💔🔥 ZADDY: ¡Recuperando a mi Esposa! 🔥💔
Perdió a la mujer de su vida... Ahora hará lo imposible para recuperarla.
Gerónimo Báez lo tenía todo: poder, éxito y una esposa leal que lo amó por más de veinte años. Marla Andrade de Báez, una mujer fuerte y empoderada, fue su compañera incondicional… hasta que él lo arruinó todo.
🔥 La crisis de los 40 lo golpeó.
💣 Un error. Un desliz. Una traición imperdonable.
Marla no era una mujer que se quedara llorando. Con dignidad, lo dejó atrás. Se convirtió en la versión más poderosa de sí misma, mientras el mundo la aplaudía… y él la veía desde la distancia.
💔 Gerónimo ahora es el villano de su historia.
Pero hay algo más, algo que nadie ha visto… y que él no puede revelar.
🔹 La verdad está oculta entre mentiras y apariencias
🔹 Las pruebas lo condenan.
🔹 El mundo la alienta a seguir adelante sin él.
Pero Gerónimo no está dispuesto a rendirse.
🔥¿Su amor será suficiente para obtener una segunda oportunidad?
🔥¿O Marla seguirá adelante…?
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1. Una traición
🌟Hola, preciosas. ¡Súper emocionada de iniciar y compartir con ustedes esta nueva historia!🌟
POV Gerónimo
—Según los análisis de los votantes que tenemos, hemos evidenciado que el 30 % de los votantes son hombres mayores de 40 años, y un 20 % son mujeres de esa edad —expone Peter, el analista de datos, señalando la gráfica.
Observo las líneas ascendentes y descendentes. Los jóvenes serán decisivos en las próximas elecciones, eso está claro. Pero hay algo que me inquieta.
—Sin embargo, hay una baja participación entre los adultos de 30 a 40 años —señala—. Han perdido la confianza en el sistema. Debemos encontrar una manera de que regresen.
Levanto la mano pidiendo la palabra. Arnold me la cede.
—Habla.
—Podría encargarme de ese sector de la población. Puedo pensar en nuevas estrategias que los animen a ir a las urnas.
Arnold levanta la mano en un gesto que me obliga a detenerme.
—No, Gerónimo. Hemos visto la acogida que tienes dentro de los jóvenes, especialmente entre las jovencitas. Ahí es donde te quiero.
Frunzo el ceño. No me gusta el rumbo de esta conversación.
—Pero, Arnold… siempre he trabajado en las campañas con Marla…
Me interrumpe de nuevo. Ni siquiera lo duda.
—Bien dijiste que habías trabajado.
Su tono es firme, inamovible, incuestionable. Me queda claro que ya tomó una decisión.
—Ahora necesitamos darle espacio a la juventud. Ellos son la nueva fuerza, y en sus manos está la decisión.
Siento un latido punzante en las sienes.
"¿Acaso quiere decir que mi mujer está vieja?"
Mis puños se cierran bajo la mesa. Me esfuerzo en mantener la expresión neutra, pero la rabia se instala en mi pecho como un peso insoportable.
"¿Cómo esperan que le diga esto a Marla… sin que suene como una traición?"
"¿Cómo le explico que la están cambiando por alguien más joven… sin destrozarla?"
—Gerónimo, no te tomes esto personal.
La voz de Marco me devuelve a la sala. Me mira con esa expresión neutra que siempre usa cuando cree que está diciendo lo correcto. Pero esta vez suena diferente. Más distante.
—Soy tu amigo y aprecio a Marla, pero debemos avanzar.
"¿Avanzar?" Como si ella fuera un obstáculo. Como si todo su trabajo no valiera nada.
Mi respiración se vuelve pesada. No quiero cerrarme, pero esto no es solo trabajo.
—Hemos contratado un grupo de jóvenes que formarán parte de tu equipo… entre ellos está mi hija, Brenda, quien te ayudará a dirigirlo —interviene Arnold.
"¡Ahhh claro...! Ahora todo encaja. No es solo un cambio de estrategia. Es una jugada."
Suspiro profundo y alterno mi mirada entre Arnold y Marco, incrédulo.
—Pero tu hija es modelo. ¿Qué tiene que ver en una campaña política?
Arnold suelta el botón de su chaqueta con tranquilidad y me mira con esa arrogancia disfrazada de lógica implacable.
