El Mafioso, Sus Hijos Y La Profesora

Hace una semana que llueve sin cesar esa noche en particular es muy fría, y la oscuridad se esparce por la ciudad, Carter Bruce llega a su casa como todos los días después de una larga y agotadora jornada de trabajo.

Baja del auto bus y camina bajo la lluvia, las tres cuadras para llegar a su hogar donde lo espera su amada esposa Amelia y sus tres pequeños hijos, Alejo, Donovan y Yulisa.

Al llegar ve un lujoso auto en la calle frente a su casa, no presta atención y entra a su hogar, encontrando a su querida esposa sentada en el regazo de otro hombre.

Amelia : al fin llegas, bien me voy y no me busques, te dejo los papeles del divorcio.

Carter: no entiendo que sucede?

Amelia : que va a suceder me canse de esta vida sin futuro, una mujer como yo merece lujos, viajes y tú que puedes darme, miseria y esos mocosos.

Hector: cariño nos vamos

Amelia se va con Hetor Guzmán un joven muy rico.

Carter queda destrozado mirando a la nada sus hermosos ojos azules se vuelven cada vez más rojos por las lágrimas que no dejan de bajar por sus mejillas, se queda ahí donde está varias horas, hasta que siente el pequeño llanto de uno de sus hijos.

Entumecido por estar arrodillado en el suelo de la pequeña sala.

Al llegar al dormitorio de sus hijos su niño mayor de tan solo dos años está despierto y sus pequeños mellizos de cuatro meses duermen muy tranquilos.

Carter toma en brazos a su hijo para calmarlo y hacer que se vuelva a dormir, una vez que el pequeño se duerme queda mirando a sus niños, así pasa horas.

Al ir a su habitación donde dormía con su esposa arriba de la cama están los papeles del divorcio, los lee, mira todo a su alrededor mientras se sienta en la cama no puede creer lo que sucede, piensa que es una pesadilla y pronto despertará de ella y a su lado estará su bella esposa.

La oscura habitación cada vez va quedando más fría sin nada más que pueda hacer firma los papeles dejándolos sobre la mesita de noche.

Se tira en la cama cerrando sus ojos hinchados de tanto llorar por lo que le está pasando, por no escuchar a su madre cuando le advirtió sobre Amelia.

Al otro día se levanta más temprano de lo normal prepara un bolso con cosas para sus hijos, coloca a los dos bebés en su carriola y toma de la mano a su hijo Alejo, llegando a casa de su madre para que cuide de sus niños para ir a trabajar.

La señora Carmen mira a su hijo, ese bello rostro que refleja tristeza y agotamiento, solo lo abraza dando sin palabras el consuelo tan deseado, y necesitado por su hijo.

Carter deja a sus pequeños hijos y va rumbo al pequeño estudio de abogados que trabaja desde hace tres años.

Carlos Lopez el dueño del estudio es un anciano que maneja pocos casos, pero le ha llegado un viejo conocido para que le ayude con la defensa de un cliente.

El señor Carlos llama a su único empleado Carter para que sea el representante del señor Dimitri Petrov.