El Alfa Caído

Capítulo I: El Alfa Caído

La lluvia cubría mi cuerpo, haciendo que las heridas ardieran con cada gota. La noche era completamente oscura, y el frío me calaba hasta los huesos. Mi ira contenida hervía en mi pecho. No entendía qué estaba ocurriendo. Hace apenas unos minutos estaba peleando contra la manada enemiga, y ahora me encontraba en un lugar desconocido, rodeado por dos alfas que me miraban con repugnancia.

Me incorporé y limpié la sangre de mi labio roto. Los recuerdos comenzaron a llegar: una batalla bajo la luna roja. Garras. Fuego. Una voz gritando mi nombre: Raegon. Un rugido que no era mío, pero que sentía en el pecho. Y luego, la traición. El filo de una lanza atravesando mi espalda. El rostro del traidor… borroso.

Abrí los ojos de nuevo, solo para encontrarme en el mismo lugar: un campo de entrenamiento, rodeado por esos hombres. Mi respiración era errática. Mi instinto me gritaba que debía atacar, dominar, liderar… pero mi cuerpo no respondía. Era un omega. Mi nuevo rol me encadenaba a la sumisión, sin fuerza para luchar.

—Oye, hermoso, no estés tan a la defensiva. Solo queremos jugar un rato. Vamos, admítelo. Además de nosotros, nadie más te voltearía a ver —dijo uno con una sonrisa asquerosa. Lo miré con odio puro. ¿De verdad pensaban que podían aprovecharse de mí?

—Ven aquí... Uhg —solté un fuerte golpe en su rostro, haciéndolo caer al suelo. Su secuaz intentó lanzarse hacia mí, pero le bloqueé la visión arrojándole tierra a los ojos. Luego lo golpeé con una rama cercana.

—No sé de dónde carajos sacaron valor para querer joderme, pero les advierto: no se metan conmigo, a menos que quieran morir.

Caminé, pasando por encima de esos dos alfas repugnantes, no sin antes darles una patada en el estómago. Según mis memorias mezcladas, tenía una casa cerca de aquí, aunque aún estaba confundido.

Hace un momento era Raegon, alfa de una manada poderosa. Luchaba contra el enemigo que deseaba apoderarse de nuestro territorio. Ahora soy Aeris Lysander, omega, hijo no deseado de un líder. Al llegar a lo que creo que es mi casa, me encuentro con tres personas: un hombre que, si mis recuerdos son correctos, es mi padre; un joven (mi hermano mayor); y otro hombre más delicado (mi padre omega).

—Cariño —el hombre más delicado se acercó a mí y revisó mi rostro. Lo aparté y continué mi camino. No tenía nada que decirles. Solo quería descansar y ordenar mis pensamientos. No entendía qué había pasado ni cómo acabé aquí, pero de algo estaba seguro: seguía en mi misma línea de tiempo. Haré todo lo posible por encontrar a quienes me traicionaron y descubrir qué ocurrió.

Pasé toda la noche organizando mis recuerdos. Ahora soy Aeris Lysander, de 17 años, hijo de un líder respetado. Pero al ser omega, soy rechazado por él. Mi padre omega es el único que me quiere, mientras que mi hermano mayor, un alfa, comparte las creencias ridículas de nuestro padre: considera a los omegas débiles e inútiles. Me miro en el espejo. No los culpo. Yo también fui un alfa que veía a los omegas como simples máquinas para tener hijos. ¿Será este mi castigo por todos los que humillé?

—¿Cariño? —mi padre omega entra a la habitación—. No bajaste a desayunar. Estoy preocupado. ¿Sigues molesto por lo del matrimonio? - Lo miro en silencio. Él no tiene la culpa. Además, acaba de perder a su hijo. No debería ser duro con él.

—Estoy bien. Obedeceré las órdenes de mi padre —dije con firmeza. Fui prometido a un líder muy fuerte, cuyas tierras están cerca de las mías. Aunque no conocía su tribu, sí sabía de su poder. Si me convierto en líder de ellos, podré recuperar mi territorio.

—¿Lo dices en serio? —me preguntó con los ojos llorosos. Un impulso me llevó a limpiar sus lágrimas. Al hacerlo, me di cuenta del error y me alejé rápidamente. Aún tengo sentimientos por ese omega.

—Lo digo en serio. Lo pensé bien. No veo tan mal casarme. Domaré a mi esposo y me haré cargo de sus tierras. Cuando vuelva a verte, probablemente ya sea un gran líder.

Él se ríe con fuerza. Le lanzo una mirada fulminante.

—Ay, cariño, sigues con esas ideas —acomoda mi cabello y sonríe con dulzura, aunque con tristeza en los ojos—. Los omegas no somos más que objetos, máquinas para traer vida. Adornos para los alfas. Pero no voy a negarte que me gustaría que tú y yo tuviéramos un trato igualitario.

Sale de la habitación, no sin antes pedirme que baje a comer. Sus palabras me hacen ver algo que nunca vi como alfa. ¿Tan mal son tratados los omegas?

La respuesta llegó rápido. Al bajar a desayunar, la mesa estaba llena de proteínas, pero en el plato de mi padre omega y el mío solo había arroz y verduras.

Aeris: Vaya porquería —dije, levantándome para tomar carne y colocarla en mi plato.

—¿Qué crees que haces? —alzó la voz mi padre alfa. Lo ignoré y seguí comiendo. Cuando intentó gritarme, lancé el cuchillo de mesa, que pasó cerca de su mejilla y se clavó en la pared.

—Desde ahora habrá nuevas reglas. Yo soy quien manda. Ustedes no tienen derecho a decirme qué debo o no hacer.

Mi hermano intentó intervenir, pero se quedó en silencio al ver mi mirada. Por un momento, vi terror en sus ojos.

Terminé de comer y volví a mi habitación. Preparé todo para irme. Ya debía haberme marchado hace tres días, pero me negaba a casarme. Eso ya no es un problema. Practiqué toda la noche y logré que mis feromonas fueran lo más dominantes posible. Sigo siendo un omega, sí… pero uno con una sed de sangre que nadie podrá ignorar.

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Nueva historia, espero les guste mucho y me acompañen en esta nueva aventura

Besos y bendiciones para todos ustedes 😘🙏. Y espero que apoyen mucho está obra 😊