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Pecado De Poder

Pecado De Poder

Status: En proceso
Genre:Mafia / Malentendidos / Juego del gato y el ratón / BDSM / Apoyo mutuo / Cambio de Imagen
Popularitas:3.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Orne Murino

Brendam Thompson era el tipo de hombre que nadie se atrevía a mirar directo a los ojos. No solo por el brillo verde olivo de su mirada, que parecía atravesar voluntades, sino porque detrás de su elegancia de CEO y su cuerpo tallado como una estatua griega, se escondía el jefe más temido del bajo mundo europeo: el líder de la mafia alemana. Dueño de una cadena internacional de hoteles de lujo, movía millones con una frialdad quirúrgica. Amaba el control, el poder... y la sumisión femenina. Para él, las emociones eran debilidades, los sentimientos, obstáculos. Nunca creyó que nada ni nadie pudiera quebrar su imperio de hielo.
Hasta que la vio a ella.
Dakota Adams no era como las otras. De curvas pronunciadas y tatuajes que hablaban de rebeldía, ojos celestes como el invierno y una sonrisa que desafiaba al mundo

NovelToon tiene autorización de Orne Murino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 22: En las sombras

La noche había caído sobre Berlín con un aire más pesado de lo habitual. Brendan estaba sentado en una sala de reuniones oculta bajo uno de sus hoteles, un lugar donde solo se discutían asuntos que no podían salir a la luz. Viktor lo esperaba, como siempre, con un cigarro entre los labios y esa calma inquietante que lo hacía parecer inquebrantable.

—Esto se nos está yendo de las manos —dijo Viktor, sin rodeos—. Dos ataques en menos de 24 horas no son casualidad.

Brendan cruzó los brazos, sus ojos verdes oscuros por la tensión.

—Hay un topo, Viktor. Alguien cercano está filtrando cada movimiento.

—¿Sospechas de alguien? —preguntó Viktor, aunque su tono sonaba más como una prueba que una pregunta real.

Brendan se quedó en silencio unos segundos, pensando. Sabía que en su mundo, las lealtades eran tan frágiles como el cristal.

—No puedo descartar a nadie —respondió por fin—. Ni siquiera a algunos de los que estaban en la mesa el otro día.

—¿Incluyéndome? —Viktor sonrió de lado, con esa ironía que escondía peligro.

Brendan lo miró fijamente.

—Si llego a descubrir que sos vos, Viktor, no habrá un rincón en este planeta donde puedas esconderte.

La tensión entre ambos se podía cortar con un cuchillo. Después de unos segundos, Viktor soltó una carcajada seca y apagó su cigarro.

—Me gusta que no confíes ni en tu sombra, Thompson. Eso es lo que te mantiene vivo.

—Necesitamos un plan —dijo Brendan, dejando de lado la confrontación—. Voy a poner a mis hombres a revisar cada ruta, cada cargamento, cada llamada. Pero quiero una lista de todos los que han estado cerca de los envíos.

—Lo tendrás en la mañana —respondió Viktor—. Pero cuidado… si el traidor es tan bueno como parece, va a oler que lo estamos cazando.

Mientras tanto, en la mansión…

Dakota no podía quedarse quieta. Desde que Brendan había salido con Viktor, una sensación de inquietud le recorría el cuerpo. No confiaba en quedarse de brazos cruzados, esperando. Ella era de acción, siempre lo había sido.

Encendió un cigarrillo, inhalando el humo con calma, mientras observaba la ciudad a través del gran ventanal de la oficina de Brendan. El recuerdo de la balacera en el Red Velvet todavía le hervía en la piel. ¿Quién querría derribar a Brendan? La respuesta, sabía, estaba más cerca de lo que parecía.

Tomó su chaqueta de cuero, guardó su Glock y revisó el pequeño cuchillo que solía llevar atado al muslo. No iba a esperar permiso. Si Brendan pensaba que podía mantenerla al margen, estaba equivocado.

Una hora más tarde, Dakota estaba en las calles de Berlín, recorriendo un barrio donde sabía que los rumores de la mafia corrían rápido. Entró a un bar de mala muerte, uno de esos lugares donde la información fluía con más facilidad que la cerveza.

—Adams… —dijo el barman al verla—. Hace años que no te veía por acá.

—Necesito saber quién anda hablando de Brendan Thompson —dijo ella sin rodeos, apoyando un billete sobre la barra.

El hombre miró alrededor, bajó la voz y señaló con la cabeza a un grupo de hombres en una mesa del fondo.

—Ellos estuvieron preguntando por los envíos. Cuidado, Dakota. No parecen del tipo que toma bien las visitas.

Dakota sonrió con una frialdad que heló al barman.

—No me subestimes.

Se acercó a la mesa, caminando con la seguridad de quien no le teme a nada. Tres hombres la observaron, y uno de ellos, un tipo con barba de tres días y ojos oscuros, se inclinó hacia adelante.

—¿Qué hace la princesita Adams por acá? —preguntó con sarcasmo.

—Lo mismo que vos —respondió ella, apoyando las manos en la mesa—. Buscando información.

El hombre sonrió, pero no era una sonrisa amigable.

—Puede que te metas donde no te llaman.

—Puede que te rompa la cara si no me decís lo que quiero saber.

Los hombres se miraron entre ellos, como si estuvieran evaluando si valía la pena provocar a esa mujer. Y fue en ese momento cuando Dakota sintió que algo andaba mal. Uno de ellos movió la mano hacia su chaqueta, y en cuestión de segundos, ella reaccionó, sacando su arma y apuntando con una precisión letal.

En el escondite de Viktor…

Brendan revisaba informes cuando uno de sus hombres entró corriendo.

—Jefe, tenemos un problema. Dakota Adams fue vista en el barrio sur, en el bar de Möller.

Brendan sintió un golpe en el pecho.

—¿Qué carajo está haciendo allí sola?

—No lo sé, pero escuché que hay movimiento. Los hombres del traidor podrían estar rondando por esa zona.

Brendan no lo pensó dos veces.

—Prepará el auto. Si a Dakota le pasa algo, juro que esto se va a convertir en una masacre.

En el bar…

La tensión escaló en segundos. Los tres hombres se levantaron, y uno intentó rodear a Dakota. Ella, con una sangre fría impresionante, retrocedió dos pasos, apuntando con ambas manos mientras el cigarrillo se consumía en su boca.

—El primero que dé un paso más, termina con un agujero en la frente.

Pero uno de ellos no le hizo caso. Fue entonces cuando sonó el primer disparo.

Brendan estaba a menos de diez minutos. La imagen de Dakota rodeada por esos tipos lo estaba volviendo loco.

—Sostenete, Adams. Sostenete para mí.

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Mirta Liliana Lopez
me encanta esta novela. Mis Bendiciones escritora.
Anya Escorihuela
demasiado brutal cada capitulo ame está novela 😍😍😍😍
Ana marleny Torres ramires
exelente pero muy corta
Orne Murino: muchas gracias todavía no la termino! quedan cosas por venir🤭🤭
total 1 replies
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