¡ATENCIÓN NOVELA EN EMISIÓN!
Alana Rosental, una chica estrovertida, hija de Evans Rosental, considerado en su juventud uno de los mejores hechiceros del mundo, esta por casarse con su novio Joan Black, pero la repentina muerte de su padre cambiara el rumbo de su vida.
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El testamento
Alana estaba en su recamará la boda sería el fin de semana, estaba tan emocionada pronto uniría su vida al amor de su vida, se asomó por la ventana del balcón aquella tormenta la asustaba, nunca le habían gustado los días lluviosos, mucho menos cuando había relámpagos, por lo menos esta noche no los había, de lo contrario no tendría en quien refugiarse ahora, su padre aún no llegaba y Maritza o Dana no eran una opción, tampoco podría contar esta vez con Joan pues estaba ocupado atendiendo asuntos de trabajo, últimamente estaba muy ocupado, pero debía dejar todo listo antes de irse de luna de miel, se lanzó a la cama emocionada pronto sería la señora Black, miro su mano izquierda donde llevaba su anillo de compromiso, era sencillo, no tan costoso, pero para ella tenía un gran valor sentimental. Tocaron la puerta, ella no dudo en levantarse a abrir.
- ¿Sebastián? – Preguntó con un tono preocupante\, aquel hombre de cabellos castaños y ojos avellanas\, vestido con un traje elegante\, la miraba de extraña manera\, él era el asistente personal de su padre\, su papá le tenía gran cariño.
- Señorita Alana- Dijo\, no sabía cómo continuar\, sabía que la noticia que tenía para ella sería demasiado dolorosa- Su padre\, sufrió un ataque camino aquí- Continuo\, miró como Alana apretaba sus puños\, sus ojos oscuros se llenaban de lágrimas- Lo siento mucho\, murió- Dijo con dolor\, incluso para él la muerte de Evans Rosental era dolorosa\, aquel hombre lo crío desde niño\, cuando su padre murió.
Alana sintió el dolor en su corazón, sus lágrimas comenzaron a caer sobre sus mejillas, no podía creer aquellas palabras, su padre, no podía estar muerto, se casaría el fin de semana, él la entregaría a su futuro esposo, cayó de rodillas y soltó un grito desgarrador, Sebastián se arrodillo y la abrazo, mientras escuchaba su desolado llanto.
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La ciudad entera asistió al funeral de Evans Rosental, todos sentían la muerte de aquel hombre, no se imaginaron siquiera que alguien se atreviera a quitarle la vida a ese importante hombre, miraban a la familia, Maritza y Dana parecían sufrir, pero eso no les quitaba estar perfectamente vestidas y maquilladas, en cambio Alana parecía estar totalmente devastada, vestía un sencillo vestido negro largo hasta las rodillas, su cabello estaba sujetado a una simple coleta, sus ojos y nariz estaban rojos de tanto llorar, a su lado estaba Sebastián aquel fiel hombre que servía a Evans Rosental, sorpresivamente no estaba su prometido, la gente comenzaba a murmurar sobre eso, pero callaron al ver como ese rubio llegó apresurado vistiendo un traje negro, se colocó al lado de ella, quien al verlo comenzó a llorar de nuevo y la abrazó, Sebastián se apartó dejando a la chica con aquel hombre, miro a su alrededor, su mirada se fijó muy a lo lejos de aquel funeral, detrás de un árbol, había una mujer con un elegante conjunto negro, pantalones, blusa, gabardina larga, con un sombrero cubriendo parte de su rostro, dejando a la vista solo sus perfectos labios rojos.
- Tranquila\, bebé\, estoy contigo- Dijo Joan abrazando a aquella chica\, Dana y Maritza se acercaron\, Dana se aferró a él quien no dudo también en abrazarla
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La familia Rosental en compañía de Joan y Sebastián regresaron a la mansión, Alana estaba devastada por la muerte de su padre, se sentó en el sofá de la sala mientras una de las empleadas le servía una taza de té, ella negó, no tenía ganas de nada.
- Debe tomarlo- Se acercó Sebastián con la taza- Por favor\, Señorita- Dijo con preocupación\, Alana asintió y tomo un sorbo de té.
- ¿Qué harán con la boda? – Pregunto Dana con su voz chillona\, Alana la miro y suspiró\, no tenía mente ni siquiera para eso.
