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Me Enamoré De Mi Enemigo

Me Enamoré De Mi Enemigo

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor-odio
Popularitas:1k
Nilai: 5
nombre de autor: Nyra Dark

A sus 19 años, arina de lucas parece ser una estudiante común: bonita, callada y aplicada. Trabaja en la cafetería de su abuelo y aparenta ser una joven más de preparatoria. Pero bajo esa máscara se esconde la futura heredera de un poderoso imperio criminal. Entrenada en artes marciales, fría cuando debe serlo y con un corazón marcado por el rechazo de sus propios padres, dirige en secreto a los hombres de su abuelo, el único que la valora.

Del otro lado está ethan moretti, de 21 años. Inteligente, atractivo, respetuoso y aparentemente un estudiante modelo. Sin embargo, también arrastra un legado: pertenece a otra familia mafiosa rival, dirigida por su abuelo, que pretende heredarle el trono del poder. A diferencia de la chica, sus padres sí conocen la verdad, aunque intentan disimularlo bajo la máscara de ejecutivos ejemplares.

Lo que ninguno sospecha es que sus vidas están unidas por un destino retorcido: enemigos en la sombra, pero vecinos en la vida real.

NovelToon tiene autorización de Nyra Dark para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 2

Al otro lado de la ciudad, en un almacén oscuro, Ethan también se reunía con los hombres de su abuelo. Sin máscara, pero con el mismo aire de autoridad.

—No den un paso en falso —ordenó con calma, pero con una mirada que helaba la sangre—. Si los De Luca intentan cruzar nuestras rutas, elimínenlos.

Dos líderes jóvenes. Dos herederos del poder.

Y ninguno de los dos sabía todavía que su enemigo vivía… justo al lado de su puerta.

 

El lunes siguiente, el ambiente en la preparatoria estaba más cargado de rumores que de tareas. Todos hablaban del desplante que Ethan había hecho a Bianca en la cafetería.

—¿Escuchaste? Le dijo que no le interesaba. Así, en su cara —susurraban los estudiantes en los pasillos.

Bianca, por supuesto, caminaba furiosa, con una sonrisa falsa pegada a los labios, como si nada hubiera pasado. Pero Ariana sabía leerla: su hermana mayor estaba hirviendo por dentro.

 

El proyecto literario

En clase de literatura, el profesor recordó a los grupos sobre el ensayo. Ariana se sentó junto a Ethan en la última fila, como había ordenado la semana pasada.

—¿Ya pensaste sobre qué escribir? —preguntó ella, con tono desafiante.

—Sí —contestó Ethan sin mirarla, pasando las páginas de su cuaderno.

—¿Y vas a compartirlo conmigo? —insistió Ariana.

—No —respondió con la misma frialdad, como si estuviera comentando el clima.

Ariana lo miró incrédula.

—Esto es un trabajo en grupo, ¿lo recuerdas?

—Sí. Pero prefiero hacer todo yo mismo.

Ariana apretó los puños, dispuesta a responderle con una de sus frases ácidas, cuando Camila, desde la primera fila, giró la cabeza y les hizo un gesto cómplice: un beso al aire dirigido a Ethan.

Él ni siquiera pestañeó. Ariana, sin poder contenerse, soltó una risa seca.

—¿Siempre eres así de encantador, Moretti?

—No. Solo cuando me obligan a trabajar con desconocidos.

Ese comentario la tocó de lleno.

—Perfecto. Entonces no nos molestamos y cada uno hace su parte.

El profesor carraspeó desde su escritorio.

—De Luca, Moretti… si no aprenden a cooperar, les pondré un cero a ambos.

El silencio cayó entre ellos. Ariana se mordió el labio. Ethan simplemente suspiró.

 

El choque en el pasillo

Después de clase, Ariana salió a toda prisa, pero al girar la esquina del pasillo, chocó de frente contra Ethan. Ambos cayeron al suelo: sus libros y cuadernos rodaron por todas partes.

—¡Mira por dónde vas! —exclamó Ariana, frotándose el codo.

