Inesperado encuentro

Seguía pegado a Richard, quien sostenía conversaciones con la alta sociedad mientras yo divagaba con la mirada por la habitación, aburrido. Me recargué en su hombro, tomando sorbos de mi champán rosa. Al menos el alcohol era bueno, pero mi mente estaba lejos de esta farsa.

Distraído en mi propio mundo, ignoré las pláticas a mi alrededor hasta que algo llamó mi atención: mencionaron una conferencia del doctor Kennedy que tendría lugar más tarde. Por un momento, la coincidencia con el apellido de Cesar me alertó, pero dejé pasar la conexión. En ese momento, no podía permitirme pensar en él.

Las luces empezaron a apagarse gradualmente mientras anunciaban el evento por los altavoces. —¿Conferencia del tal Kennedy? Más te vale que sea interesante—, murmuré para mí mismo.

Richard, urgido, me susurra que después de la conferencia nos retiraremos, Le sonrío y me insinúo una vez más, listo para lo que sea necesario para mantener las apariencias. Mientras tanto, los zapatos resonantes de alguien rompen el abrumador silencio.

Richard me señala al hombre que se acerca, revelándome que se trata del respetado doctor Kennedy. —Este hombre es todo un prodigio, Hal. Tiene varios títulos y carreras destacadas. Ha contribuido significativamente en...— Richard comienza a enumerar los logros académicos del tal Kennedy, creando un relato intrincado y detallado que capta mi atención.

Mientras escucho, veo cómo el hombre de la conferencia finalmente se ilumina en el centro. Maldigo en mi interior al reconocer el rostro de Cesar. La ironía de encontrarme con él en un evento de alta sociedad no pasa desapercibida, y mi mente comienza a maquinar cómo lidiar con esta incómoda situación.

Cesar comenzó su conferencia con un tono que resonaba en la solemnidad de la sala. —Hoy les hablaré sobre los avances en la medicina que hemos logrado en los últimos años—, declaró, su voz firme resonando en la sala lujosa.

Mientras intentaba centrarme en sus palabras, mi mirada se cruzó nuevamente con la de Cesar. Sabía que algo no estaba bien. Cesar siempre fue frío, pero esa noche, sus ojos reflejaban una mezcla de decepción y disgusto.

Richard, ajeno al drama que se desarrollaba a su alrededor, seguía disfrutando de su posición privilegiada. —Así que, Hal, ¿qué te parece si después de esto continuamos nuestra velada en otro lugar más privado?—, sugería, moviendo la cabeza hacia el lado en señal de complicidad.

—Maldita sea, Richard—, susurré, intentando engatusarlo para que nos escapáramos juntos. Pero él se negó con un gesto firme. —No, Hal. Esta noche no—.

La tensión aumentaba mientras Cesar continuaba su discurso, ajeno a mi desesperada situación. La lucha interna entre seguir con la farsa y enfrentar a Cesar se intensificaba, y yo me sentía atrapado en un juego en el que las reglas cambiaban constantemente.

Cesar continuaba con su conferencia, adentrándose en explicaciones detalladas sobre los avances médicos. —La investigación en genética nos ha permitido entender mejor las enfermedades hereditarias—, expresó con seriedad, mientras sus ojos recorrían la sala.

—Investigaciones recientes han revelado posibilidades de tratamiento revolucionarias. La terapia génica, por ejemplo, ofrece la esperanza de corregir mutaciones genéticas y prevenir enfermedades antes de que se manifiesten—, continuó, su tono académico contrastando con la atmósfera de lujo que nos rodeaba.

Mientras Cesar desglosaba detalles técnicos, mis pensamientos divagaban entre sus palabras y mi complicada situación. Intentaba mantener la compostura, pero cada mirada suya me recordaba a un pasado que preferiría olvidar.

—Estamos en la vanguardia de la medicina moderna, abriendo puertas hacia un futuro más saludable—, concluyó Cesar, su mirada fija en mí por un instante antes de continuar. La audiencia aplaudió, ajena a las tensiones personales que se desarrollaban en ese rincón de la sala.

Después de una conferencia que pareció eterna, Cesar finalmente concluyó su discurso. La multitud aplaudió, y Cesar agradeció con un gesto serio. Mientras la gente se dispersaba, intenté deslizarme discretamente hacia la salida, pero Cesar, con su andar pausado, llegó antes de que pudiera evadirlo por completo.

—Buenas noches—, saludó con frialdad, su mirada fija en mí. Richard, admirado, se acomodó el saco mientras yo trataba de disimular mi incomodidad.

Cesar continuó, —Me alegra ver rostros familiares en la audiencia. Hal, ¿no es así? Es un pequeño mundo.—

Intenté sonreír con falsa cortesía. —Sí, Cesar. Siempre es un placer escuchar tus conferencias.—

Richard, ajeno a la tensión, preguntó, —¿Y cómo conoces a este joven?— señalándome.

Cesar contestó serenamente, —Hal y yo tenemos una historia compartida, ¿verdad, Hal?— Mis pensamientos oscilaron entre la incomodidad y la preocupación por lo que vendría a continuación.

Richard, con una sonrisa socarrona, le dijo a Cesar —Te aseguro, Cesar, que este chico es la mejor compañía que encontrarás en la ciudad. Es joven, vibrante y sabe cómo hacer que la noche sea inolvidable.—

Cesar, sin inmutarse, respondió —Lo tendré en cuenta, pero no suelo frecuentar esos lugares.—

Richard, intrigado, insistió —Deberías hacerlo. Este lugar tiene algo único, algo que no encontrarás en ninguna otra parte.—

Cesar asintió ligeramente y, mientras mantenía su mirada intensa sobre mí, preguntó —Hal, ¿trabajas ahí porque quieres o porque no tienes otra opción?—

Mi garganta se apretó, y con cierta vacilación respondí —Digamos que las circunstancias me llevaron allí.—

Cesar, con un tono críptico, añadió —A veces, las decisiones de uno pueden tener consecuencias inesperadas. Deberías tener cuidado con las elecciones que haces, Hal.—

La tensión en el aire era palpable mientras yo, atrapado en la mirada de Cesar, intentaba ocultar mi incomodidad.

—¿Cuánto quieres por el?—, pregunta Cesar con frialdad.

Richard, con una sonrisa astuta, respondió a Cesar con una mirada de complicidad —Cesar, mi amigo, Hal aquí presente es una joya que aún no he tenido el gusto de apreciar en su totalidad. Entiendo tu interés, pero me temo que no puedo vender algo que no he disfrutado completamente. Esta noche, planeo cambiar eso.—

Cesar, con una ceja alzada, mostró su descontento —No tengo tiempo para tus juegos. Estoy dispuesto a pagar lo que sea necesario. ¿Cuánto quieres por él?—

Richard, pausando dramáticamente, respondió —Bien, bien. Dado que eres un buen amigo, te ofrezco un precio especial. Pero ten en cuenta que no es negociable. ¿Preparado para escuchar?—

Cesar asintió, claramente ansioso —Dime el precio.—

Richard, con un tono despreocupado, mencionó una cifra que provocó un ceño fruncido en Cesar —Esa es la tarifa por la noche con Hal. Si estás dispuesto a pagar, el muchacho es tuyo.—

Cesar, después de una breve pausa, aceptó con determinación —Te haré la transferencia apenas te comuniques con mi asistente, sabes quién es. No quiero perder más tiempo.—

El sonido distante de la música y las risas de la reunión de élite quedó atrás mientras Cesar me arrastraba fuera de esa habitación, marcando el inicio de un nuevo capítulo en este juego oscuro y peligroso.

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