Alexander Williams, es obligado a casarse con Valentina, la chica Curvy, para así el obtener el puesto de jefe en las constructora familiar.
Valentina no sabía quién era su prometido hasta el día de la boda, para ella fue el hombre más guapo, varonil, que ha visto en su vida, y fue amor a primera vista.
Para Alexander, fue lo peor del mundo, la miro con desprecio, incluso la tocó solamente en su noche de bodas, y eso porque estaba ebrio.
Valentina descubre la infidelidad de su esposo, y eso le causo un profundo dolor porque apesar de su indiferencia ella lo ama. Sabe que su esposo le pedirá el divorcio y aunque su corazón roto, está preparada para poner las cartas sobre la mesa, porque Alexander no se puede divorciar, al menos que ella lo quiera, fue algo estipulado en el contrato que el cabecilla les hizo firmar.
Valentina, le impone reglas a Alexander para así firmarle el divorcio ¿qué reglas serán?
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El divorcio
Alexander Williams, Empresario Millonario, propietario de la constructora Williams, se casó con Valentina, una hermosa chica Curvy, que él cabecilla Williams acotejo para su mujeriego hijo, el anciano espero, y espero, a que su hijo tomara la decisión de sentar cabeza, pero este no lo hacía, por lo tanto, no tuvo opción que obligarlo a casarse con Valentina.
Cuando ella vio por primera vez a Alexander sus ojos se iluminaron, fue amor a primera vista, hombre super guapo, cabello castaño, alto, musculoso, ojos azules, era el hombre de sus sueños.
Pero, para Alexander, fue todo lo contrario, él es adicto a las chicas con cuerpo de modelo y cabello rubio, esas son su perdición.
Valentina, no fue para nada de su agrado, ya que tiene unos kilitos de más, pero su cuerpo está bien formado, no es que sea gorda, si no que sus grandes pechos y trasero la hacen ver talla grande.
Para Alexander fue un dolor de cabeza casarse con Valentina, la noche de bodas para ella fue un infierno, aquello que ella esperaba romántico y delicado, fue bestia. Era su primera vez, y él ni tan siquiera tuvo misericordia.
Aunque es tan frío con Valentina, ella es todo lo contrario, amable, cariñosa, atenta, detallista, ama profundamente a Alexander.
—buenas noches señora Williams— saluda la asistente de su esposo
—hola Kelly, no me anuncies por favor
—pero...
—te lo pido— hace pucheros Valentina
Kelly suspira, y asiente con la cabeza.
Valentina siente que es la noche más importante de su vida, piensa que quizás esta noticia la una más a su esposo.
Al llegar a la oficina de su esposo, se escucha una discusión.
—¿Hasta cuando?
—Lore, no grites, está noche lo haré, mira tengo ya los papeles— le muestra Alexander
—espero que estás vez sea en serio Alexander
—si lo prometo, cariño, sabes que eres la única mujer importante para mi— el corazón de Valentía bombea rápidamente, sus manos empiezan a temblar
—te amo tanto mi amor, muero por ser tu esposa y ser yo la que te espere en casa, prometo que yo si te voy hacer feliz y tendremos muchos hijos— Lore se acerca a Alexander y lo empieza a besar con demencia
—estas hermosa hoy— la halaga él, dando un leve apretón en su trasero
—toda tuya mi amor— jadea ella ante sus toques
Valentina tuvo que cubrir su boca, venía a sorprender a su esposo, pero ella fue la que se impacto, y su corazón puro, hecho añicos, jamás escucho que su esposo le dijera un te amo, estás hermosa, vamos a cenar, eres maravillosa. Nunca ha tenido un gesto de cariño hacia Valentina.
Lo peor de todo fue escuchar gemir a esa mujer, y los gruñidos placenteros de su esposo, ella retrocede del impacto, es como si quiera morir, y así no pensar, y no escuchar esos gemidos, Valentina sigue retrocediendo y sin querer tropieza, ella espera el impacto del golpe, pero unos brazos fuertes la sostienen.
—¿Estas bien?
Valentina niega con la cabeza y sin poderlo evitar romper en llanto. Ella se separaba del hombre para marcharse, pero él la tomó de la mano.
—¡No te vayas! ¿Te puedo ayudar en algo?
Ella mira una vez más a la puerta de la oficina de su esposo, y el hombre lo hace, se puede escuchar los gemidos, por lo que él logra entender un poco la situación.
—soy Felipe Gutenberg
—sácame de aquí por favor— susurra Valentina
Felipe muy caballeroso, la agarra de la mano y caminan hacia la salida, la asistente, no es que le haya agradado que Valentina sufriera, pero si que se haya dado cuenta lo que su esposo es infiel hace.
Al salir de la constructora.
—¿A dónde quieres ir?— pregunto Felipe
—yo... Quiero ir a un lugar donde pueda llorar
—¿ Te llevo a casa?
—No.— Valentina fija su mirada en él, sus ojos miel, reflejan la tristeza
—esta bien, te llevaré a un lugar.
Estando en un bar, Valentina jamás había consumido alcohol, en sus 23 años de edad, siempre ha sido una chica sana y con valores.
—deberias tomar con calma
—me siento muy triste
—no llores, tu eres hermosa
—¿Entonces por qué mi esposo no me ama?
—¡porque es un idiota!
Valentina hace silencio, al ver la hora en su reloj, sabe que su esposo ya llegó.
—creo que ni mi ausencia le importa— hablo ella por lo bajo, ya me tengo que ir, fue un placer señor...
—Gutenberg
—eso...— hablo Valentina y se colocó de pié
—yo te llevo— insistió él
—no, y lo siento... Mucho... Haberte hecho perder el tiempo, me voy
Valentina siente un leve mareo, se siente rara porque lleva 3 años haciendo lo mismo, Esperar que Alexander llegue a casa para atenderlo.
—señorita— Vocifero Gutenberg, pero Valentina se subió a un taxi y se marchó dejándolo a él con la intriga
La chica vuelve a llorar, incluso el taxista se conmovió por ella, mientras fija su mirada en la ventana del auto, recuerda el día de su boda, deseaba ver una leve sonrisa en su esposo, pero era más frió que hielo.
Al llegar a la mansión Williams, Valentina se baja del taxi y le paga, luego con el corazón vuelto mierda, mira hacia su casa, ella sonríe con amargura y se adentra a la mansión.
Lo que ella no esperaba, es que su esposo la esperaba impaciente en la sala principal.
—¿Dónde carajos estabas Valentina?
—hola querido esposo— saluda ella con una triste sonrisa, y sus ojos llorosos
Ella sigue caminando para irse a su habitación.
—¡Valentina necesito que hablemos!— grito Alexander y a ella se le salen las lágrimas, simplemente no lo puede soportar, él la oye sollozar, lo cual es extraño porque nunca la ha visto llorar
Ella se gira para mirarlo a los ojos, solo unos traguitos le sentaron.
—¿¡Qué sucede contigo!?— pregunto Alexander muy furioso por el comportamiento extraño de Valencia
—querido esposo, tu afán de que yo llegara a casa, no es porque estés preocupado por mi, porque me ames, y deseabas verme, no es porque te gusten mis atenciones, si no porque vienes decidido a pedirme el divorcio... ¿No es así?