LA VENGANZA DE LAS GEMELAS

...Samantha....

¿Porqué la zorra de Irma sigue trabajando aquí?, ¿no sé cansa de las humillaciones que le hace pasar Danilo?. Ni viendo que estamos follando se aleja de nosotros.

— Hola Irma. — Salude al entrar a su oficina. No toqué porque mi prometido es el dueño de todo esto. Eso significa que soy dueña también.

— Hola. — Saludó ella viéndome de reojo. — Es de buena educación que antes de entrar a un lugar se toqué la puerta.

— Lo siento, me ganó la emoción.

— Está bien, no te disculpes, tengo muy claro que eres el tipo de mujer que se deja dominar por sus emociones.

— ¿A qué te refieres con qué me dejó dominar por mis emociones?. — Su comentario me irritó.

— Tengo mucho trabajo. Termina de salir. — ¿Cómo se atreve está imbécil a tratarme así?, cuando sea la esposa de Danilo lo primero que haré será despedirla.

— ¿No preguntarás a que vine?. — Le dije con una mirada de burla.

— Supongo que viviste a ver a tu prometido, te equivocaste de oficina y terminaste aquí. — No me prestó la atención que yo merecía.

— No, no era eso. Vine a mostrarte esto. — Puse las invitaciones de mi boda sobre la mesa. Ya me imaginé la reacción que va tener. La vez pasada con sólo unas palabras logré que actuará cómo una loca, ahora que vio esto seguro tiene ganas de matarme.

— Son bonitas. Tienes buen gusto.

— ¿Perdón?. — ¿No piensa actuar cómo una sicópata?, o mínimo cambiar el aspecto de tu rostro.

— No son las que yo usaría en mi boda pero si son lindas. Si ya terminaste de mostrarme tus invitaciones ahí está la puerta, y está bastante grande. Creó que si cabes.

— ¿Éso es todo lo que vas a decir?

— Si.

¿Porqué se ve tran tranquila?. No pude dejar de observarla, quería ver si algo cambiaba.

— Se que soy hermosa pero no soy lesbiana. — Dijo ella.

— ¿Porqué me dices eso?

— Quería aclarar que no eres mi tipo.

— ¿Qué te pasa?, tampoco soy lesbiana.

— Mmm, claro, fuera.

Esa tipa arruinó mi humor. Pero qué no piense en salirse con la suya. De una forma u otra la molestaré.

Me fuí a la oficina de Danilo.

— Hola mi amor. — Saludé a mi instrumento de venganza. Danilo Aragón. ¿Porqué instrumento?, porqué gracias a él puedo hacer sufrir a Irma. La infeliz me robó a mi novio en la preparatoria. Lo justo es que yo le robé al suyo. Aunque no es ningún sacrificio, Danilo cumple todos los requisitos del novio ideal. Guapo, rico, y fácil de engañar.

— Hola preciosa. — Nos saludamos con un beso en los labios. — ¿Te pasa algo?. — Preguntó preocupado.

...Danilo....

Noté que Sam está un poco triste.

— ¿Te pasa algo?

— No amor, estoy bien. — A Sam nunca le gusta compartir sus problemas conmigo.

— Si te pasó algo dime. Sabes que cuentas conmigo para todo.

— Sólo promete que no te enojaras.

— Dime que pasó. — Me puse un poco más serio.

— Es qué Irma vió las invitaciones de boda. Me dijo que soy una zorra por meterme en su relación. No quiero dañar a nadie. Yo no sabía que tenías una relación con ella.

Sabía que Irma traía algo entre manos. Con razón estaba actuando muy extraño.

— No amor. Yo no tenía una relación con ella. Si te ofendió tendrá que disculparse.

— No. Déjalo así. No quiero causarte problemas con ella.

— No debes ser tan considera. Vamos ahora mismo. — Tomé su mano y fuí directo a la oficina de Irma. Entre sin tocar la puerta.

— Díos mío, parece que a nadie le enseñaron modales en su casa. — Se hizo la ofendida y nos miró molesta.

— Te exijo que le pidas una disculpa a Samantha.

— ¿Perdón?, ¿disculparme porque?. — Hizo ojos de no entender nada.

— Por llamarla zorra.

— ¿Cuando la llamé así?. — Fingió demencia.

— Amor no tienes que hacer esto. — Sam trató de terminar el problema ahí.

— No lo estoy haciendo grande. — Me acerque a Irma. — Ahora discúlpate o si no.

— ¿Si no qué?. — Me lanzó una mirada retadora.

— El vídeo de nosotros saldrá en Internet. — Le susurré al oído. Con esa amenaza no se atrevería a desobedecer.

— Adelante. Te retó a qué lo publiques. — Me dió una sonrisa de satisfacción que jamás le había visto.

— ¿Qué?. — La miré con incrédulidad. No podía creer que incluso se atrevió a retarme.

— Me preguntó quién saldrá más perjudicado. ¿Tú o yo?, sólo piénsalo. Públicas el vídeo, tu novia lo ve y dudó mucho que quiera seguir contigo. Y otra, públicas el vídeo y tu imagen se verá afectada, el valor de tus acciones bajarán. Mi imágen se verá afectada pero yo puedo demantarte por violar mi privacidad. Mi papá me consigue un buen abogado y te quitó la mitad de tu empresa. Sabiendo todo eso. ¿Todavía quieres publicar el vídeo?. — Levantó una ceja mientras me observaba con una sonrisa burlona.

Me dejó cómo un estúpido. No sabía que hacer para qué ella recapacitará.

— ¿De verdad piensas que no lo haré?

— Sabes las consecuencias de hacerlo. Sí te quieres arriesgar adelante. Pero te advierto que no seré nada considera cuándo estemos en los tribunales.

— Amor déjala. No podemos obligarla a que haga algo que no quiere. — Si Sam no interviene no se qué hubiera hecho.

— Te perdonaré está vez pero será mejor de dejes de tentar tú suerte.

— ¿Perdóname.? ¿Cuando te pedí perdón?. — Siguió burlándose de mí.

— Basta Irma. — La tomé del brazo con fuerza.

— Suéltame. — Jaló su brazo. — No pienses que estás tratando con una empleada cualquiera. Ahora lárgate y lléva a tu prometida contigo.

Caminé al lado de Sam, le dí un beso delante de Irma, quería hacerle pasar un mal momento. Al separar mis labios de Sam me dí cuenta de que Irma estaba sumergida en su trabajo. Ni siquiera nos estaba prestando atención.

Salí más enojado de lo que entré. Está chica está acabando con mi paciencia.