Mariana Fernández, una mujer de 40 años, siempre creyó en el amor eterno junto a su esposo Julián Navarro, con quién compartió su vida por 20 años. Sin embargo su mundo se desmorona cuando descubre a Julián siendo le infiel con su secretaria. Tras descubrir que ha estado viviendo en una mentira, decide tomar las riendas de su vida y se divorcia, ahora se enfocará en sacar adelante su empresa de lencería, una pasión que ha cultivado desde hace años.
Mientras Lucha por reconstruirse emocionalmente, conoce a Camilo Santa Cruz, un joven empresario de 27 años que está emergiendo en el mundo de los negocios.
A pesar de la marcada diferencia de edad, en el transcurso de consolidar el proyectó de colaboración de ambas empresas, Camilo va quedando cautivado por la fuerza y determinación de Mariana, se enamora profundamente de ella, y ella, a su vez encuentra en él un renacer de sentimientos.
Sin embargo, el camino hacia la felicidad está plagado de desafíos.
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Capitulo 2 Llegó un nuevo amanecer
En la quietud de la noche, mientras Mariana desahogaba su dolor en la playa desierta, un joven muy guapo, de cabello negro, ojos marrones, alto y con buen cuerpo, la observaba a la distancia. Sus ojos seguían cada movimiento de aquella hermosa mujer que lloraba en la oscuridad, sintiendo una mezcla de curiosidad y empatía por la carga emocional que parecía llevar sobre sus hombros.
A medida que pasaban las horas y el amanecer comenzaba a teñir el cielo, él joven decidió acercarse a Mariana. Con cautela, sintiendo la necesidad de ofrecerle consuelo y apoyo en ese momento.
- Disculpa, ¿se encuentra bien? - pregunto el joven con voz suave, acercándose a Mariana con una taza de café en la mano.
María levantó la mirada, sorprendida y un poco asustada por la presencia de ese joven desconocido. Sus ojos se encontraron, y en ese breve instante, puso ver la compasión en los ojos de aquel joven.
- Gracias, estoy bien - le respondió con una cálida sonrisa, aceptando la taza de café.
El joven se sentó a su lado en la arena, respetando su espacio, pero mostrando su disposición para escuchar si ella decidía hablar.
- Puedo preguntar, ¿Qué te trae a este lugar tan temprano? - pregunto Mariana, rompiendo el silencio entre ellos.
- Vi que estabas aquí anoche y noté que estabas pasando por un mal momento, solo quería ofrecerte un poco de compañía y tal vez escuchar tu historia, si estás dispuesta a compartirla - dijo con amabilidad.
Mariana contempló al apuesto joven por un momento, sintiendo una sensación de gratitud por su gesto de bondad.
- Bueno, primero déjame presentarme - le dijo, mientras le extendía la mano - me llamo Mariana.
Él extendiendo la suya también y se dieron un apretón mientras el decía
- Un placer Mariana, yo soy Camilo.
Mariana le sonrió, luego con un suspiro comenzó a hablar, compartiendo con Camilo la historia de su matrimonio fallido y la traición que había sufrido. A medida que las palabras fluían, sintió un peso levantarse de sus hombros, sintió alivio al poder compartir su carga con alguien que la escuchaba sin juzgarla.
Camilo la escuchaba con atención, también le ofrecía palabras de consuelo y apoyo cuando era necesario.
- La verdad, es que no entiendo como un hombre podría engañar a una mujer tan bella como usted - le dijo Camilo, con una sonrisa
- Muchas gracias, es un halago para una mujer de mi edad que un joven tan apuesto le diga que es hermosa. - le respondió Mariana un poco ruborizada.
A medida que el sol ascendía en el cielo azul, Mariana y Camilo compartieron más que solo un café, compartieron una conexión especial.
- Bueno, creo que ya debería regresar a afrontar lo que viene - dijo Mariana, para luego levantarse y sacudirse la arena.
Miro a Camilo y se sintió agradecida por la presencia de ese joven, en ese momento, recordando de que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz y bondad esperando.
Con ese pensamiento, Mariana se alejó de la playa, lista para enfrentar el futuro con valentía y determinación. Aunque sabía que el camino que iba a empezar a recorrer no iba a ser fácil, encontraría la fuerza para seguir adelante y construir una nueva vida llena de posibilidades.
Mientras en la casa se encontraba Julián, no había dormido en toda la noche, esperando noticias de Mariana o que llegara. Los recuerdos de tantos años juntos también lo atormentaban.
Cuando miraba una fotografía de su boda, escucho el sonido del motor del auto de Mariana deteniéndose frente a la casa y sacudió a Julián de su estado de letargo.
Se puso de pie de un salto, su corazón latía fuertemente mientras se apresuraba hacia la ventana a ver quién había llegado.
A través de las cortinas entreabiertas, Julián pudo ver el auto de Mariana, y a ella bajando de este. Su mente se llenó de una mezcla de emociones dónde estaban la esperanza, la ansiedad, el miedo. No sabía que esperar, pero estaba decidido a enfrentar lo que viniera.
Mariana entró a la casa, se veía cansada y abatida, pero su sola presencia lleno la casa con una sensación de vida y energía que había estado ausente durante toda esa noche.
- Mariana - dijo Julián al verla entrar
Mariana se detuvo en el umbral de la puerta, sus miradas se encontraron. El tenso silencio se hizo presente mientras se miraban el uno al otro.
- Julián, ¿Qué haces aquí? Ya deberías haberte ido al trabajo. - dijo Mariana mientras pasaba a su lado para llegar a la cocina.
Julián sintió como el tiempo se hubiera detenido a su alrededor, luego Julián extendió su mano hacia Mariana, como si estuviera buscando un puente para reconstruir lo que se había roto entre ellos.
- Por favor Mariana, déjame explicarte. - comenzó Julián, pero fue interrumpido por el golpe del vaso en la mesa de la cocina.
- ¿Explicar qué? - le dijo Mariana con un tono firme - Yo lo vi todo en 3D, no necesito explicación.
Mariana dió un par de pasos, luego se detuvo, volteo y con una mirada gélida le pregunto
- Dime, ¿desde cuándo?
Julián bajo la cabeza avergonzado antes de responder. Titubeante dijo
- 2 años.
El peso de esas dos palabras, colgaban en el aire.
- 2 años - repitió Mariana, su voz apenas un susurro cargado de incredulidad y dolor.
Julián asintió, incapaz de enfrentar la mirada herida de Mariana. Sabía que lo que acababa de decir, era una puñalada al corazón, que causó un daño irreparable.
- Los siento, Mariana, lo siento mucho - dijo Julián, con palabras apenas audibles bajo el peso del arrepentimiento.
Mariana cerró los ojos por un momento, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse.
Sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, irá y confusión que la abrumaban por completo.
- ¿Cómo pudiste hacerme esto? - pregunto Mariana, con voz temblorosa - ¿Cómo fuiste capaz de engañar durante 2 años sin que yo me diera cuenta?
Julián se quedó en silencio, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para responder. Sabía que no existía ninguna excusa para su comportamiento, que había traicionado a la mujer que juro amar para toda la vida, de la manera más cruel posible.
- No lo se, Mariana. No tengo excusas para lo que hice - dijo Julián finalmente, su voz llena de pesar - Solo se que te amo, y haré todo lo que este a mi alcance para intentar reparar el daño que he causado.
Mariana lo miraba fijamente, sabía que las palabras de Julián no podían borrar el pasado, y en ese momento tomo la decisión de la que no se arrepentiría.
Se dio la vuelta, subió a su habitación y cerró la puerta.