Hallaron el fruto prohibido

El calor de nuestros cuerpos irradiaban nuestra escencia como chispas. Algunas veces Soran dejaba escapar su electricidad causándome cosquilleos. Y con el tiempo fui apresurando el paso de mis embestidas. Él hundía sus uñas en mi espalda por el agudo placer y gemía sin control.

Mientras que yo jadeaba ligeramente y las gotas de sudor se esparcían. Soran me sonrió travieso en medio del acto. Me vine por su expresión, nunca me habían sonreído mientras tenía sexo.

Dibujé un pequeño encantamiento en el vientre de Soran para que no quedara embarazado. En este mundo no existen los condones, pero ese encantamiento es muy efectivo siempre y cuando no te vengas muy seguido.

Después de haber disfrutado tal fantástico momento nos vestimos y me quedé observando el muérdago, con esto nosotros nunca nos convertiremos en enemigos. Sí te besas con alguien debajo del muérdago serás bendecido con el amor y paz. La persona a la que besaste será tu aliado por el resto de su vida. Un paso importante, porque según la profecía de la bola de cristal, Soran es el compañero del héroe. La principal persona que ayudará a las hadas a destronarme.

—¿Qué es eso?— Se dirigió Soran al pilar con el extraño romboide.

—Alguna especie de artefacto bendito, tal vez mantenga la magia de este jardín— Él tocó la punta del prisma y éste encandiló una fuerte luz. Me alejé y cubrí debido a la sensación divina que emanó.

Para cuando dejó de emitir luz, Soran dejó salir un doloroso alarido y cayó sosteniendo su pecho. —¡Soran! ¿Qué pasa?— Me arrodillé a auxiliarlo.

—¡Me arde!— El pilar comenzó a mostrar letras que fueron iluminadas temporalmente. Las leí rápidamente entendiendo «La verdad oculta será revelada».

—¿Dónde te duele?— En su pecho observé una marca reciente, era el emblema de Edela y quitándole la camisa miré también su espalda, donde también apareció un símbolo; El de Orfeo. —¿Cómo es posible?— Aquellas marcas aparecen en los herederos de sangre real al nacer. Yo tengo una en mi brazo.

—¿Qué?— El miró el símbolo de su pecho estupefacto. —¿¡Qué es esto!?—

—¡Tranquilo!— Lo sujeté. —Soran, dime... ¿En verdad no sabes de tus orígenes?— Él negó asustado. —Parece que realmente eres un príncipe perdido... No me sorprende tanto ese hecho. Lo que sí, es que no compartes solo la sangre de una nación.—

—¿Cómo...?— Sus ojos mostraban pánico. Lo abracé tratando de calmarlo.

—Eres el príncipe de Edela, Soran, y también el de Orfeo—

—¿E-eso es malo?— Desesperado buscó alguna respuesta en mí.

—Depende de cómo lo veas... Para mí es perfecto— Sonreí malicioso. —Tú eres la clave para mi triunfo, Soran— Él se colocó la camisa pensante y se levantó desorientado.

—Kentin, sé que nuestros destinos son completamente distintos... Eres el príncipe de los demonios que algún día aniquilará a las hadas, eso dice la leyenda y tu profecía. ¿Es realmente lo que deseas hacer?— Debido a las razones que se acumularon en mis antiguas memorias ahora podía estar seguro de mis palabras.

—Sí—

—¿Por qué?—

—Porque debo recuperar mi nación, el lugar al que pertenecía mi raza. ¡Los dragones fuimos exterminados y desechados! ¡Mi raza tuvo que huir al mundo humano para salvarse!— Él se mantuvo atento a mis palabras. —Soran, tú más que nadie puede entenderlo... Tu reino es hostigado por los más poderosos.—

—Quiero dejarte en claro algo.— Me miró seriamente, rara vez él hacia esa expresión. —Yo creo en la justicia, sí lo que dices es cierto, entonces conviértete en un rey que trabaje en la igualdad de las razas y condiciones de las personas— Soran es un hada, así que no puedo despreciarlas, sería contradictorio.

Me aproximé amenazante, aún así él no cambió su semblante. —Bien, impartiré la justicia por nosotros— Hablé cerca de su rostro y nos vimos desafiantes. —Tú eres el único que puede ayudarme con ello, así que no te vayas de mi lado— Tomé su mano angustiado. —Ya que eres el heredero de Edela existe la posibilidad de crear la paz entre hadas y demonios. Conviértete en el príncipe de Edela, Soran... Querías vencer a Cyara ¿No?— Él se relajó completamente sonriendo.

