El centenario del Torneo de las Cuatro Tierras ha llegado antes de lo esperado. Para conmemorar los cien años desde la creación del brutal torneo, los Padres de la Patria han decidido adelantar el evento, ignorando las reglas tradicionales y usando esta ocasión para demostrar su poder y someter aún más a las Nueve Ciudades.
Nolan, el mejor amigo de Nora, ha sido elegido para representar a Altum, enfrentando los peligros de las traicioneras tierras artificiales: hielo, desierto, sabana y bosque. Nora, consciente del destino que le espera a Nolan, no está dispuesta a permitir que se repita la misma tragedia. Junto a la rebelión, buscará acabar con los Padres de la Patria y poner fin a la dictadura de las Cuatro Tierras.
El reloj avanza, el torneo está a punto de comenzar, y esta vez, el objetivo de Nora no es solo salvar a Nolan, sino destruir de una vez por todas el yugo que ha esclavizado a las nueve cuidades
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La segunda tierra
Cuando Nolan y los otros seleccionados estaban a punto de cruzar el umbral hacia la Segunda Tierra, un estruendo detrás de ellos les hizo voltear. Una docena de oficiales de los Padres de la Patria se acercaban, armados y con una determinación fría en sus rostros. El que iba al frente alzó la voz, su tono autoritario resonando en el aire.
-Nolan Norton, vienes con nosotros. Eres acusado de pertenecer a la rebelión y de colaborar con Nora Maxfien, la esperanza de los insurrectos.
Nolan sintió un nudo en el estómago al escuchar el nombre de Nora. Habían pasado dos días desde que la habían capturado y la rebelión había sido golpeada duramente. Muchos pensaban que la esperanza estaba perdida. Pero no él. Miró a los oficiales, luego a la puerta que tenía a su lado. Tenía que decidir rápido.
-Si es así... -empezó a decir mientras levantaba las manos, fingiendo resignación-. Supongo que no tengo opción...
Cuando el oficial se acercó para esposarlo, Nolan actuó con la rapidez que había ganado gracias a meses de entrenamiento secreto. Con un movimiento fluido, le arrebató el arma y le propinó un golpe en la mandíbula, enviándolo al suelo. Los otros oficiales reaccionaron de inmediato, levantando sus armas. Sin perder tiempo, Nolan abrió de un empujón la puerta a la Segunda Tierra y se lanzó al otro lado, arrastrando consigo a Sarah, quien estaba justo a su alcance. Antes de cerrar la puerta, levantó un dedo en dirección a los oficiales y les mostró un gesto desafiante.
-Nos veremos en otra vida -dijo, cerrando la puerta con un estruendo.
Sarah jadeaba mientras trataba de recuperar el aliento. Miró a Nolan con una mezcla de sorpresa y miedo.
-¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer? -le reprochó, sus ojos muy abiertos-. Ahora has cruzado la línea, como lo hizo Nora. Has desafiado abiertamente a los Padres de la Patria. No habrá vuelta atrás para ti.
Nolan la miró con determinación, sus ojos brillaban con una ira contenida que parecía crecer con cada palabra.
-Lo sé perfectamente, Sarah. Pero después de llegar tan lejos, no puedo dejar que todo termine aquí. Si tengo que comportarme como Nora, ser el rebelde que todos necesitan, lo haré. -Levantó su mano, extendiendo el meñique y el pulgar en la señal de la rebelión-. Haré esto para que la gente sepa que aún no hemos perdido. Aún no nos han silenciado.
No pasó mucho tiempo cuando comenzaron a escuchar un zumbido en el aire. Sobre sus cabezas, el cielo de la Segunda Tierra empezó a oscurecerse. No parecía un cambio natural, sino algo forzado, artificial. Una nube densa comenzó a formarse y, antes de que pudieran reaccionar, empezó a llover. Sin embargo, Nolan notó algo extraño en la lluvia: no era simplemente agua.
-¡Oh, no! ¡Corre! -gritó Nolan, tomando a Sarah de la mano y llevándola hacia una enorme roca que estaba a unos metros de ellos.
