NovelToon NovelToon
Fernando López: La Elección de un Hombre

Fernando López: La Elección de un Hombre

Status: Terminada
Genre:Mafia / Matrimonio arreglado / Amor eterno / Amante arrepentido / Completas
Popularitas:72
Nilai: 5
nombre de autor: Tânia Vacario

FERNANDO LÓPEZ fue obligado a asumir a una esposa que no quería, por imposición de la “organización” y de su abuela, la matriarca de la familia López. Su corazón ya tenía dueña, y esa imposición lo transformó en un Don despiadado y sin sentimientos.
ELENA GUTIÉRREZ, antes de cumplir diez años, ya sabía que sería la esposa del hombre más hermoso que había visto, su príncipe encantado… Fue entrenada, educada y preparada durante años para asumir el papel de esposa. Pero descubrió que la vida real no era un cuento de hadas, que el príncipe podía convertirse en un monstruo…
Dos personas completamente diferentes, unidas por una imposición.

NovelToon tiene autorización de Tânia Vacario para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 21

El coche negro atravesaba las calles de Madrid bajo el peso de un silencio casi absoluto. Alejandro se reclinaba en el asiento, los ojos semicerrados tras noches de bohemia en Córdoba, mientras Fernando observaba la ciudad por la ventana, el rostro impasible, pero la mente inquieta.

El viaje había sido productivo para los negocios. Contratos firmados, alianzas reforzadas, promesas selladas. Sin embargo, dentro de Fernando había una sensación que ni el mejor de los acuerdos conseguía disipar: la sombra persistente de las palabras de Alejandro.

"Su esposa es linda...fuerte...quizás más fuerte que usted."

Fernando apretó la mandíbula. La incomodidad no era solo por la provocación del hermano, sino por la verdad escondida allí. Elena ya no era solo una presencia discreta en su vida; estaba empezando a ocupar espacio.

Cuando el coche entró en el garaje del ático, Fernando sintió un extraño apretón en el pecho. No sabía con certeza lo que sucedería. Había dejado a Elena, confiando en que ella se adaptaría a la nueva vida, pero nunca imaginó que ella transformaría aquel espacio de manera tan rápida y profunda.

Así que empujó la puerta principal, fue sorprendido. El apartamento, antes cargado de memorias de Valéria, parecía otro. Las paredes estaban más claras, adornadas por cuadros que transmitían ligereza. El recibidor, otrora marcado por tonos oscuros, ahora reflejaba la luz.

Fernando se detuvo en el umbral, en silencio.

—Veo que la pequeña cuñada no perdió tiempo.— comentó Alejandro, con su tono habitual de ironía, observando la transformación.

Fernando ignoró el comentario. Los ojos fijos recorrían cada detalle, como si intentaran registrar la valentía de Elena de borrar un pasado y escribir algo nuevo.

Fue entonces que la vio.

Helena estaba en la zona de recreo del ático, tumbada en una tumbona al borde de la piscina. Usaba un bañador azul oscuro que realzaba su piel clara y su cuerpo delicado, el pelo recogido en un moño sin pretensiones. Al lado, un libro abierto sobre la mesa y un vaso de zumo por la mitad.

La escena, simple, pilló a Fernando desprevenido. Hubo un instante en que le faltó el aire.

Elena, tan joven, parecía perfectamente a gusto en aquel espacio que, hasta hace poco, pertenecía a los fantasmas de Valéria.

Ella no solo habitaba el ático, sino que también estaba dominándolo, haciéndolo suyo, como si siempre hubiera pertenecido allí.

Fernando sintió una satisfacción extraña. Un orgullo silencioso. Verla allí, serena y segura, despertaba en él algo que no quería admitir: paz.

Fue cuando oyó a su hermano que venía justo detrás, soltar el aire de forma exagerada.

—Quién diría... la cuñada es una sirena…

—Cállate.— Fernando estaba en su límite.

Intentó, no obstante, controlar la reacción. Forzó la expresión fría de siempre, pero no consiguió alejar completamente el calor que lo invadió.

—Bienvenido de vuelta.— dijo Elena, al notar la presencia de él. La voz de ella sonó natural, casi dulce, como si no hubiera cualquier rencor por haber sido dejada sola por días.