—Lo mismo digo —respondió Ethan, recogiendo sus cosas con calma irritante.

Mientras ambos intentaban recuperar sus cuadernos, Ariana notó que uno de los de Ethan se abrió. Dentro había anotaciones en clave, diagramas de rutas y símbolos que no parecían de un simple estudiante.

Ethan reaccionó rápido y cerró el cuaderno de golpe. Sus ojos oscuros se clavaron en ella.

—¿Qué viste?

—Nada… —mintió Ariana, aunque su sonrisa irónica lo traicionaba.

Él inclinó la cabeza, estudiándola como si pudiera leer sus pensamientos.

—No me gusta la gente curiosa.

—Qué casualidad, a mí tampoco me gustan los tipos misteriosos que se creen superiores.

El silencio entre ambos fue interrumpido por Camila, que apareció riéndose a carcajadas.

—¡Parecen un matrimonio discutiendo!

Ariana y Ethan, al unísono, contestaron:

—¡Cállate, Camila!

La carcajada de la chica resonó por todo el pasillo, mientras Ariana y Ethan se alejaban en direcciones opuestas, aunque con la misma sensación incómoda en el pecho: el presentimiento de que estaban más conectados de lo que querían admitir.

 

La llamada inesperada

Esa noche, cuando Ariana revisaba los mensajes en su teléfono, recibió una llamada desde un número desconocido. Dudó en contestar, pero lo hizo.

—¿De Luca? —dijo una voz grave.

—¿Quién habla?

—Digamos que alguien que sabe más de ti de lo que imaginas. Nos veremos pronto.

La llamada se cortó de golpe. Ariana quedó mirando la pantalla, con el corazón acelerado.

Al otro lado de la ciudad, Ethan también recibía una llamada similar.

—Moretti… el juego ya comenzó.

Ambos jóvenes, sin saberlo, estaban entrando en un círculo del que no habría salida fácil.

La noche caía sobre la ciudad, pintando las calles con un resplandor anaranjado de faroles y neones. Para cualquiera, era una noche más. Para Ariana y Ethan, significaba otra jornada en la vida que ocultaban tras sus uniformes escolares.

 

Ariana en la cafetería

La campanilla de la cafetería del abuelo sonó con suavidad. Ariana, con el delantal puesto y una bandeja en la mano, sonreía amablemente a los clientes habituales. Para todos, era la “nietecita encantadora” de Don Vittorio De Luca, el viejo italiano dueño del lugar.

—Ariana, ¿puedes atender la mesa de la esquina? —pidió una de las empleadas.

Ariana asintió, llevando un par de cafés. Pero cuando se acercó, reconoció a los hombres: dos sujetos trajeados, con tatuajes ocultos bajo las mangas, rivales de otra familia.

Uno de ellos le sonrió con burla.

—Así que la princesa De Luca sirve mesas. Qué desperdicio.

Ariana apretó la bandeja con fuerza, manteniendo la compostura.

—¿Van a ordenar algo más o solo vinieron a molestar?

El hombre soltó una carcajada.

—Tienes el carácter de tu abuelo. Algún día, niña, eso te va a costar caro.

Ariana dejó la bandeja en la mesa con un golpe seco.

—Y a ustedes el café.

Mientras se alejaba, su abuelo la observaba desde el mostrador. Sus ojos sabios y cansados se posaron en ella con orgullo silencioso. Sabía que su nieta no era una simple mesera: era la única capaz de mantener el linaje De Luca en pie.

 

Ethan en el bar

Al otro lado de la ciudad, Ethan trabajaba en el bar de sus padres. El lugar estaba lleno de ejecutivos y clientes distinguidos. Él servía tragos con una calma impecable, pero su mirada estaba siempre atenta.

De repente, un hombre robusto con chaqueta de cuero se acercó a la barra y le deslizó un sobre. Ethan lo tomó con discreción, mientras seguía limpiando un vaso.

—¿Mensaje de tu abuelo? —preguntó en voz baja.

