Todavía queriendo verte

Con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho, me dirigí hacia la casa de Cesar. No sabía cómo enfrentar esta situación, después de todo lo que había pasado entre nosotros. Estaba nervioso, temeroso de lo que pudiera suceder, pero sabía que tenía que hacerlo.

Al llegar frente a la puerta, dudé por un momento antes de finalmente reunir el coraje suficiente para tocar el timbre. El sonido resonó en la quietud de la noche, aumentando mi ansiedad con cada segundo que pasaba.

Después de unos momentos interminables, la puerta se abrió lentamente y se asomó Cesar, con una expresión de sorpresa y agitación en su rostro. No supe cómo reaccionar ante su presencia, pero me obligué a mantener la compostura.

—Buenas noches—, murmuré, apenas audible, mientras luchaba por mantener la calma.

Cesar me miró fijamente por un momento, como si estuviera procesando mi presencia. Sus ojos azules me atravesaron, llenos de emociones que no pude descifrar.

—¿Qué estás haciendo aquí?— preguntó finalmente, su voz cargada de tensión.

Tragué saliva nerviosamente antes de responder. —Necesitaba verte—, admití, sintiendo el peso de mis palabras en el aire.

Cesar parecía indeciso por un momento, como si estuviera luchando consigo mismo internamente. Luego, con un suspiro resignado, abrió la puerta un poco más y me hizo un gesto para que entrara.

—Entra—, dijo simplemente, su tono de voz neutro pero cargado de emociones que no pude identificar.

Adentrándome a la casa de Cesar, me sentí inundado por una mezcla de emociones. El ambiente familiar y acogedor contrastaba con la tensión que flotaba en el aire entre nosotros.

Cesar me condujo hacia el sofá y me ofreció una taza de té frío, gesto que agradecí con un asentimiento de cabeza. Mientras tomaba un sorbo, nuestras miradas se encontraron, y supe que había notado las marcas en mi cuello. Un incómodo silencio se instaló entre nosotros antes de que él rompiera el hielo.

—¿Qué ha pasado contigo?— preguntó Cesar, su voz tranquila pero firme, mientras observaba las marcas con una mezcla de preocupación y curiosidad.

Me tensé ligeramente ante su pregunta directa, sintiéndome atrapado entre el deseo de confesar y el impulso de mantener mis secretos ocultos. —No es nada—, respondí evasivamente, desviando la mirada hacia mi taza de té.

Cesar no se dejó engañar por mi respuesta vaga. Se inclinó hacia adelante, fijando su mirada en la mía con intensidad. —No me mientas, por favor—, dijo, su tono suave pero insistente. —Puedes confiar en mí, siempre lo has hecho.—

Sus palabras resonaron en mi interior, desencadenando una oleada de emociones contradictorias. Quería contarle todo, liberarme del peso que llevaba sobre mis hombros, pero al mismo tiempo, temía su reacción y las consecuencias que podrían seguir.

—No puedo—, murmuré finalmente, mi voz apenas un susurro cargado de resignación y dolor. —No puedo hablar de ello.—

Cesar pareció entender mi lucha interna, pero no renunció a su intento de ayudarme. Sus ojos reflejaban una mezcla de compasión y determinación mientras me miraba. —Estoy aquí para ti, siempre lo estaré—, dijo con suavidad. —Si alguna vez decides contarme lo que está pasando, estaré aquí para escucharte.—

Cesar se sentó a mi lado en el sofá, y aunque su presencia me hizo tensar, no me aparté. Una extraña mezcla de vulnerabilidad y tranquilidad me invadió mientras él extendía su mano y la posaba suavemente sobre mi hombro.

—Estás seguro de que no quieres hablar de ello?— preguntó, su voz manteniendo su característica calma, pero esta vez había un matiz de suavidad que no había notado antes.

Cerré los ojos por un momento, sintiendo el reconfortante contacto de su mano sobre mi piel. Por un instante, dejé de resistirme, permitiéndome sentir la cercanía que tanto había anhelado y temido al mismo tiempo.