-¿Por qué está lloviendo aquí? -preguntó Sarah mientras corrían-. Esto es un desierto, incluso si es una simulación, no debería estar lloviendo.
-Esto no es agua común -dijo Nolan mientras rasgaba un trozo de tela de su camisa. Arrojó el pedazo al aire, y apenas tocó el suelo, empezó a chisporrotear y disolverse. La lluvia era ácida, diseñada para atraparlos allí.
El rostro de Sarah se tornó pálido al darse cuenta de lo que significaba. Los Padres de la Patria estaban dispuestos a usar cualquier medio para detenerlos. Estaban atrapados, y el tiempo se les agotaba.
-No pueden detenernos para siempre -dijo Nolan, con el ceño fruncido-. Saben que ya no tienen control total. Están acorralándonos, esperando que sus oficiales lleguen para capturarnos. Pero no me voy a quedar aquí esperando.
Sarah tomó una respiración profunda y miró a Nolan con un destello de determinación en sus ojos.
-Hay algo que necesito decirte. Antes de entrar a la Segunda Tierra, hice trampa. Robé algo que podría ayudarnos a sobrevivir. -Sacó una pequeña píldora azul y brillante de su bolsillo y se la mostró a Nolan.
-¿Qué es eso? ¿Pretendes que me trague una droga experimental? -preguntó Nolan, escéptico.
-Es una píldora especial, diseñada por los Padres de la Patria. -Sarah vaciló un momento antes de continuar-. Sora me las dio. Ella quería que yo sobreviviera, incluso si significaba dejarte atrás.
¿Sora? ¿Esa traidora? -dijo Nolan con desprecio-. Siempre supe que no era de fiar.
-La píldora proporciona un impulso de adrenalina y energía. Te hará más fuerte, más rápido, por un corto período de tiempo. Te ayudará a escapar de este lugar antes de que lleguen los oficiales.
Nolan miró la píldora y luego a Sarah, cuyos ojos imploraban que la tomara. Dudó por un momento.
-No, tú deberías tomarla. Es más importante que vengas conmigo . Nora necesita necesita toda la ayuda posible. Ella es la única que puede devolver la esperanza a la rebelión.
-No me voy a ir -replicó Sarah con firmeza-. Además, no puedo correr. Se levantó la camisa, mostrando un gran moretón en su costado-. Me han roto una costilla. Estoy lastimada. No llegaría lejos.
Nolan asintió con la mandíbula apretada, tomó la píldora y se la tragó. Sintió un calor recorrer su cuerpo mientras la sustancia se activaba en su sistema. Antes de alejarse, miró a Sarah.
-Volveré por ti. Lo prometo. Primero encontraré a Nora y la salvaré, pero regresaré.
Con una energía renovada, Nolan salió disparado a toda velocidad. Sentía su corazón latir con fuerza y sus músculos tensarse, como si su cuerpo hubiese superado sus propios límites. Sin embargo, cuando miró hacia atrás para asegurarse de que Sarah estaba a salvo, un estruendo resonó en el aire. Una explosión gigantesca iluminó el horizonte detrás de él.
Nolan se detuvo en seco, sus ojos se abrieron con horror al ver la columna de humo elevarse hacia el cielo. Sarah había utilizado una carga explosiva para detener a los oficiales. Había sacrificado su vida para darle una oportunidad de escapar.
Las lágrimas quemaban los ojos de Nolan mientras una ira intensa se apoderaba de su ser. Ya no se trataba solo de escapar o sobrevivir. Ahora era una cuestión de venganza.
-Voy a acabar con esos malditos-dijo Nolan entre dientes, con el rostro endurecido por la furia-. Les haré pagar por cada gota de sangre que han derramado.
Con ese pensamiento, continuó su camino, dispuesto a enfrentarse a cualquier obstáculo. Ahora no era solo Nolan, un rebelde más. Era el hombre que había jurado hacer arder el sistema corrupto de los Padres de la Patria hasta sus cimientos.