- Lo mejor será que la cancelemos- Dijo Joan sentándose al lado de Alana\, mientras pasaba una mano alrededor de su cintura.
- ¡Oh\, No! - Hablo Maritza- Tienen ya todo listo\,
deberían continuar…es lo que querría mi querido Evans- Dijo Maritza, mientras se limpiaba sus lágrimas con un pañuelo.
- ¿Qué dices? – Pregunto Joan\, Alana lo miró y bajo la mirada\, su mirada se centró en aquel té\, no sabía qué hacer\, tal vez lo correcto era cancelar todo y darle el luto que se merece a su padre\, pero también tenían razón todo estaba listo para la boda\, levantó su mirada y la dirigió a Sebastián.
- ¿Qué me aconsejas? – Preguntó para sorpresa de todos\, Joan frunció el ceño ese hombre no era de su agrado\, le daban demasiada confianza.
- Por ahora debe descansar\, después toma su decisión- Respondió con una leve sonrisa- Además\, el testamento de su padre se dará lectura en dos días- Dijo mirando de reojo a Maritza.
- Bien – Alana se puso de pie y Joan con ella- Iré a descansar- Miró a su prometido\, sorprendido de que haya accedido a la petición de Sebastián\, cuando él en todo el camino del cementerio a la mansión se lo sugirió y ella respondió de manera negativa.
Joan acompaño a Alana hasta su recamará, la arropo y espero hasta que ella se quedará dormida, miro el teléfono de su prometida en el buró cerca de la cama, lo tomo, pero tenía contraseña, escribió su fecha de aniversario, para su sorpresa esa no era la contraseña, frunció el ceño y miró a la chica, dejo nuevamente el teléfono en su lugar y salió.
- ¿Qué haces aquí? – Pregunto Joan mirando de pies a cabeza a Sebastián\, estaba como una estatua parado frente a la puerta.
- Cuido de la señorita- Dijo sin rodeos.
- Yo estoy para eso\, largo- Soltó molesto\, Sebastián jamás había sido de su agrado desde que lo conoció.
- Lo siento\, pero con la muerte del señor Rosental\, la señorita Alana es la única que puede darme ordenes- Respondió con seriedad sin siquiera moverse de su lugar.
- Seré pronto su esposo y tendrás que obedecer mis órdenes- Dijo de manera autoritaria acercándose a paso firme a Sebastián.
- Hasta entonces\, usted sigue siendo nada para mí- Respondió Sebastián sin pestañear\, aquellos ojos avellanos lo miraban sin mostrar una pisca de temor.
- Imbécil- Dijo entre dientes\, se dio la vuelta y se alejó\, Sebastián lo miró alejarse sin perder su seriedad\, después dirigió la mirada hacía la puerta\, sabía que la muerte de Evans Rosental no era normal\, una simple venganza\, había algo más y lo investigaría\, pero de momento debía cuidar de Alana Rosental\, su ahora ama.
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La lectura del testamento de Evans Rosental, estaba por iniciar, Maritza, Dana, ya estaban en primera fila, vistiendo elegantes trajes negros para respetar el luto de su difunto esposo y padrastro, Alana entró en compañía de Joan y también Sebastián, ese hombre no se había apartado de ella desde la muerte de su padre, se lo agradecía, lo conocía desde niño y siempre había sido muy protector con ella.
- Señorita Rosental- El abogado un hombre mayor se acercó a ella e hizo una reverencia.
- Abogado Parker\, podemos empezar- Dijo Alana\, su rostro estaba pálido\, podían verse aquellas enormes ojeras\, sus ojos seguían rojos e hinchados aquella chica no había podido dejar de llorar\, apenas y se alimentaba\, se notaba que había bajado de peso en tan poco tiempo.
- Pero\, señorita\, falta la señorita mayor Rosental- Dijo el abogado\, Maritza frunció el ceño al escuchar esas palabras\, Alana suspiró\, ciertamente tenía una hermana mayor\, pero desde que su padre se casó con Maritza se fue de casa y no había vuelto desde entonces y la comunicación entre ellas era nula\, incluso con la muerte de su padre\, ni siquiera se había comunicado.
- Ella no estará presente- Respondió Alana con su apagada voz. El abogado asintió\, aquella señorita mayor estaba en el testamento\, pero no era un secreto que se había ido lejos una vez que Evans Rosental se casó nuevamente.