—No lo sé—, admití finalmente, mi voz apenas un susurro lleno de incertidumbre. —Es todo tan complicado...—

Cesar asintió comprensivamente, su expresión reflejando una compasión genuina. —Lo sé—, dijo suavemente. —Pero no tienes que enfrentarlo solo. Estoy aquí para ti, siempre.—

Sus palabras resonaron en mi interior, suscitando una mezcla de alivio y gratitud. Por primera vez en mucho tiempo, me permití rendirme a la sensación de ser cuidado y protegido, sabiendo que tenía a alguien en quien confiar en medio de la oscuridad que me rodeaba.

Me incliné hacia él, buscando su apoyo silencioso, y juntos nos sumergimos en un abrazo reconfortante que parecía disipar las sombras que habían oscurecido mi alma durante tanto tiempo. En ese momento, bajo la luz tenue de la sala, encontré un destello de esperanza en la calidez de su abrazo, sabiendo que, con Cesar a mi lado, tal vez podría encontrar una salida de la oscuridad que amenazaba con consumirme.

Cesar me abrazó con fuerza, su cálido aliento acariciando mi cabello mientras me consolaba en silencio. A pesar de mis resistencias internas, me permití dejarme llevar por la sensación reconfortante de sus brazos a mi alrededor, anhelando el consuelo que tanto tiempo había negado.

—Siempre quise ser un padre para ti—, murmuró Cesar, su voz suave y llena de emoción apenas un susurro en la penumbra de la habitación. —Intenté cuidarte lo mejor que pude, incluso cuando las cosas se ponían difíciles con tu madre.—

Las palabras de Cesar resonaron en mi interior, despertando una mezcla de dolor y resentimiento hacia mi propia madre. —Ella nunca estuvo ahí para mí—, murmure entre sollozos, dejando que la amargura y el dolor brotaran libremente.

Cesar no dijo nada, pero su presencia tranquilizadora habló volumes mientras me sostenía entre sus brazos. Sus caricias suaves en mi cabeza me transmitieron una sensación de seguridad y consuelo que no había sentido en mucho tiempo.

A pesar de mi desconfianza hacia él, me encontré buscando su cercanía, anhelando el contacto humano que había estado tan ausente en mi vida. Mis manos encontraron las suyas, entrelazando nuestros dedos en un gesto de complicidad y entendimiento.

En ese momento, bajo la suave luz de la habitación, me sentí envuelto en una atmósfera de intimidad compartida, donde las palabras se volvieron superfluas y los gestos hablaban más que cualquier discurso. Aunque aún no estaba seguro de mis sentimientos hacia Cesar, sabía que en ese momento, necesitaba su apoyo más que nunca.

Las palabras fluían con una naturalidad sorprendente, como si un velo invisible se hubiera levantado entre nosotros, permitiendo que nuestras almas se comunicaran de una manera más profunda.

—Recuerdo cuando eras solo un niño—, comenzó Cesar, su tono cargado de nostalgia. —Siempre tenías una sonrisa en el rostro, a pesar de todo.—

Asentí con la cabeza, dejando que los recuerdos de mi infancia inundaran mi mente. —Solía ser más fácil sonreír—, admití con sinceridad, sintiendo cómo se aflojaba la tensión en mi pecho.

Cesar me miró con ternura, sus ojos azules brillando con una mezcla de cariño y comprensión. —Eres más fuerte de lo que crees—, dijo con suavidad. —Has pasado por mucho, pero aún así sigues aquí, luchando.—

Una sonrisa triste se curvó en mis labios mientras reflexionaba sobre sus palabras. —A veces no me siento tan fuerte—, confesé, permitiendo que mi vulnerabilidad se mostrara por un instante.

Cesar apretó su agarre alrededor de mí, ofreciendo un apoyo silencioso pero reconfortante. —Todos tenemos nuestros momentos de debilidad—, admitió. —Lo importante es que no estás solo. Siempre estaré aquí para ti.—

Sus palabras resonaron en lo más profundo de mi ser, llenándome de una sensación de calidez y seguridad que había estado ausente durante demasiado tiempo. En ese momento, en los brazos de Cesar, me di cuenta de que, a pesar de todo, todavía había esperanza para mí.

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Comments

°~zuley_ R.D.❤~°

°~zuley_ R.D.❤~°

Que bonito, me da ternura😊😊

2024-02-10

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