Fernando carraspeó, desconcertado.

—Veo que se adaptó bien.

—No apenas me adapté.— respondió ella, con leve sonrisa.— Transformé ese lugar en mi hogar.

Alejandro, que observaba el intercambio de palabras con aire divertido, alzó las cejas y, con una sonrisa maliciosa, completó:

—Y lo hizo muy bien, cuñada. Está cada día más impresionante.

Fernando lo encaró de soslayo, serio. Él percibió el doble sentido. Elena apenas agradeció con un asentimiento de cabeza.

A la noche, Carmem organizó una cena de bienvenida. La mesa estaba impecablemente puesta, platos refinados alineados con precisión. Elena se sentó a la cabecera, delante de Fernando, que mantenía la postura rígida, pero observaba cada gesto de ella con una atención en inusual.

Elena hablaba poco, Mas cada palabra revelaba madurez. Preguntaba sobre el viaje mostraba interés por los negocios de la familia, sin jamás sonar invasiva.

Alejandro, siempre relajado, narraba con entusiasmo los episodios de Córdoba, omitiendo las discotecas pero no dejando de provocar al hermano.

Fernando, a cada instante, volvía a mirar a Elena. La forma como ella sujetaba los cubiertos con delicadeza, el modo como sonreía para Carmem en agradecimiento, la postura erguida que reflejaba la educación recibida...todo él notaba detalles que antes habría ignorado.

—Me gustó lo que hizo con el apartamento.— dijo finalmente, quebrando el silencio.

Elena los ojos, sorpresa por la confesión.

—Pensé ser necesario. Ese espacio necesitaba ser... nuestro.

La palabra "nuestro" resonó dentro de Fernando como una isolpe suave, pero certero. Él asintió, escondiendo el torbellino que aquello provocaba en su mente.

Después de la cena, Alejandro se despidió, prometiendo volver para una visita breve, lo que hizo Fernando trabar la mandíbula, intentando contenerse bajo la provocación velada del hermano.

Elena acompañó a Fernando hasta el cuarto. Después de hacer la higiene personal, cada uno se acostó en su lado de la cama, manteniendo la distancia que se había vuelto rutina desde el matrimonio.

Fernando tardó en conciliar el sueño. Se quedó observando las sombras danzando en el techo, mientras oía la respiración tranquila de la esposa.

Recordó la imagen de ella, en la piscina…

Incluso su ropa de baño siendo conservadora y en nada se pareciese con las que Valéria usaba, la bella figura quedó grabada en su mente.

Sintió orgullo y eso lo incomodaba.

Orgullo de la determinación de aquella pequeña mujer que, en pocos días, eliminó toda y cualquier recuerdo de la antigua moradora. También sintió orgullo de tener una bella esposa.

Pero al mismo tiempo, eso lo incomodaba. Sentir satisfacción al verla era como admitir que, poco a poco, Elena estaba quebrando la muralla que él había construido alrededor del corazón.

Se giró de espaldas, intentando alejar los pensamientos, pero tardó en adormecer.

......................

El sol de la mañana penetraba por la cortina cuando Fernando despertó. Extendió la mano para el lado de la cama… vacío. Elena ya se había levantado.

Curioso, se levantó y siguió el aroma que venía de la cocina. Al entrar, encontró a Elena de delantal, los cabellos sueltos cayendo por los hombros, mientras terminaba de arreglar la mesa para el café. Había café fresco, zumo de naranja, panes y pasteles.

Ella se volvió para él con una sonrisa discreta.

—Buenos días. Pensé que le gustaría un desayuno preparado en casa.

Fernando quedó en silencio por un instante, apenas observando. El rostro angelical, la dedicación en cada detalle…

Elena estaba realmente empeñada en construir algo.

Él carraspeó, retomar el control.

—No necesitaba darse el trabajo. Tenemos funcionarios para eso.

—Lo sé.— respondió ella calmadamente. —Mas quise hacer. Final, soy su esposa y fui entrenada por años.

Fernando sintió el pecho apretar. Había sinceridad en cada palabra de ella, algo raro en su mundo.

Sin decir más nada, se sentó a la mesa. Elena le sirvió una taza de café, y él.aceptó en silencio.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play