Siempre logran lastimarme

...1 semana después......

Me desperté sintiendo el calor de un cuerpo familiar a mi lado. Al girarme, me encontré con Declan, quien me abrazaba por detrás con una sonrisa en el rostro. —Buenos días, hermoso—, murmuró, sus palabras cargadas de una mezcla de afecto y deseo.

—¿Qué haces aquí?—, pregunté con una mezcla de sorpresa y molestia mientras me separaba un poco de él.

Declan me miró con una expresión juguetona. —Solo vine a asegurarme de que estuvieras bien. Además, ¿cómo podría resistirme a despertar junto a alguien tan irresistible como tú?—, dijo con una risa traviesa.

Rodé los ojos ante su halago exagerado, pero no pude evitar sonreír levemente. —No empieces con tus juegos ahora—, respondí, intentando mantener mi compostura.

Declan se incorporó ligeramente para poder mirarme directamente a los ojos. —Hablando en serio, Hal, estás radiante esta mañana. ¿Qué hay de especial en este día?—, preguntó con curiosidad genuina.

Sus palabras me hicieron reflexionar por un momento. ¿Qué tenía de especial ese día? Era solo otro día en mi caótica vida. Pero decidí no ahondar en esos pensamientos y simplemente disfrutar del momento. —Oh, no es nada especial. Solo me siento bien, supongo—, respondí vagamente, tratando de desviar la conversación.

Las noches con Declan eran un torbellino de emociones contradictorias. A veces, era como estar en el ojo de la tormenta: tranquilo, sereno, pero sabiendo que en cualquier momento podría desatarse la furia. Lo conocí en un bar, en medio de la oscuridad y el humo de los cigarros. Era atractivo, sí, pero también irradiaba peligro. A pesar de ello, me sentí atraído hacia él, como una polilla hacia la llama.

En nuestras noches juntos, a veces parecía que éramos novios, pero en realidad no lo éramos. Era una relación complicada, llena de altibajos emocionales y físicos. A veces, Declan era dulce, cariñoso, pero otras veces... Bueno, otras veces era mejor mantener la guardia alta.

Estoy recostado en la cama, con Declan abrazándome por detrás, mientras me pregunta sobre mi día de trabajo. —¿Cómo te fue hoy?—, pregunta con una voz que parece suave y preocupada, pero sé que debajo de esa fachada puede haber una tormenta esperando desatarse. —Fue... decente—, respondo, intentando sonar tranquilo. A veces, la calma antes de la tormenta es la más angustiante.

Anoche fue una pesadilla. Me escapé de la casa de César, y cuando llegué a casa de Declan, estaba temblando de rabia y miedo. Le dije que jamás volvería a dejarme atrapar en ese infierno, que había sido suficiente. Declan simplemente me abrazó con fuerza, como si quisiera protegerme del mundo entero.

Estar con Declan era complicado. Éramos íntimos de una manera que era difícil de explicar. A veces me sentía tan cerca de él, como si fuéramos uno solo, pero otras veces... otras veces me preguntaba si realmente me conocía.

Estoy acostado en la cama, Declan me mira con una expresión suave en sus ojos. —¿Estás bien, cariño?— pregunta, mientras acaricia mi cabello con ternura. Es extraño cómo puede cambiar de la tormenta a la calma en un instante. —Sí, estoy bien—, respondo, sintiendo cómo sus caricias me reconfortan, aunque sea por un breve momento.

La atmósfera parecía tranquila y serena. Sentía el calor de su cuerpo junto al mío, y por un momento, olvidé todas las preocupaciones. Pero entonces, como siempre, algo insignificante desencadenó una pelea en cuanto aparte su mano de mi cintura por mera incomodidad.

—¿Por qué siempre tienes que ser tan terco?—, dijo Declan, su tono comenzando a volverse más agresivo.

Fruncí el ceño y me aparté de él. —¿Y tú por qué siempre tienes que ser tan controlador?—

La tensión en la habitación era palpable mientras nuestras voces se elevaban. Declan se puso de pie, sus ojos llenos de furia. —No empieces conmigo—, gruñó. —¿Acaso no ves todo lo que he hecho por ti?—

Me sentí impotente, atrapado entre la rabia y el miedo. —No necesito que hagas nada por mí—, respondí con amargura.

