Una familia

...6 años después......

...11 de abril del 2015...

—¿Qué demonios es todo esto?— pregunté, mirando a mi alrededor mientras el confeti caía sobre mí.

Ray se rió entre dientes y me miró con una sonrisa. —¡Sorpresa! Feliz cumpleaños, Hal—, exclamó, señalando hacia la decoración festiva que adornaba la habitación.

Fruncí el ceño con diversión y burla. —Sigues siendo tan infantil, Ray—, comenté, dejando escapar una risa.

Ray levantó las cejas con fingida indignación. —¿Te gusta o no la sorpresa? Porque si no, puedes irte al demonio—, respondió, juguetonamente.

Me acerqué a él y le di un ligero golpecito en el hombro. —No te lo tomes personal, Ray. Sé que lo haces porque me quieres—, le aseguré, con una sonrisa.

Ray simplemente sonrió y asintió. Era reconfortante tener a alguien como él a mi lado, alguien que había estado conmigo en las buenas y en las malas durante todos estos años.

Ray se levantó de su asiento con una sonrisa y dijo: —Voy a servir el pastel, ¿vale?—

Asentí con tranquilidad. —Está bien—, respondí, mientras me sentaba y encendía un cigarrillo.

Ray apagó las luces y encendió las velas del pastel. Mientras lo hacía, se volvió hacia mí y dijo: —Es especial verte cumplir 25, Hal. Has llegado lejos y estoy orgulloso de ti—.

Sonreí con calidez y respondí con sarcasmo: —Tus palabras son aún más bonitas cuando no tienes una resaca de mierda—.

Ray soltó una carcajada y me miró con complicidad. —Tienes razón—, admitió, antes de dirigirse hacia mí y colocar el pastel frente a mí. —Ahora, sopla las velas y pide un deseo—, me instó.

Tomé una profunda respiración y soplé las velas mientras pensaba en un deseo. Luego, miré a Ray y le di las gracias con una sonrisa sincera. A pesar de nuestras diferencias y los altibajos que habíamos enfrentado juntos, siempre había sido reconfortante tener a Ray a mi lado.

Ray me pidió que esperara un momento y regresó con una cámara en mano. Con una sonrisa traviesa, me tomó una foto mientras posaba para la ocasión. Luego, le sugerí que se tomara una conmigo, y Ray acomodó la cámara para que ambos saliéramos en la foto. Él me rodeó por la cintura con un gesto de amor y paz, y yo lo miré con una mezcla de burla y cariño.

Después de la sesión de fotos, finalmente comenzamos a servir el pastel. Mientras disfrutábamos de la dulce indulgencia, mi mente divagó hacia tiempos pasados. Recordé los días en los que Ray y yo solíamos escapar de nuestra antigua ciudad, buscando aventuras y desafiando las normas establecidas.

—¿Recuerdas cuando solíamos salir de la ciudad en busca de emociones?— le pregunté a Ray con nostalgia. —Esos fueron tiempos salvajes, ¿verdad?—

Ray asintió con una sonrisa nostálgica. —Sí, eran tiempos locos—, respondió. —Pero no los cambiaría por nada. Fueron esos momentos los que nos llevaron a donde estamos ahora—.

Sus palabras resonaron en mí, recordándome que, a pesar de las dificultades del pasado, habíamos encontrado nuestro camino juntos, forjando una conexión que perduraba a lo largo del tiempo.

Ray parecía recordar algo de repente y corrió hacia su habitación con prisa. Me quedé preguntándome qué podría tenerlo tan apresurado, pero no tardó mucho en volver y pedirme que cerrara los ojos. Apagué mi cigarrillo y obedecí, dejando que la curiosidad se apoderara de mí mientras esperaba su sorpresa.

Cuando Ray me dio la señal para abrir los ojos, me encontré frente a un hermoso abrigo. Instintivamente, le dije que no debió gastar tanto dinero en mí, pero él insistió en que era un regalo. Agradecido, acepté su generoso gesto y me recosté junto a él, apoyando mi cabeza en su hombro mientras él acariciaba mi cabello.

En ese momento, Ray comenzó a expresar su gratitud por muchas cosas. Me agradeció por haberlo apoyado para terminar la escuela, por haber trabajado duro para pagar todos sus gastos. Sus palabras me hicieron sentir cálido por dentro, recordándome la importancia de nuestra amistad y el vínculo que compartíamos a lo largo de los años.

—Gracias, Hal—, dijo Ray con sinceridad. —Sin ti, no estaría donde estoy ahora. Eres como un hermano para mí, y siempre estaré agradecido por todo lo que has hecho por mí—.

Ray me propuso salir de fiesta al mejor antro de la ciudad, pero yo insistí en que no podía permitírmelo. Sin embargo, Ray no aceptó un "no" como respuesta.

—Vamos, Hal, te lo mereces—, insistió Ray, con una mirada desafiante. —¿Cuándo fue la última vez que te diste un respiro y disfrutaste de la vida?—

—No puedo, Ray—, respondí, sintiéndome culpable por no poder corresponder a su entusiasmo. —Tengo responsabilidades que atender.—

Pero Ray no se rindió tan fácilmente. —¡Mierda, Hal! ¿Desde cuándo eres tan aburrido?—, exclamó. —Vamos a divertirnos esta noche, te lo prometo. No te preocupes por el dinero, yo me encargo de todo.—

A pesar de mis dudas, la emoción de Ray era contagiosa. Finalmente cedí y acepté su propuesta, sabiendo que esta noche sería una de esas que recordaríamos por mucho tiempo.

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