Renace en un mundo magico decidida a cambiar el destino de Ruby.
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
** Todas novelas independientes **
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Engaño
Nayarei había conseguido averiguar la hora exacta de la reunión del duque con los hombres relacionados con el metal.
Nayarei: Mi señora… debemos seguirlo y ver que hace.
Ruby asintió, con la mirada brillante, y ambas se escondieron en un carruaje que se mantenía a una distancia prudente.
Ruby: bien, esperamos y observamos sin que nos vean, y tomamos nota de todo.
Llegaron a una posada, antes de que el duque y sus acompañantes aparecieran, y se ocultaron cerca de la entrada, detrás de unos carros y barriles. El aire estaba frío, y la luz de la luna apenas iluminaba la calle empedrada.
Pasaron unos minutos que parecieron horas, hasta que finalmente Orlando apareció, caminando con paso firme y serio, seguido de dos hombres con aspecto de comerciantes. Se detuvieron en la entrada de la posada, y Ruby pudo escuchar fragmentos de su conversación aunque trataban de hablar bajo.
Orlando: ¿Todo listo para el trato?
Los hombres asintieron, revisando documentos que llevaban en las manos, mientras miraban de reojo a Orlando como quien teme a un hechizo inesperado.
Ruby y Nayarei observaban desde su escondite, respirando en silencio mientras los hombres y el duque hablaban en voz baja frente a la posada.
Uno de los hombres extendió un documento hacia Orlando, y le dijo algo que hizo que Ruby contuviera el aliento..
—Este es un documento que tu esposa debe firmar. Es sobre una herencia que le pertenece, si la duquesa Ruby firma, su padre lo perderá todo… despues de la firma de la duquesa, la resolución imperial llegara en un mes a la casa del conde
Orlando asintió, sin dudar, con el semblante serio, mientras tomaba el documento en sus manos.
El otro hombre le advirtió..
—Eso te traerá problemas con tu esposa, señor…
Orlando lo miró con frialdad y respondió:
Orlando: Ella no me interesa.
Ruby sintió un vacío en el pecho, una punzada de dolor que la hizo apartar la mirada. Lloró amargamente, en silencio, sin que Nayarei pudiera acercarse a consolarla. Cada lágrima era un recordatorio de que el hombre que ella amaba aún estaba dispuesto a usarla como herramienta en su venganza.
Los minutos se hicieron eternos hasta que finalmente Orlando y los hombres se marcharon,.. Ruby permaneció unos instantes sentada, temblando, intentando controlar sus emociones mientras sentía que su mundo se tambaleaba.
—Mi señora… —susurró Nayarei— ¿está bien?
Ruby la miró, secándose las lágrimas, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Ruby: Sí… estoy bien —dijo con voz firme, aunque por dentro sabía que esa noche, algo dentro de ella había cambiado para siempre.
Esa noche, Ruby se recostó en la cama, con la frente levemente humedecida por el calor.
Ruby: Me duele la cabeza
él la miró de inmediato, notando que algo andaba mal.
Orlando: Déjame ayudarte ..
Volvió al cabo de unos minutos con una taza de té humeante y unas hierbas medicinales que había preparado con cuidado.
Orlando: Bebe.. Te hará sentir mejor.
Ruby lo observó mientras él acomodaba suavemente la almohada detrás de su espalda, se aseguraba de que estuviera cómoda y le pasaba la mano por el cabello para apartarle un mechón que caía sobre su frente.
Mientras lo miraba, una idea cruzó su mente, tan clara como una daga..
[Finges muy bien estar enamorado, duque… pensó. Demasiado bien.]
Aun así, no dijo nada. Bebió el té lentamente, dejando que él permaneciera a su lado, cuidándola, mientras su mente trabajaba a mil por hora. Cada gesto de Orlando era real… o al menos parecía serlo. Y Ruby sabía que debía descubrirlo antes de dejar que su corazón cayera completamente en la trampa..
Al día siguiente, Orlando no se separó de Ruby ni un instante.
La cuidaba, la besaba suavemente, peinaba su cabello con delicadeza, se aseguraba de que comiera y bebiera a tiempo. Parecía que nada más en el mundo importara excepto ella.
Ruby lo miraba mientras sentía que su corazón se relajaba, pensando que quizás.. solo quizás, él podía estar siendo honesto..
Pero en un momento, Orlando se acercó con un sobre y unos documentos.
Orlando: Firma esto —dijo, con voz tranquila.
Ruby levantó la mirada, sorprendida.
Ruby: ¿Qué es?
Orlando. No es nada, querida. Es solo para la compra de unos caballos que quiero regalarte.
Ruby: Confío en ti.. confío en tus besos y en tu amor… así que firmaré lo que me entregues..
Orlando bajó la vista un instante, incapaz de sostener su mirada. Fingió toser para disimular su nerviosismo.
Ruby tomó la pluma y firmó los documentos, apretando los puños con fuerza para no llorar.
Dentro de ella, un dolor silencioso la atravesaba.. la certeza de que estaba siendo usada como instrumento en la venganza del duque.. Pero por fuera, nada se veía.. solo la calma de una duquesa obediente, confiada, que ocultaba su tormenta interior.
Al dia siguiente, Ruby se limpió discretamente una lágrima, sin que Orlando la notara. Sabía que su padre era un hombre despiadado, y que perdería el dinero no le importaba realmente. Lo que le dolía era otra cosa… la traición, sentirse usada por Orlando.
Para disimular, se giró y le preguntó con voz suave, casi jugando..
Ruby: ¿Cómo me queda este vestido?
Orlando la miró con intensidad, evaluando cada detalle, y respondió con sinceridad aparente:
Orlando: Te ves hermosa.
Ruby sonrió, pero sus ojos brillaban con un matiz de ironía mientras se volvía hacia Nayarei.
Ruby: Si mi esposo dice que me queda hermoso… es porque es la verdad. Porque mi esposo no me miente, y nunca me ha mentido. ¿Cierto, querido?
Orlando la miró de frente, sin vacilar, con esa mezcla de autoridad y pasión que lo caracterizaba.
Orlando: Así es —dijo, con voz firme y segura.
Ruby suspiró, conteniendo la mezcla de dolor y curiosidad que sentía por él. Sabía que podía manipular la situación con palabras, con gestos, y que mientras Orlando fingiera, ella podía observar, aprender y planear..