En un reino lejano y mágico llamado Lumaria, vive una valiente princesa llamada Isabella, que siente una conexión especial con la naturaleza y las criaturas mágicas que habitan el bosque encantado que rodea su castillo. Un día, mientras explora el bosque, se encuentra con Luna, un hada madrina que le revela que ha sido elegida para una misión crucial: salvar al reino de la oscuridad que amenaza con consumirlo.
Con determinación, Isabella acepta el desafío y se embarca en una aventura llena de peligros y maravillas. A lo largo de su viaje, se encuentra con seres mágicos como duendes traviesos, unicornios majestuosos y dragones. Además, conoce a Alejandro, un joven mago que se convierte en su leal compañero de viaje. Juntos, enfrentan la malvada bruja Morgana, quien ha sumido a Lumaria en la oscuridad con sus hechizos malignos.
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Capítulo 1: El Susurro del Bosque
El sol se filtraba a través de las hojas de los árboles, creando un mosaico de luces y sombras en el suelo del bosque. Isabella, una joven princesa de catorce años, caminaba por el sendero, disfrutando del aire fresco y del canto de los pájaros. Su larga cabellera dorada ondeaba con la brisa, y su vestido de lino blanco se movía suavemente mientras avanzaba.
—Isabella, ¡espera! —gritó su amiga Clara, corriendo tras ella con una canasta de flores silvestres en la mano.
Isabella se detuvo y giró, sonriendo a su amiga. Clara tenía una energía contagiosa que siempre iluminaba sus días.
—¿Qué pasa, Clara? —preguntó Isabella, mientras su mirada se perdía en el espesor del bosque.
—Estaba buscando estas flores para la corona que planeo hacerte. ¡Mira qué hermosas son! —dijo Clara, levantando la canasta con orgullo.
—Son preciosas. Pero, ¿no crees que deberíamos regresar al castillo? Mi padre está preocupado por mi ausencia —Isabella miró hacia el camino que conducía de vuelta a casa.
Clara frunció el ceño, claramente no dispuesta a dejar que la diversión terminara.
—Un poco más, Isabella. Solo un poco más. He oído rumores sobre un lugar encantado más adelante. Dicen que hay un lago donde los unicornios vienen a beber. ¡Imagina que pudiéramos ver uno!
La idea hizo que Isabella se sintiera intrigada. Aunque sabía que debía ser prudente, la emoción de la aventura la envolvía.
—Está bien, solo un poco más. Pero no podemos alejarnos demasiado —dijo Isabella, sintiendo el tirón de la curiosidad.
Las dos amigas se adentraron más en el bosque, riendo y charlando sobre su vida en el castillo. Sin embargo, a medida que se adentraban, un suave susurro comenzó a llenar el aire.
—¿Escuchas eso? —preguntó Isabella, deteniéndose en seco.
Clara frunció el ceño y se quedó en silencio. El susurro parecía venir de todas partes y de ninguna a la vez.
—Es como si el bosque estuviera hablando —murmuró Clara, con los ojos abiertos de par en par.
El sonido era un eco suave, casi melódico, que parecía llamarlas. Isabella sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero también una extraña atracción hacia la fuente del sonido.
—Vamos a investigar —dijo Isabella, tomando la mano de Clara.
Las dos se adentraron en el bosque, siguiendo el susurro. Cada paso las llevaba más lejos del sendero conocido. Las sombras se alargaban mientras el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos dorados y púrpuras.
—Isabella, no me gusta esto. Deberíamos regresar —dijo Clara, con un tono de preocupación creciente.
—Solo un momento más. Estoy segura de que es solo el viento —Isabella intentó tranquilizarla, aunque en el fondo también sentía una punzada de inquietud.
Finalmente, llegaron a un claro. El susurro se intensificó, resonando en el aire como si el bosque estuviera vivo. En el centro del claro, había un árbol inmenso, con raíces que se extendían como serpientes por el suelo.
—¿Qué es esto? —preguntó Clara, mirando con asombro.