—Lo haré, para salvar mi nación y a la tuya—

—¿Solo por eso?— Sonreí de medio lado.

—También para hacer a un lado a esa mujer por una vez por todas—

—Tú no flaqueas—

—El amor también es una guerra— Nos sonreímos mutuamente.

—Ven, todavía tengo que mostrarte algo—

—¿Qué? ¿No es suficiente emoción por una noche? Me duele el trasero...— Se quejó.

Tomando su áspera mano nos dirigimos a los pasillos, que en medio de las oscuridad se veían demasiado grandes para nosotros. Entramos a la biblioteca mágica y el rubio se impresionó con el lugar.

—¡Wow!— Emitió entusiasmado. —¿Qué clase de libros son estos?—

—Son grimorios, libros que albergan la carga de sus antiguos portadores—

—¿Son cómo esas armas divinas?— Yo asentí.

Uno de los libros flotó hasta estar frente a Soran. La portada tenía el mismo diseño que el mío, pero en color amarillo pálido y con bordados dorados majestuosos.

Soran tomó el grimorio y un destello lo abrió, hasta mostrar numerosos hilos dorados. Parecía funcionar parecido al mío. Entonces, el omega cerró los ojos desmayandose y el libro se cerró.

—¡Soran!— Se durmió, fue demasiada presión por una noche. Debí ser más cuidadoso, las hadas son tan frágiles como los humanos, con la diferencia que poseen el don de controlar el maana de su entorno. —Perdona, te cuidaré bien desde ahora— Saqué el mechón que cubría su cara. Mirando atentamente sus rasgos, son muy parecidos a los de Max. Definitivamente él es el hijo de ese tipo.

Tomé en brazos a Soran para salir de ahí junto a nuestros grimorios. No entiendo que pudo haber sucedido para que Max lo abandonara. Sé más que nadie que él no es un hombre cruel y sacando especulaciones, ya sabía la existencia de su hijo. ¿Por qué no lo reconoció?

Tal vez trataba de protegerlo ¿No suele un padre pensar en lo más beneficioso para su hijo? Pero, aún así... Que haya abandonado a Soran me hace odiarle más. Al ver las manos de Soran puedo estar seguro de todo su sufrimiento y siendo tan bueno no merecía una vida así.

Dejé al omega sobre su cama y lo vigilé. Los pequeños cuernos que tenía sobre su cabeza desaparecieron extrañamente. Espero no sea algo malo el que se hayan ido.

Por fortuna, los grimorios se hacen uno con su portador, así que no aparecerán a menos que los invoquen. Ojalá no se den cuenta que la habitación del subtarreo fue profanada mientras estamos aquí.

Salí de la habitación de Soran cerca del amanecer. Y me sorprendió encontrarme con alguien en la entrada. Un encapuchado con una máscara demoníaca me entregó una carta, tenía el sello de mi familia. Entré a mi cuarto para leerla.

Con solo leer la primera línea sentí un escalofrío “Querido hermano, ha sido un tiempo...” El actual líder de los demonios, mi hermano mayor me envió una carta. “Seguramente tu vida ha sido pacífica hasta el día de hoy, y lamento decirte que ya no será así. Porque tendrás que tomar el trono algún día. Padre quiere que hagas una alianza con las hadas para ese día, estoy seguro que discutió incontables veces sobre tus próximas acciones como futuro rey. Me gustaría agregar algo sobre ello, así que aprovechando tu visita al capitolio quisiera charlar contigo la próxima luna llena en el bosque imperial”

Quemé la carta en el fuego de una vela. Nunca fui muy cercano a mi hermano, me parecía ridículo que malgastara su tiempo holgazaneando en lugar de incrementar sus talentos. Además está mal de la cabeza, él asesinó a una de mis novias como el estúpido que es. Si tuviera que definirlo, es alguien insensible, sumamente temperamental y despiadado. Tendré una larga charla con Natalier Dracon.

Almorcé junto a Soran y Astolfo al siguiente día. —¿Pasó algo?— Me preguntó Soran. —Te ves distraído—

—¿Que si pasó algo...?— Quebré la copa en mi mano, asustando a Astolfo por el ruido. No podía estar más consternado, el maldito de Natalier es igual de egoísta que nuestro padre, me gustaría no verlo, sin embargo charlariamos sobre el futuro de nuestra raza.

No me había dado cuenta cuando Soran sacó los vidrios de mi mano y atendió mi herida. Envolvió con un pañuelo mi mano. —Aún no obtienes tu habilidad regenerativa, así que se más prudente— El pelirosa se encontraba tras las silla bastante asustado por mí.