El hombre asintió y se marchó sin más.

Ethan abrió el sobre en la trastienda. Había un mapa con varias marcas rojas y una orden escrita a mano:

"Destruir los puntos de distribución De Luca. Hoy, medianoche."

Sus ojos se oscurecieron.

—Así que empieza el movimiento…

 

Encuentro inesperado

Cerca de la medianoche, Ariana se dirigía a un almacén en las afueras, acompañada de dos hombres de confianza de su abuelo. La misión era simple: inspeccionar la mercancía y asegurar que no hubiera infiltraciones.

Pero al entrar, se dio cuenta de que no estaban solos. Luces apagadas, ruidos metálicos, pasos firmes. El corazón de Ariana se aceleró.

De las sombras emergió un grupo de encapuchados. Entre ellos, una figura alta, con paso seguro y mirada helada. No pudo ver su rostro por completo; solo la silueta de su cabello oscuro bajo la capucha.

—¿Quién anda ahí? —gritó uno de los hombres de Ariana.

La respuesta fue inmediata: un puñetazo que lo dejó inconsciente. El otro trató de reaccionar, pero cayó tras un rodillazo seco.

Ariana se quedó sola, frente al desconocido. Ambos se midieron en silencio. El aire pesaba, cargado de tensión.

El encapuchado se quitó la chaqueta, revelando un físico entrenado. Ariana, con un movimiento rápido, se ajustó la máscara negra y la peluca que ocultaban su identidad.

—Parece que esta noche tendremos baile —dijo ella con voz fría.

—Me gusta la música violenta —contestó él, adoptando posición de combate.

El choque fue brutal. Patadas, bloqueos, puñetazos. Cada golpe revelaba que no eran simples mafiosos improvisados, sino guerreros entrenados hasta la médula. Ariana sintió un dolor en el tobillo al esquivar un golpe, pero no se detuvo. Él, por su parte, parecía sorprendido por la fuerza de esa misteriosa chica.

En un giro del destino, cayeron al suelo juntos, rodando entre cajas hasta quedar frente a frente. El encapuchado quedó encima de ella, inmovilizándola. Sus máscaras se deslizaron en la caída.

Y entonces ocurrió.

Por primera vez, sus miradas se encontraron sin barreras.

Ojos verdes contra ojos oscuros. Ariana y Ethan.

Ambos quedaron paralizados, jadeando. El mundo se detuvo por unos segundos.

Ariana reaccionó primero, apartándolo con un empujón desesperado.

—¡No puede ser…! —susurró, incorporándose a medias.

Ethan, todavía atónito, no alcanzó a responder. Solo sabía una cosa: la enemiga que había jurado derribar… era la misma chica con la que compartía pupitre en clase.

El silencio tras el choque de miradas pesaba más que cualquier golpe recibido. Ariana y Ethan seguían jadeando, sus respiraciones entrecortadas chocando en el aire frío del almacén.

Ella intentó moverse, pero un dolor agudo le atravesó el tobillo torcido. Apretó los dientes, ocultando la mueca, mientras buscaba fuerza en su orgullo.

—Aléjate de mí —murmuró Ariana, intentando incorporarse.

Ethan no respondió de inmediato. Sus ojos aún estaban clavados en los de ella, intentando procesar la revelación.

Es ella… la chica de la escuela. La misma que me mira con desprecio en clase. Y ahora la tengo aquí, en medio de una guerra.

Ariana apartó la mirada, intentando recomponerse. Pero al hacerlo, tropezó con unas cajas y perdió el equilibrio. Ethan, sin pensarlo, la sujetó por la espalda. Fue en ese instante cuando ocurrió: el tirón desgarró la tela fina de su camisa, y con ella el sujetador.

El sonido del desgarro retumbó como un trueno en la cabeza de Ariana.

Quedó de rodillas, con la parte superior de su cuerpo expuesta bajo la tenue luz que se filtraba por los ventanales rotos. Un escalofrío le recorrió la piel. Se cubrió instintivamente el pecho con los brazos, sintiendo que no solo había perdido la máscara, sino también su última barrera de dignidad.