Sentí un nudo en la garganta mientras la situación se volvía cada vez más intensa, y supe que no había escapatoria.

La pelea comenzó como muchas otras, con una simple discrepancia que rápidamente se convirtió en una guerra de palabras.

—¡Estás siempre igual, siempre buscando problemas!—, gritó Declan, su voz llena de ira mientras señalaba hacia mí.

—¿Y tú qué? ¿Crees que eres perfecto?—, respondí, mi propia voz cargada de frustración.

Declan se acercó a mí, sus ojos destellando con furia. —No soy perfecto, pero al menos intento hacer algo con mi vida, ¿y tú? ¡Siempre quejándote y sin hacer nada!—

Las palabras hirientes seguían volando de un lado a otro, alimentando el fuego de nuestra pelea. De repente, sin previo aviso, Declan me empujó con fuerza, haciéndome caer sobre la cama.

—¡Basta!—, gritó, su rostro contorsionado por la ira. —¡No puedo más contigo! ¡Sal de mi casa!—

Me levanté, sintiendo la rabia hervir dentro de mí. —¡No puedes echarme así como así!—

Pero antes de que pudiera decir algo más, Declan me lanzó un puñetazo que me golpeó en la mandíbula. El dolor se extendió por todo mi rostro mientras caía al suelo, aturdido y confundido.

—¡Lárgate de una vez!—, rugió Declan, su voz llena de desprecio mientras me miraba desde arriba.

Me levanté con dificultad, sintiendo la sangre en mi boca. No había nada más que decir. Con un último vistazo a Declan, salí de la casa, dejando atrás todo lo que habíamos compartido.

Salí de la casa de Declan con un nudo en la garganta y el corazón hecho pedazos. Las lágrimas comenzaron a fluir por mis mejillas mientras caminaba por las calles, sin rumbo fijo, perdido en mis pensamientos y emociones tumultuosas.

Recuerdo nuestra última conversación con Cesar como si fuera ayer. Las palabras duras que intercambiamos aún resonaban en mi mente, pesadas como piedras en mi corazón.

—¡No quiero volver a verte, Cesar! ¡No quiero que vuelvas a entrometerse en mi vida!—, le grité, mi voz llena de amargura y dolor.

Cesar me miró con tristeza, sus ojos azules reflejando una profunda preocupación. —Lo siento, no quería hacerte daño. Solo quiero ayudarte, ¿no lo entiendes?—

—No necesito tu ayuda—, respondí, mi voz temblorosa de emoción. —Nunca he necesitado tu ayuda.—

Las palabras fueron como cuchillos en el aire, cortantes y llenas de rencor. Cesar se quedó en silencio, impotente ante mi furia.

Ahora, mientras caminaba por las calles oscuras y desconocidas, me sentía perdido y desamparado. Las lágrimas seguían fluyendo.

Me dejé caer en un banco solitario en un parque desierto, el frío de la noche penetrando en mis huesos. Cerré los ojos y dejé que las lágrimas siguieran su curso, ahogado en un mar de dolor y confusión.

En los últimos dos, he estado viviendo en un infierno. Después de salir de casa de Cesar, seguía prostituyendome como siempre. Pero eso no fue lo peor. Declan, se convirtió en una pesadilla. No solo me agredía físicamente, sino que también me robaba todo el dinero que ganaba.

Recuerdo una noche en particular, después de regresar de un encuentro con un cliente. Estaba contando el dinero que había ganado cuando Declan entró en la habitación, su mirada llena de desprecio.

—¿Qué crees que estás haciendo?— gruñó, arrebatándome el dinero de las manos.

—¡Es mi dinero, Declan! ¡Lo necesito para sobrevivir!— le grité, tratando de recuperarlo.

—¿Sobrevivir? ¡Ja! ¿Y quién te crees que eres? ¡Eres un pedazo de mierda que no merece nada!— me espetó, con una sonrisa maliciosa en el rostro.

Me sentí impotente, humillado y furioso. Declan me había arrebatado todo, incluso mi dignidad.

Así que aquí estoy, sentado en este banco solitario, recordando todas las veces que he sido pisoteado y maltratado.

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Comments

°~zuley_ R.D.❤~°

°~zuley_ R.D.❤~°

A este prota se ve que va a sufrir mucho😣😣

2024-02-10

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