—¿Qué es tan temible sobre mí?— Resoplé y Astolfo huyó.

Soran me dió un golpe en la cabeza. —Lo asustaste con tu mal humor, y no te diste cuenta de las terribles feromonas que descargas—

—¿Por qué no sientes nada?—

—No es que no sienta nada... Es solo que al ser un dominante al igual que tú puedo tolerarlo— Otro punto para nuestra compatibilidad.

—¿No te dice eso que estamos hechos para el otro?— Él se sonrojó, por un instante creí que se reiría, pero se mostró totalmente desprotegido. Él se veía como una pequeña oveja a punto de ser tragado por un lobo.

Estaba a un centímetro de tomarlo, no obstante la voz de mi padre me detuvo. —¡Kentin! Debemos hablar— Me levanté de mi silla, disculpándome con Soran por tener que irme.

Nos dirigimos a un salón donde no se encontraba nadie más. Él se sentó primero, así que educadamente esperé a su indicación para sentarme. A pesar de no tener un reino como tal en Aldona, es considerado como rey padre desde el momento que mi hermano se convirtió en rey de los demonios. Aún así, no lo comparan con la leyenda del regreso del rey demonio, ya que hizo un tratado con la emperatriz. La gente tiene miedo del siguiente en la línea al trono y ese soy yo. Mi hermano no se ha casado y seguramente no planea tener un sucesor.

—Tú perfectamente sabes todo el esfuerzo que ha puesto tu hermano para crear un lugar en este mundo. Él aún está levantando un reino en el suroeste—

—Sé bien lo que ha hecho por nuestra gente— Contesté, mientras él servía té para los dos.

—¿¡Entonces, por qué estás intimando con alguien diferente a tu prometida!?— Me lanzó la taza, que se hizo añicos al chocar contra la pared.

—Padre, seguí cada una de tus ordenes por dos vidas seguidas... Los resultados fueron claros—

—Él es un don nadie, que no te alzará en el futuro— Sonreí malévolo ante su frase.

—Yo seré quien decida, padre— Él se sujetó el puente de la nariz conteniendo su ira.

—Está bien, puedes tener de concubino a ese chico, pero Cyara seguirá siendo la principal— Mi cabeza comenzó a planear un montón de desastres.

—¿Y sí Soran me da mejores herederos?— Pregunté. —¿Y sí él queda embarazado antes que ella?— A mi padre se le salieron los ojos de la impresión.

—¿¡Qué es lo que estás planeando!?— Saltó de su asiento. —Chiquillo insolente...—

—Creo que te diste cuenta que Soran es mejor omega que Cyara— Levanté mi taza para tomar un sorbo.

—Ten cuidado con lo que dices y piensas— Advirtió. —En primer lugar, alguien con la inteligencia de Soran puede traicionarte fácilmente—

—¿Estás diciendo que me case con Cyara porque es estúpida? Ya que seré el futuro de los demonios, no me convendría tener de aliada a alguien que me dé todo el poder de su título—

—¡Sí obtienes todo el poder no tendrás que ponerte en peligro nunca más!— ¿Él está preocupado por mí? ¿O es solo una excusa?

—¿Qué es lo que quieres, padre?—

—Solamente la paz de nuestra raza—

—¿Y realmente se hará la paz si me caso con la princesa de Edela? Aunque la predicción dijera que es el mensajero de la paz, nada lo asegura— Dije. —Que me case con la princesa no hará que la gente nos vea con mejores ojos, tenemos que cambiar la mentalidad de las hadas y para ello hay que poner orden primero en este planeta— Me levanté de mi asiento.

—¡Hijo! ¡No puedes solo negarte! ¿Piensas tú mismo hablar sobre romper el matrimonio con el rey Maximus?— Deslumbré una sonrisa macabra antes de cerrar la puerta.

—Dime una cosa, Leviatán— Le hablé.

«¿Qué cosa?»

—¿Quieres que Max viva?— Se hizo un silencio.

«Sí...»

—Está bien, pero tú tomaste esta decisión por aquel bastardo... A cambio, dame todos tus poderes—

«Lo haré»

¿Tanto significa él para tí?

«Para mí Max es el tesoro de Margaret, pero sí no ves alternativas... Déjale esta decisión a Soran»

Leviatán es sensato y más racional de lo que esperé.

Cuando la luna llena tocó el cielo me encaminé a los bosques en busca de mi hermano.

—Lo esperábamos, príncipe— Dijeron el par de enmascarados llevándome al lugar.

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