Josefina hizo todo lo posible por llevar un matrimonio feliz, pero Franco no ponía nada de su parte, era celoso y posesivo. Todo tenía un principio y un fin, ¿será que podría conservar su matrimonio?
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Hija adoptiva
Un mes después de que naciera Josefina, Yolanda se presentó en el hospital con dolores de parto.
Una amiga del trabajo la había llevado hasta ahí.
Al verla llegar, los paramédicos la atendieron de volada, y la llevaron a la sala de partos.
Los dolores eran intensos, su amiga se quedó afuera esperando noticias del doctor.
Tiempo después el doctor salió a dar la noticia.
La señora dio a luz a un hermoso niño, dijo...
Gracias a Dios, dijo la amiga muy contenta.
Luego, pasó a ver a su amiga.
Felicidades, Yolanda.
Tu hijo está precioso.
Gracias.
Estaban muy concentradas en la plática, cuando de pronto en la tele salió la noticia de que no habían dado con el paradero de Mireya y su hijo o hija recién nacido (a).
Oye, yo conozco a esa mujer. ¿Cómo que la andan buscando?, ¿se escapó del refugio o qué?
¿De qué hablas?, ¿cuál refugio?
Es una historia muy larga de contar, después te explico.
Yolanda, ¿en qué líos estás metida?
En ninguno, pero, ¿por qué la andan buscando?, ¿qué habrá hecho?
No sé. ¿Y dices que la conoces?
Sí, pero después te cuento.
La conversación fue interrumpida por la enfermera que llegaba con el bebé ya bañado.
El bebé necesita ser amamantado por su madre.
Yolanda tomó al niño entre sus brazos y le dio de comer de sus pechos.
La amiga miraba extasiada a ese hermoso bebé.
¿Cómo se va a llamar?
Franco.
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Diez años después...
Xavier estaba recordando a Mireya y su hijo o hija.
¿Dónde andará mi hijo y Mireya?, él vivía en unión libre con Silvana. Ella le había dado un hijo, Héctor, de cinco años.
¿Aún sigues pensando en ella?
No es eso, pero quisiera ver a mi hijo.
Amor, la policía dio por cerrado el caso, ya la dieron por muerta, y tu hijo no se sabe en donde está. La policía dijo que tal vez dejó el niño abandonado, y ella se fue. De verdad, nadie sabe qué pasó con él.
Yo estoy seguro que ella está viva y mi hijo también.
Pues ojalá y algún día los encuentres.
Ellos se habían quedado en la casa de Dominga, ya que al fallecer esta, lo había dejado como único heredero de todo lo que poseía.
Aunque no estaban muy enamorados, vivían bien.
Silvana hacía lo posible porque su "matrimonio" durara.
Ella trabajaba haciendo comida para los trabajadores que día a día iban a recolectar naranjas o la fruta de época.
La mayoría iban a comer a la fonda de Silvana, decían que hacía una comida deliciosa.
Todos los días abría después de dejar al niño en el kínder.
Esa era su rutina diaria. Mientras que Xavier trabajaba en la pequeña empresa que le había dejado su abuela.
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En otra parte...
Mamá la maestra quiere hablar contigo...
¿Ah, sí?, ¿y sabes de qué quiere hablar?
No sé, mamá.
Josefina crecía sana y muy hermosa. Isabel y su esposo la habían sabido educar muy bien.
Isabel la tenía en una escuela del gobierno porque quería que valorara a sus compañeros.
Era una niña muy inteligente, siempre sacaba el primero o segundo lugar.
Había otro niño que también era muy inteligente, y siempre se disputaban el lugar.
Ellos eran muy amigos, todo el tiempo habían estado juntos en el mismo grupo.
Josefina le había platicado a su madre de Franco, le hablaba tan bien de él, que Isabel creía que la niña estaba enamorada de ese niño.
A ver cuándo me lo presentas, hija.
Sí, mamá.
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A esa misma hora, en otro lugar...
Yolanda estaba feliz porque Franco había sacado muy buenas calificaciones.
Te felicito, hijo, estoy muy orgullosa de ti.
Mamá, mi amiga Fina, también sacó muy buenas calificaciones, pero yo saqué las mejores.
Hablas mucho de esa niña, a ver cuándo me la presentas. Invítala a comer un día de estos.
¿De verdad, mamá?
Mira cómo te brillan los ojos, mi niño. ¿Te gusta?
Sí, mamá, es la niña más linda que he visto en mi vida.
Yolanda abrazó a su hijo, pues vamos a comer fuera para celebrar.
No había vuelto a saber nada de Mireya, como tampoco supo nada de su hija.
"Ojalá que estén bien", se dijo.
Yolanda llevó a su hijo a comer al Kentuchy, y después le compró un helado en la Sultana.
El niño se veía muy feliz. Pero algo entristecía su entorno. Saber que no tenía papá, le daba miedo preguntarle a Yolanda por él por temor de que se enojara o que le dijera que estaba muerto.
Franco tenía la esperanza de que algún día su padre apareciera y le diera un abrazo.
¿Qué piensas, hijo?, de pronto te quedaste callado.
Franco se puso nervioso, pero después soltó la pregunta de sopetón.
¿Dónde está mi papá? ¿Por qué nunca me hablas de él?
Eso es algo de lo que no quiero hablar, ve a tu cuarto a hacer la tarea.
Franco se fue a su cuarto muy desilusionado. Su madre jamás le había querido hablar de su papá, no tenía idea de quién pudiera ser.
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La familia de Josefina (o sea, sus padres), de pronto tuvieron una discusión, ella creía que él la engañaba.
Y empezaron a discutir. Poco a poco su matrimonio se estaba yendo al traste.
Josefina veía con tristeza cómo sus padres no le hacían caso, después de 10 años de amor infinito.
Mamá, necesi...
¡Ahora no!, ¿no ves que estoy ocupada?, le dijo enérgicamente, interrumpiéndola.
Isabel salió dando un portazo.
Pocos minutos después, Juan también salió dando un portazo, iba tras Isabel.
Josefina se quedó ahí, sola, con la servidumbre.
Y Josefina como cualquier niño curioso empezó a checar en los cajones del cuarto de sus padres.
Buscaba algún indicio que le revelara por qué sus padres estaban molestos con ella, O al menos, eso pensaba.
La actitud de sus padres dejaban mucho que desear.
Como no había escuela, Josefina se quedó encerrada en su cuarto todo el día, la muchacha que hacía de comer le llevó la comida a su cuarto.
¿Qué te pasa, Josefina?, le preguntó la cocinera.
Nada, estoy cansada. Cierra la puerta cuando salgas, por favor.
Josefina estaba decidida a encontrar la verdad fuera la que fuera.
Los días que siguieron Isabel y Juan estaban tan metidos en sus problemas que se olvidaron de su hija.
Y así, mientras ellos no estaban en casa, Josefina se dedicaba a buscar. No sabía qué buscaba, pero ella insistía.
Y como luego dicen que el que busca, encuentra, Josefina vio un papel de "adopción".
Después de leer el papel Josefina se fue corriendo a su cuarto a llorar.
No más esto me faltaba, mis padres no son mis verdaderos padres, soy hija adoptiva.
Por alguna razón Juan e Isabel no le habían dicho que era adoptada.