- Retírate- Dijo con autoridad Joan a Sebastián- Yo cuidare de mi prometida- Lo miro de pies a cabeza\, Sebastián le dirigió la mirada a Alana esperando orden directa de ella.
- El joven Sebastián Holmes\, también debe estar presente- Dijo el abogado para sorpresa de todos\, bueno no para Alana\, su padre le dijo en algún momento que lo incluiría en el testamento y ella no se negó a eso.
- Sentémonos- Dijo dándole una rápida mirada a Sebastián\, todos tomaron asiento\, en la primera fila estaban Alana\, Maritza y Dana\, detrás estaban Sebastián y Joan.
El abogado comenzó a dar lectura al testamento, Alana no prestaba atención a tal cosa, no le interesaba realmente el dinero, al contrario, cambiaria toda la fortuna por la vida de su padre, escuchó un grito ahogado proveniente de Maritza, ella la miró y luego miro al abogado
- ¿Pero ¿qué dice? - Se quejó Maritza.
- Como lo escuchó Señora\, el setenta por ciento de la herencia pertenece a las hijas de Evans Rosental\, mientras que el otro treinta por ciento es para el joven Sebastián Holmes- Dijo el abogado quitándose los lentes\, Alana miró con sorpresa al abogado y luego miro a Maritza y Dana\, aquellas dos hervían de ira.
- ¿Qué pasara conmigo? Soy su viuda- Dijo molesta\, apretando sus puños.
- Recibirán una mensualidad controlada por parte del joven Sebastián Holmes- Respondió sin rodeos\, Maritza miro a aquel joven quien seguía sin mostrar expresión alguna\, a ella tampoco le agradaba aquel hombre\, siempre tan fiel a Evans y Alana\, pero con ella y Dana siempre fue diferente.
- Eso no puede ser\, ¡Debe haber algún error! - Grito Maritza\, colocándose de pie\, miro a Alana quien parecía perdida en aquello- Incluso\, ¿Dejo algo para esa hija malagradecida? Ni siquiera se presentó a su funeral- Continúo\, al escucharla Alana se puso de pie\, a pesar de todo\, amaba a su hermana mayor y entendía sus razones por haberse alejado de su padre y ella\, por lo que no permitía que hablaran mal de ella.
- No vuelvas a hablar así de ella- Se puso de pie Alana y miro desafiante a Maritza\, de la misma manera lo hizo Sebastián respaldando a aquella chica.
- Alana\, tranquila\, bebé- Joan se acercó a ella para tranquilizarla- Terminemos de escuchar la lectura del testamento- Dijo tomando su mano y sentándola de nuevo.
- Bien\, continúe Parker – Se sentó de nuevo mirando a aquel hombre\, Maritza igual se sentó\, pero sabía que aquel testamento ya no había nada más para ella.
- En lo que conlleva a manejo de la empresa\, todo estará bajo las órdenes directas de mi hija mayor\, en su ausencia Sebastián Holmes será quien lleve el control total\, en el lapso de un año si mi hija mayor Anastasia Rosental\, entonces las empresas Rosental pasaran a ser de mi esposa Maritza Carles – Terminó\, la sonrisa de Maritza se hizo grande por unos segundos\, pero tuvo que disimular\, sabía que Anastasia Rosental no regresaría en ese tiempo estipulado\, por lo que la empresa Rosental pasaría a ser de ella.
- Querida\, ¿Todo bien? – Pregunto mirando a Alana esperando que aquella mujer no se alterara por la decisión de su padre.
- Si\, sé que mi hermana hará un buen manejo – Dijo con una leve sonrisa\, conocía a Anastasia sabía que ella volvería en algún momento\, aunque le gustaba que fuera pronto\, pues ahora la necesitaba más que nunca.
Después de la lectura del testamento, faltaba decidir qué hacer con la boda, Joan miraba a Alana, ella es quien tendría la última decisión.
- Continuemos\, este fin de semana- Dijo tratando de sonreír\, debía continuar con su vida\, nada haría que su padre regresara\, Joan sonrió de oreja a oreja y la abrazo\, ella respondió al abrazo\, pero su mirada se dirigió a Sebastián\, quien la miraba con aquella seriedad de siempre.