Isabella se acercó al árbol, tocando su corteza rugosa. En ese instante, una luz suave comenzó a emanar del árbol, iluminando el claro. Isabella retrocedió, sorprendida.
—¿Qué está pasando? —murmuró Clara, mirando a su alrededor.
Justo entonces, una figura diminuta emergió de la luz. Era un hada, con alas brillantes que reflejaban los colores del arcoíris. Su expresión era serena y sabia.
—Bienvenidas, jóvenes aventureras. Soy Luna, el hada madrina del bosque —dijo la criatura con una voz suave y melodiosa.
Isabella y Clara intercambiaron miradas de asombro y emoción.
—¿Un hada? —exclamó Clara, con la boca abierta—. Esto es increíble.
Luna sonrió, moviendo sus alas delicadamente.
—He estado esperando que llegaran. El bosque necesita su ayuda. Una sombra oscura amenaza a Lumaria, y solo ustedes pueden traer de vuelta la luz.
Isabella sintió un escalofrío de emoción recorrer su cuerpo. Aunque era una princesa, siempre había soñado con aventuras, y ahora se le presentaba una oportunidad real.
—¿Qué debemos hacer? —preguntó Isabella, con determinación en su voz.
Luna se acercó, sus ojos brillando con intensidad.
—Deben encontrar el Corazón de la Magia, un artefacto antiguo que se esconde en el Reino Perdido. Sin él, Morgana, la bruja oscura, seguirá extendiendo su poder sobre Lumaria.
—¿Morgana? —preguntó Clara, con una mezcla de temor y curiosidad—. ¿Quién es ella?
—Una bruja que fue desterrada hace mucho tiempo, pero ahora ha regresado —explicó Luna—. Su magia oscura ha comenzado a consumir el bosque y a los seres que en él habitan.
—¿Y cómo podemos encontrar el Corazón de la Magia? —preguntó Isabella, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
Luna sonrió, pero su mirada se tornó seria.
—El camino no será fácil. Deben emprender un viaje a través de peligros desconocidos y enfrentar sus propios miedos. Pero si tienen valor y trabajan juntas, podrán lograrlo.
Isabella miró a Clara, quien parecía nerviosa pero emocionada al mismo tiempo.
—¿Estás lista para esto? —preguntó Isabella.
Clara respiró hondo, asintiendo con determinación.
—Sí, lo estoy. Juntas, podemos hacerlo.
Luna asintió, satisfecha con su respuesta.
—Entonces, escuchen con atención. El primer paso es encontrar la Puerta del Bosque, que las llevará al Reino Perdido. Está oculta en el corazón del bosque, y solo aquellos con un corazón puro pueden hallarla.
Isabella sintió una mezcla de miedo y emoción. Sabía que su vida cambiaría para siempre, pero también sabía que tenía que intentarlo.
—¿Dónde está esa puerta? —preguntó Isabella.
Luna extendió su mano, señalando hacia un camino que se adentraba aún más en el bosque.
—Sigan ese sendero, y escuchen a su corazón. La Puerta del Bosque les revelará su ubicación. Ahora, deben irse antes de que la oscuridad los encuentre.
Isabella y Clara se miraron, y sin necesidad de palabras, supieron que estaban listas para la aventura que les esperaba. Tomaron una profunda respiración y comenzaron a caminar hacia el camino señalado.
—Isabella, ¿crees que podamos hacerlo? —preguntó Clara, con una pizca de duda en su voz.
—Sí, Clara. Juntas somos más fuertes. Vamos a salvar nuestro reino —respondió Isabella, con la determinación brillando en sus ojos.
Mientras avanzaban por el sendero, el susurro del bosque parecía guiarlas, llenando el aire con promesas de magia y aventura. A medida que se alejaban del claro y se adentraban en lo desconocido, tanto Isabella como Clara sabían que su vida nunca volvería a ser la misma. La luz del reino dependía de ellas, y estaban listas para enfrentarse a cualquier desafío que se les presentara.