—Brenda estudió política internacional y tiene una especialización en comunicación social. El modelaje fue solo un pasatiempo. Tiene muchos seguidores, principalmente jóvenes de su edad, y nos ayudará a atraerlos a nuestro lado. Ella será la nueva jefa de prensa.
Frunzo el ceño.
—¿Jefa de prensa…? —repito, incrédulo. Es una responsabilidad enorme para alguien sin experiencia, pero Me guardo el comentario—. ¿Por qué no la integras a otro equipo? —protesto, intentando no sonar demasiado obvio.
—Primero, porque confío en ti… segundo, eres el mejor, y quiero que aprenda de ti.
Cierro los ojos por un momento, intentando controlar la frustración que me carcome.
"¿Cómo le diré a mi esposa que ha sido reemplazada por alguien más joven?"
"¿Y que, además, viajaré y prácticamente viviré con ella durante los próximos 12 meses?"
"Esto es una mierda."
Renunciar ahora sería un golpe demasiado fuerte. He luchado por esto durante años. Pero aceptar significaría pasar un año entero con alguien que no es mi esposa, dejándola atrás.
¿Vale la pena?
Arnold se levanta de su silla y camina hacia la puerta de cristal abriéndola.
—Hija, ven. Te voy a presentar al equipo de trabajo para las próximas elecciones.
La joven entra con paso seguro, sus caderas balanceándose con confianza. No se puede negar que es hermosa, pero su mirada tiene un brillo que me pone en alerta.
—Papi, ya los conozco… —responde con una sonrisa ladeada, deslizándome una mirada evaluadora de pies a cabeza.
La incomodidad se instala en mi pecho.
—Ven, te los vuelvo a presentar —insiste Arnold—. Ellos serán tu apoyo. Durante los próximos 12 meses, seremos una familia.
Me levanto para estrecharle la mano, pero ella se acerca sin vacilar y me besa demasiado cerca de la comisura de los labios.
Me alejo con discreción, apretando la mandíbula.
—Hola, Gerónimo… —murmura con voz melosa antes de lamerse los labios con descaro.
Respiro hondo y mantengo mi postura profesional.
—Buen día, Brenda —respondo con tono seco.
Ella sonríe, bajando la mirada lentamente, con un gesto que pretende ser casual, pero que está lleno de intención.
—Puedes llamarme Bre… Ya que seremos los mejores amigos.
"¡Dios…! Esto será un maldito problema."
Arnold la presenta al resto del equipo, pero yo solo pienso en salir de aquí.
—¿Qué tal si para celebrar vamos a almorzar? —propone Brenda con una falsa inocencia en la voz.
Me pongo de pie de inmediato. Durante mis 20 años de matrimonio, siempre he tratado de almorzar con mi esposa.
—Les agradezco, pero no puedo. Tengo un compromiso previo —digo con firmeza, dirigiéndome a la salida.
Arnold me detiene con la mirada. Su ceja se eleva con autoridad.
—Tu compromiso primordial es con la campaña. A partir de este momento, tu vida debe estar enfocada en ganar las elecciones. Así que no hay excusas.
"¡Maldita sea! ¿Quién se cree este imbécil para manipularme así?"
Mis puños se aprietan. Estoy a punto de estallar y mandar todo a la mierda, pero Marco se acerca con paso firme y me da unas palmaditas en el hombro.
—Cálmate, Gerónimo. Sabes que Arnold es un maldito adicto al trabajo. Vamos… relájate.
Respiro hondo y cuento mentalmente hasta cien, tratando de recuperar la serenidad.
Finalmente, asiento.
Brenda se toma la confianza de enlazar su brazo con el mío. Arnold ve mi incomodidad y suelta una carcajada.
—Hija, ven. Gerónimo actúa como si lo estuvieras seduciendo. No entiende que los jóvenes son más espontáneos, más libres.
Ella sonríe y me guiña un ojo con descaro.
—Tranquilo, papi. Ya se acostumbrará… A propósito, debemos cambiar su guardarropa para que tenga una apariencia más joven y fresca.
Siento un escalofrío recorrerme la espalda.
"Esto solo va a empeorar."
GERÓNIMO BÁEZ "ZADDY"
Ahora sí doctorcita, aténgase a las consecuencias de sus palabras