Sus ojos verdes brillaron con lágrimas contenidas.

—…Ya está —susurró, con voz quebrada—. Me quitaste todo. Mi rostro, mi secreto… mi ropa. Acaba conmigo de una vez.

El silencio era tan profundo que se escuchaba el goteo constante de agua de alguna tubería rota. Ethan se quedó petrificado, con la sudadera en las manos, sin saber cómo moverse.

¿Qué demonios acabo de hacer?

Ariana levantó la vista, sus labios temblaban, pero su voz sonó fuerte, casi como un grito.

—¡Hazlo! ¡Mátame! ¿No es eso lo que quieres? ¿Lo que espera tu abuelo? ¡Termina lo que empezaste!

Ethan tragó saliva. Dio un paso hacia ella, pero no como enemigo. Se quitó la sudadera negra que llevaba puesta y, con suavidad, se la colocó sobre la parte delantera, cubriéndola por completo.

Su voz, grave pero temblorosa, llenó el silencio.

—Lo siento… no era mi intención, —mirando hacia otro lalo.

Ariana lo miró incrédula, aún temblando.

Ethan se inclinó, sus ojos brillaban con una mezcla de seriedad y respeto.

—No voy a matarte. No así. No en esta situación. Ganar así sería… sucio. Y yo no soy alguien que se enorgullezca de aprovecharse de una desventaja.

Las lágrimas rodaron silenciosas por las mejillas de Ariana.

—¿Me viste? ¿Viste todo?

El silencio de Ethan fue la respuesta más clara. Sus labios se apretaron, como si las palabras le pesaran demasiado.

Ariana bajó la cabeza, con una amarga sonrisa.

—Ese silencio… significa que sí.

Por primera vez, Ethan no supo qué decir. La dureza de sus entrenamientos, los años bajo la sombra de su abuelo, nada lo había preparado para esto: para ver vulnerabilidad en medio de una guerra.

De pronto, un ruido retumbó desde el pasillo. Voces masculinas se acercaban, pesadas, armadas. Los hombres de Ethan.

Él reaccionó en segundos. Tomó a Ariana entre sus brazos, sin darle tiempo a protestar. Ella quiso resistirse, pero el dolor de su tobillo la dejó sin fuerzas.

—¿Qué haces? ¡Suéltame! —susurró, forcejeando en vano.

—Cállate si quieres vivir —respondió Ethan, con un tono frío que le heló la sangre.

La llevó hasta un viejo armario de metal, lo abrió y la acomodó en el interior. Ariana lo miraba con furia y desconcierto.

—¿Piensas encerrarme como a un animal?

—Pienso salvarte el cuello —le replicó, mirándola directamente a los ojos—. Si te encuentran aquí, no dudarán en matarte.

Cerró la puerta del armario con cuidado. Un segundo después, entraron tres de sus hombres.

—Jefe, ¿y la chica? ¿La viste? —preguntó uno, con la voz ansiosa.

Ethan se giró lentamente hacia ellos, con la expresión endurecida.

—Está herida. Encuéntrenla. No regresen hasta que lo hagan. Yo me encargo del resto.

Su tono fue tan frío, tan aterrador, que los hombres se miraron entre sí con un escalofrío recorriéndoles la espalda. Nadie se atrevió a discutirle.

—S-sí, jefe —contestaron, saliendo casi a tropezones.

El silencio volvió al almacén. Ethan apoyó la mano en el armario, aún con la respiración agitada.

Dentro, Ariana se mantenía inmóvil, abrazando la sudadera contra su cuerpo, sintiendo el eco de cada palabra que había escuchado.

Un enemigo… que la había protegido.

Continuará..

1
Briana
😳🫣🫢
felipe_oquendo
10/10
Yaquelin Yaqui
me encanta esta re bueno ☺️
Leonardo Martinez
listo
Leonardo Martinez
bn
Leonardo Martinez
me encanta
Briana
♥️
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