Te Necesito Conmigo

-¿Qué?

-¡Que te cases conmigo Isabella! - repitió alto Alexander sin soltar la mano de su sexy secretaria, a centímetros de rosar sus cuerpos.

Isabella nuevamente ignoro el golpeteo en su pecho y con fingida tranquilidad acorto la distancia, haciendo puntillas y con su mano libre la elevo hasta tocar una mejilla de su jefe, Alexander extrañado pero cómodo con el toque permaneció inmóvil.

-¿Se encuentra bien señor? - pregunto Isabella, Alexander se quería caer, desmayarse del bochorno que estaba pasando.

¿Por qué su atractiva secretaria preguntaba aquello? ¿Acaso no podía uno, pedirle que se casará con él?

-Estoy perfectamente bien Isabella - exclamo con indignación - Cásate conmigo - volvió a demandar.

-Tal vez Clara le agregó algo de alcohol a la comida, usted es muy débil con eso - dijo ignorando nuevamente la propuesta de su jefe, retiro la mano de la mejilla de su jefe y sonrió.

Al ser retirada la mano de su secretaria de su mejilla, Alexander sintió como un pedazo de él, muy esencial, se alejaba. Esa sensación la detesto.

-Qué estoy bien Isabella. Casa...- Isabella lo interrumpió, no estaba dispuesta a volver a escucharlo, tal vez y para sorpresa de ella, terminaría aceptando.

-Cuando llegue a su casa, por favor prepárese una taza de café, tal vez eso baje un poco su borrachera, y, maneje con cuidado señor - le indico en tono profesional y nada titubeante, aunque, en su mente tartamudeaba todo lo que pensaba.

-¡Dios! ¡Que no estoy borracho! - exclamo y Isabella lo sabía perfectamente.

-Por favor señor cuídese y nos vemos mañana - entonces Isabella volteo, se soltó del agarre de su jefe y con rapidez se dirigió al interior del edificio.

Alexander, parado, mirando su mano que anteriormente estaba siendo entrelazada con la de su secretaria, nuevamente sentía aquella sensación de abandono y esa necesidad de tener a Isabella muy junto a él, de todas las maneras posibles.

Isabella ingreso a su departamento con rapidez, agitada y exaltada ¿Por qué su jefe soltaba proposiciones así nada más? ¿Qué es lo que le pasaba a Alexander Arnault?

¿Qué es lo que le pasaba a ella?

Se cacheteaba internamente por los sentimientos que de apoco iba encontrando hacía su querido jefe, en especial esta noche, hace unos minutos atrás, cuando Alexander Arnault se le propuso- lo que muy seguramente había sido una broma casarse con él. En ese momento su corazón palpitaba a mil y había hecho un esfuerzo sobre humano al no poder sonrojarse o hasta casi poder llorar por sus sentimientos, llorar por su confusión.

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-¿Le propusiste casarse contigo? - incrédulo, Eduard le exclamo con los ojos abiertos como platos sentado al frente de su amigo peli plata.

Alexander después de haber estado como diez minutos parado como estatua frente al edificio del departamento de Isabella, se marchó con la intención de contarle lo ocurrido a su consejero, compinche y mejor amigo. Hasta el no comprendía sus acciones estás últimas semanas.

Todo ese comportamiento extraño para él, había comenzado desde que Isabella había anunciado su renuncia.

-Sí, es la segunda vez que preguntas - fastidiado respondió Alexander sirviéndose todo el líquido restante que quedaba en la botella de licor.

-Y ella te dijo que no - soltó aguantando una sonora carcajada.

-¡Cállate! - furioso y en tono borracho le grito.

-¡Hey! Aquí yo mando, estás en mi casa - advirtió su amigo señalándolo.

-Maldito - balbuceo el peli plata.

-Supongo te quedarás a dormir, no pienso llevarte hasta tu casa – le informo Eduard al ver como el alcohol invadía al débil de su mejor amigo.

-Llamaré a Isabella, aún es mi secretaria y debe de cuidar de mí - dijo arrastrando las palabras mientras sacaba su celular del bolsillo de su pantalón.

-Es tú secretaría no tú niñera amigo - se carcajeo Eduard.

-Por 5 años me cuido, no se puede quejar ahora - apretó su celular táctil tres veces para después ponerlo en su oreja, tenía su número en marcación rápida - Señorita Smith - borracho exclamo cuando escuchó la voz de su secretaría del otro lado, con torpeza movió su celular activando el alta voz.

-¿Señor Arnault está borracho? - con el tono de voz molesta Isabella respondió. Alexander la imaginaba con su ceño y labios fruncidos, imaginación que le encanto y embobado sonrió.

-Me encuentro con Eduard, ven a buscarme Isabella -meloso soltó. Eduard escuchaba y miraba todo en silencio, su amigo Alexander aún no se daba cuenta, pero el que estaba siendo conquistado era él y no su secretaria.

-Señor...- algo aturdida murmuro, ese tono le había puesto sus bellos de punta - Mañana le reprochare al señor Eduard por dejarlo beber de esa manera - soltó ahora más molesta.

- i¿Y yo porque?! ¡Isabella sabes que está bestia hace solo lo que él quiere! - Eduard sintiéndose ofendido se hizo notar.

-¿Estoy en alta voz? ¡Señor Eduard, contrólelo y llévelo usted a su casa! - Alexander lo fulminó y con la mirada le obligo a su amigo a negarse.

-¡Imposible! ¡Yo también estoy borracho! - fingió su tono de voz, cumpliendo el favor de su amigo.

-En 10 minutos estoy allí señor - con un notorio suspiro Isabella acepto no quedándole de otra. Alexander cortó satisfecho y miro la hora en su celular.

-Son las 1:35, llega antes es porque me quiere - embobado se dirigió a su amigo.

-Seguro amigo. Oh tal vez es responsable - Eduard respondió con una sonrisa, si le decía a su amigo que existía la probabilidad de que él estuviera enamorado de su secretaría, mañana muy seguramente quedaría sin trabajo.

-No, no, no. Me quiere - se sentó mucho más cómodo en el sofá y siguió tomando un poco más de licor, el alcohol claramente era una debilidad suya.

-¿Qué pasaría si Isabella se casará...? - Alexander sonrió - ¿Con alguien más y no contigo? - cauteloso pregunto, su amigo estaba borracho por lo que podía aprovecharse de él.

Alexander inmediatamente al escuchar la oración completa borró la sonrisa.

-Ella no lo hará ¡No puede hacerlo! No puede engañarme así - con sus ojos perdidos empezó a meditar - Ella no puede engañarme...

-Técnicamente ella no te engaña ni te estará engañando porque ustedes dos no son nada - Alexander en silencio se puso de pie y sigiloso camino hacía su amigo, formo su mano en puño y le atino con fuerza en la nuca de Eduard -¡Carajo! - exclamo Eduard al recibir el golpe.

-¡Cuida tus palabras! - rugió Alexander volviendo a su asiento tambaleante.

-¡Solo dije la verdad bestia!

-¡Isabella me prometió que no me engañaría! - exclamo recordando las palabras de esta tarde de su secretaria, ella había prometido no engañarlo y mucho menos con su rival Elías en empresas y ahora-creía- rival en algo más.

Eduard guardo silencio al ver la alteración, desesperación y el temor en las palabras y mirada de su amigo.

¿Alexander tenía miedo de perder a Isabella no solo como secretaria sino como algo más?

-Ya pasaron 13 minutos - dijo Eduard al mismo tiempo en el que el timbre de su casa sonaba. Alexander con la mirada hacia abajo sonrió.

-Me quiere un poco- murmuro.