LOS CREADORES DEL PASADO (VALERIAN WORLD)

Un grito que partió el alma de quien ya no tenía una. El sonido fue aterrador y lastimero, muchos lloraron durante horas al escuchar ese lamento que no sabían de donde venía.

Ahora, viendo a Raquel saltar alrededor del Nigromante como una luciérnaga obstinada, las piezas empezaban a encajar.

¿Y si…?

¿Y si esa sirena de entonces era Raquel?

¿Y si fue su pérdida lo que lo llevó a la locura?

El Nigromante de ahora era frío, pero no insensible. Estropeaba los regalos de Raquel, pero no los destruía. La evitaba, pero no la amenazaba.

"Él la recuerda", comprendió Elián. O al menos, su alma lo hace.

Se dio cuanta que de la otra vida era el ser más egoísta del mundo, no se había dado cuenta de muchas cosas y esta era una de ellas, había muchas vidas que se perdieron y también muchos amores que perecieron en el dolor y la pérdida.

Era claro que en la otra vida el monstruo era él, siempre había sido él, así que no se detendría en esto. Quiere que todo sea como tiene que ser. Además, tiene que pagar al destino, no lo dejará y había hecho un trato, y una promesa es una deuda.

Pero si Elián estaba en lo cierto, entonces Raquel era un blanco. El Juez de Almas estaría más que feliz si un ser tan siniestro tuviera un punto débil. Al igual que él, con su pichoncita, sería una tragedia que la pierda. Ahora Elian había descubierto que el Nigromante podía sentir algo…

Elián apretó los puños. No podía permitir que la historia se repitiera.

Sin decirle nada a Dely, ella no podía saber del pasado, no todavía, Elián tomó una decisión:

Vigilaría al Nigromante de cerca. Protegería a Raquel… incluso de sí misma. Y si el Juez de Almas intentaba algo… Bueno, ya había quemado reinos por menos.

Esa noche, Elián se plantó frente a la torre del Nigromante. No tocó la puerta. No hacía falta.

—Si lastimas a esa sirena —dijo en voz baja, pero con el peso de un trueno.

—Te vas a arrepentir, te aseguro que no habrá oscuridad que te esconda de mí —dijo Elian con una mirada de advertencia, él sabe muy bien lo que se siente al despertar de tu egoísmo y darte cuenta de que lastimaste a la mujer que amas y te ama como nadie.

Desde las sombras, dos ojos negros brillaron por un segundo. No hubo respuesta. Pero ambos sabían que era una promesa.

*_*

La gran sala del consejo estaba envuelta en un silencio pesado, roto solo por el crujir de las antorchas y el murmullo tenso de los líderes de los clanes. Elián, erguido en el centro, observaba con ojos de halcón.

Los patriarcas y matriarcas discutían con voces ásperas, sus rostros marcados por la desconfianza. El plan era arriesgado, sangriento, pero necesario.

—¿Aliarnos con los Sin Don? ¡Es una locura! —rugió el Patriarca del Clan del Lobo, golpeando la mesa.

—Esos débiles no son más que carne de cañón, añadió la Matriarca de las Sombras, con desdén.

Elián no se inmutó. Sabía que, aunque el método les repugnara, no tenían opción.

Los Sin Don —los humanos sin magia— habían sufrido lo indecible. Sus aldeas quemadas, sus mujeres e hijos masacrados bajo la acusación de adorar demonios. Y ahora, eran la pieza clave.

Miradas que Delatan Secretos

Mientras los clanes debatían, Elián notó los juegos silenciosos en la sala:

La Valquiria, de pie, junto a su tío mayor (un guerrero legendario con cicatrices que contaban batallas olvidadas), asentía con solemnidad. ¿Estaría al tanto del pasado de su hermano con Raquel?

El Nigromante, inmóvil en su rincón oscuro, fijaba su mirada gélida en el Rey Tritón —padre de Raquel—, quien a su vez lo observaba con recelo. ¿Mirando al suegro?, Elián casi sonrió. Qué irónico sería que el hombre más temido del reino estuviera calculando cómo pedirle la mano de una sirena a un dios marino.

Serafín, con mapas desplegados y voz firme, trazaba rutas de escape y puntos de ataque. Solo un objetivo importaba, salvar a Dely. Salvarse todos o de lo contrario solo serán un recuerdo.

—Si fallamos, no habrá clanes que unificar. Solo cenizas —declaró, clavando su mirada en Elián. Un mensaje claro. No importa el costo.

Se había preparado un plan desesperado, pero sería altamente eficaz, las cosas eran claras ahora, los Clanes tenían un motivo, sobrevivir y eliminar a esa gente, pasarían milenios para que se forme de nuevo una secta tan malévola, así que debían atacar de forma clara.

Elián alzó la mano, y el silencio cayó como un mazo.

—Vamos a colaborar con los Sin Don, el Rey de los Persianos ya ha aceptado, no quieren al juez de almas, sus hijos y esposa perecieron en sus manos y todo fue para controlarlos —dijo Elian mientras los gritos estallaron en el lugar, muchos no estaban de acuerdo con esto.

—Imposible…, Los Sin Don son traidores, no tienen lealtad de ningún tipo, además que son débiles, creen que sus armas son lo mejor que tienen, no son nada —dijo el Nigromante mirando a Elian con desaprobación.

—¿Aliarnos con los Sin Don? ¡Es una locura! —rugió el Patriarca del Clan del Lobo, golpeando la mesa.

—Esos débiles no son más que carne de cañón —añadió la Matriarca de las Sombras, con desdén.

Elian volvió a intervenir, entiende la desconfianza, pero no es hora de estar con pequeñeces.

—Los Sin Don no son débiles —dijo, recorriendo la sala con ojos llameantes.

—Son invisibles para el Juez de Almas. Sus armas no tienen magia… pero sus venenos, sus trampas, sí pueden matar a los sacerdotes.

Un murmullo de sorpresa. Nadie lo había considerado.

—Mientras nosotros los distraemos en el frente, ellos infiltrarán el Templo de las Almas. Y quemarán sus raíces.

El Clan Grau (maestros de la visión de dones y auras) asintió. Los Nigromantes (expertos en muertes silenciosas) sonrieron. Hasta el Rey Tritón gruñó su aprobación.

Pero entonces, la Valquiria habló:

—Mi hermano y yo cubriremos la retaguardia —dijo, con una mirada fugaz al Nigromante.

—Si el Juez intenta escapar… no llegará lejos.

Elián notó cómo el Nigromante apretó los puños. ¿Era por la misión… o porque Raquel estaría en peligro?