Cortemos el pastel

La fiesta en la mansión Richi se acercaba a su fin, pero la tensión no había disminuido. Mientras la luz del atardecer se desvanecía, la atención se centraba en tres figuras en el jardín: Noemí, la detective Azul Ordóñez, y Milagros, la hija de Milton. Su inquietud no pasó desapercibida para Elena, quien, preocupada por la ausencia de Juan y cada vez más disgustada con la presencia de Noemí, observaba a las tres jóvenes con recelo. Elena las consideraba "invitadas mal vestidas", un detalle menor en comparación con la creciente preocupación por su hijo desaparecido.

Cuando las tres jóvenes se dirigían hacia la salida, Elena intentó interceptar a las jóvenes para averiguar su identidad y sus motivos, pero el momento crucial de cortar el pastel y la necesidad de la confirmación de la señora de la casa para el mayordomo les permitieron escapar. Sin embargo, antes de que pudieran alejarse, un grito desgarrador resonó en el salón.

- ¡Sangre! ¡Sangre por todos lados!, gritaba una de las invitadas, presa del pánico.

Elena, dejando de lado su curiosidad por las tres jóvenes, se dirigió hacia el salón. Mientras tanto, nadie había notado la ausencia de Marcela y Carlos del salón principal. La fiesta, que hasta ese momento había sido una muestra de opulencia y elegancia, estaba a punto de tomar un giro inesperado y aterrador. La invitada que había gritado, presa de un shock profundo, no dejaba de repetir sus palabras, describiendo una escena de horror.

Elena, asumiendo el control de la situación, llamó al personal de servicio para calmar a los invitados y a la banda musical que, con profesionalismo, trataba de continuar con su actuación. Cuando Elena intentó acercarse a la invitada para obtener más información, se dio cuenta de que la mujer no podía articular palabra. Siguiendo el rastro de sangre, Elena se dirigió al baño de mujeres, donde descubrió el cuerpo sin vida de Martina Grabado, la pareja joven del diputado. La escena era brutal, la sangre salpicaba las paredes, y la muerte se había colado en el corazón de la celebración.

Mientras tanto, en el jardín, Carlos, lejos de mostrarse conmocionado por el descubrimiento del cadáver, disfrutaba de la compañía de Marcela. Conocedor de cada rincón de su extensa propiedad, Carlos llevó a Marcela a un lugar apartado, un lugar donde los recuerdos de antiguas infidelidades permanecían ocultos. Con palabras elegantes y gestos caballerosos, Carlos se acercaba a Marcela, quien, consciente de su destino y de la situación en la que se encontraba, se dejaba llevar por la danza macabra de la noche. Poco a poco, se perdían en la oscuridad de los jardines, una oscuridad que prometía un final trágico.

Noemí, Azul, y Milagros, al escuchar los gritos de pánico, se detuvieron. Azul, asumiendo su rol como detective, pidió a las jóvenes que no se separaran. Mientras la detective se dirigía a auxiliar a la invitada en shock, Noemí, tomada de la mano por Milagros, aprovechó la confusión para escabullirse y dirigirse hacia los jardines, buscando a Juan, quien, oculto hasta ese momento, se encontraba en la mansión. La búsqueda de Noemí por su amado se entrelazaría con los terribles acontecimientos que se estaban desarrollando, una búsqueda que la llevaría a un encuentro inesperado con Juan, un encuentro que podría cambiar el curso de sus vidas para siempre. La oscuridad de la noche ocultaba secretos, mentiras, y una verdad terrible que estaba a punto de salir a la luz.

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