
-Que bueno... ¿Tú crees entonces que tiene potencial para quedarse en la cocina?
-Por ahora sí, ha sido de mucha utilidad aquí.
-¡Perfecto! Quiero que cualquier acontecimiento me sea informado.
-¡Claro que si señor!
-Bueno Ángela puede continuar con sus labores.-Dijo Lucas, mientras Ángela asintió y volvió a su puesto en la cocina.
Lucas iba y venía por el restaurante, supervisando que todos hagan bien su trabajo, le sorprendía mucho la manera en la que Julieta trabajaba, muy pocas personas podían desempeñarse así desde el primer día.
Cuando acabo el servicio, Julieta aguardó que cierren el restaurante y se despidió de sus compañeros para luego caminar dos calles para tomar el autobús. Era muy tarde, pero ella no sentía miedo en caminar a esas horas sola por la calle, y ningún compañero se percató que ella iba a irse sola, todos tomaban sus vehículos y se retiraban del lugar, incluso Lucas.
Sin problemas Julieta tomó su autobús 20 minutos después y por fin pudo llegar a su casa, ingreso sigilosamente para evitar despertar a sus hermanos e incluso a su padrastro que posiblemente esté en su habitación durmiendo y fue a bañarse y luego a dormir, finalmente.
En la mañana se levantó y junto con Tomás prepararon el desayuno, se sentaron los cuatro hermanos a desayunar y les comento como había sido su primer día de trabajo, todo iba muy bien hasta que su padrastro despertó.
-No sabía que habías comenzado a trabajar.- dijo su padrastro con su voz ronca habital, saliendo de la habitación con un bastón, ya que dias anteriores lo habian golpeado y dejado en ese estado.
-Ayer empece... -Contestó con la voz entrecortada, mientras sus hermanos se mantenían callados.
-Eso quiere decir que tendrás mucho dinero... -Contestó con una sonrisa.
-No, aún estoy a prueba, no sé si conseguiré el trabajo.
-Pues esfuérzate, porque aquí no vivirás sin hacer nada.
-Si ella no trabaja, lo haré yo. -Le Replico Tomás tomando valor para enfrentar a su padrastro.
-Tu Cállate niño, porque aún no me has dado lo que te pedí. No tienes derecho...- Contestó reacio su padrastro, Tomás solo bajo la mirada, dejando a Julieta con curiosidad de lo que estaban hablando, pero sabía que no podía hablar demasiado delante de su padrastro.-Bueno niña. ¿Qué esperas?? Sírveme mi desayuno.-Le ordenó intentando sentarse, ya que la resaca no lo dejaba coordinar sus movimientos. Julieta hizo caso y todo el clima de felicidad que había antes, se opacó con su llegada, los niños ya no sonreían y todo quedó en silencio.
Una vez que el dejó la mesa todos pudieron respirar nuevamente, desde que su madre se fue a trabajar al extranjero, debían soportar la presencia de su padrastro, quien los obligaba a traerle dinero y mantenerlo, ya que su madre no estaba allí para hacerlo, a pesar de que la mujer sí enviaba dinero para los niños, pero a veces inclusive pasaban semanas hasta que ella se comunicaba con sus hijos. Ellos no se sentían seguros en esa casa, pero no tenían donde ir y tampoco querían dejarle la casa de su madre a este hombre, sabían que la perderían desde el primer momento que ellos pusieran un pie en la calle y aunque no era vida la que tenían, preferían soportar con la esperanza de que su madre vuelva a liberarlos de ese calvario.