Sentados en la recepción del local, una atmósfera de observación y buena educación inundó la habitación, dificultando la conversación. Noemí pidió a Juan que esperara mientras ella y su madre pedían algo para cenar. Rápidamente, Marcela y Noemí dejaron a Juan solo, mientras Noemí esperaba la aprobación de su madre, a quien había admirado toda su vida. En su infancia, había visto en su madre un ejemplo de fortaleza ante un padre ausente y exigente, intentando reflejar esa fortaleza en su indiferencia social y su dedicación a los estudios.
Sin embargo, en ese pasillo estrecho, solo reinó el silencio. Marcela, conocedora de la necesidad de aprobación de su hija, prefirió esperar y no dejarse llevar por la primera impresión. Recordó cómo conoció al padre de Noemí, y con miedo a que su hija pasara por lo mismo, decidió dejar que el tiempo dictara su juicio. En el silencio tenso, observó cómo su futuro yerno se distraía con las mujeres que pasaban por el salón, sin pestañear, iniciando una conversación incómoda.
Marcela: ¿Dónde lo conociste?
Noemí: Es mi compañero de universidad, el más destacado; todas lo desean, y él se enamoró de mí. ¿No es maravilloso?
Marcela: Entiendo.
Cuando Marcela estaba a punto de dar su opinión, Noemí la interrumpió:
Noemí: Hoy me pidió casarnos.
Marcela: ¿Qué? Si recién lo conozco.
Noemí: Yo lo conozco hace cuatro años; empezamos a estudiar juntos.
Sorprendida, Marcela solo atinó a decir:
Marcela: ¡Qué bien! ¿Qué cenamos? Quiero hablar más con él.
En ese momento, Juan, educadamente, dijo: —Yo invito.
Con la mirada perdida en sus pensamientos, Marcela accedió, pidiéndole un favor: —Excelente, voy a preparar todo aquí. ¿Podrías ayudarme con una mesa que tengo en el fondo? Cenaremos más tranquilos.
—Seguro —respondió Juan, caballeroso.
Ambos se dirigieron a la parte trasera del local, un depósito de materiales que ya no usaba. En el camino, Marcela no dejaba de pensar en que no quería que su hija pasara por lo mismo que ella y observaba a Juan, quien le respondía esa mirada acosadora con una sonrisa, mientras en la otra parte del local Noemí buscaba el número para pedir pizzas.
Al llegar al depósito, Juan vio vestidos, maniquíes, metales y muebles oxidados, rollos de tela por todas partes. Marcela entonces pidió ayuda a Juan para mover la mesa que necesitaban para llevarla a donde se encontraba Noemí y poder compartir con ella. Pero al mover unas cajas, sin querer movieron un mueble viejo; unas viejas tijeras oxidadas cayeron al suelo.
Marcela, sin cuidado, siguió forzando la mesa; con la ayuda de Juan, derribaron el mueble viejo, que cayó lentamente sobre Juan. Confiado en su fuerza, no calculó un posible resbalón, perdiendo el control y presionando el mueble en su caída, incrustando aparentemente unas astillas en su cuerpo y su cabeza, propiciando un final inesperado y un último suspiro. Este no provenía de las miradas de admiración a las que estaba acostumbrado; esta vez venía de su propio ser, con resignación a lo que el destino, por ironía, le tenía preparado ese día.
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Updated 27 Episodes
Comments
Sandy Vergara
no se pero estoy confundida no entiendo
2025-02-25
1
Laura Barón
La trama de tu libro me hizo olvidar todo lo demás y solo puedo pensar en lo que pasará a continuación. (🤔🌟)
2024-05-26
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