Capítulo 20.

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Confundidos, los soldados y magos se formaron rápidamente ante el llamado de la princesa, quien se acercaba a ellos con su característica expresión seria.

Quien hablo fue el duque Cadmun, explicó a los soldados que tenían que partir a otro lugar cuanto antes, por eso se dividirían en varios grupos para acabar con todos los ogros que se encontraban en Nazitema.

Una vez la formación se deshizo, Zaida y Crowe caminaban detrás de la princesa pidiendo una explicación por la inesperada decisión.

— Ashura logro que un fragmento de sus flechas quedara dentro del ogro líder, y descubrió que se teletransportan a algún lugar cerca de la costa.

Debe ser de ahí de donde vienen esas criaturas— incluso podríamos comprobar si la historia de aquella anciana es real»

— Su alteza— menciono con preocupación la hechicera debido a como la corona de la princesa se tornaba tan roja como la brasa.

Brenda no le dio importancia y continuó su camino sin mirar atrás.

— «Espero que Ashura tenga razón, no podemos permitir que esta guerra continúe por más tiempo»

Por desgracia destruir las piedras en las que se encontraban los círculos y a los ogros que allí había les tomo más de un año en el que la princesa había crecido mucho, de la pequeña morita solo quedaba el color de sus cabellos y el de sus ojos.

Brenda se había convertido en una joven alta, fuerte y hermosa, que caminaba siempre con elegancia, sin reflejar en su expresión lo que realmente estaba pensando.

Cuando por fin llegó el momento de partir, una águila mensajera aterrizó sobre la cabeza de Sol llevando en una de sus patas un papel enrollado, el cual la maga tomo con la intención de leer su contenido, pero una gran llama que no que afectó el papel se lo impidió.

Antes de que el fuego lastimara a la mujer, Crowe intervino, encerró la carta en una esfera de tierra y se la llevó a la princesa que estaba comprobando que no hubiera ningún ogro en el bosque.

Cuando el papel tocó sus manos, el fuego desapareció.

Se trataba de una carta de una de las concubinas de su padre, quien le contaba los dramas del palacio imperial.

Lo que más llamo la atención de la joven fue que su padre había enfermado y al revisarlo para dar con la causa de su enfermedad, se había descubierto que el emperador era estéril.

Enfurecido, amenazó con matar a sus médicos si no lograban explicar cómo era que tenía hijas que se parecían mucho a él, si era un hombre estéril.

La investigación dio como resultado que el emperador había estado bebiendo una pócima para conservar su cabello, la cual era la causante de que ya no pudiera tener más descendencia.

La sonrisa que aquella noticia provocó se desvaneció al seguir leyendo.

"Entenderá que ahora mi hijo corre grave peligro, ya que estoy segura de que la responsable de todo esto es la concubina Ofelia. Por eso le pido que sea usted quien lo crie, sé que se encuentra en una difícil situación, pero aunque parezca exagerado, estoy convencida de que él estará a salvo a su lado en la guerra, que aquí en el palacio donde esa malvada mujer controla a su majestad”

— Galatea— «pobre mujer»— pensó mientras las hojas se convertían en ceniza en su mano.

Al ver al águila tan inquieta se apresuró a escribir una respuesta, en la que aceptaba cuidar de su medio hermano, del que ni siquiera sabía su nombre, apariencia o edad.

Tiempo después, la concubina, el príncipe y la princesa se reunieron en Varden.

La dama hizo una reverencia al verla e intento que su hijo hiciera lo mismo, pero el niño se escondía detrás de su madre sollozando.

—Este es mi hijo Kalil, tiene seis años— dijo la mujer sonriendo al pequeño de ojos verdes y cabello celeste, idéntico a ella.

Caminaron por la ciudad despacio, disfrutando del paisaje mientras conversaban sobre todo lo que había sucedido en esos años en los que la princesa había estado lejos de la capital.

— ¿Alguien más sospecha que Ofelia tuvo que ver con que el emperador sea ahora estéril?

— No alteza, todos creyeron que la concubina ejecutada era la culpable.

— ¿Cuántos hermanos tengo?— preguntó de repente después de un largo silencio.

— Cinco vivos, alteza, ya que Ofelia se ha encargado de que todas las concubinas no puedan concebir.

— ¿vivos?

— Hace tres años la concubina Eri y su hija la princesa Ágata murieron por envenenamiento.

Ambas se quedaron en silencio cuando Kalil pidió a su madre comprarle un dulce, Brenda miraba fijamente a su hermano con tristeza.

— ¿Cómo está mi madre?

Galatea se sorprendió mucho por la pregunta porque había escuchado que ellas no tenían una buena relación.

— La emperatriz está muy bien, trabaja duro para mantener el orden en este gran y caótico imperio, pero se la ve feliz cuando alguno de sus amantes está cerca de ella.

— «Qué bueno» — sonríe— Me alegra escuchar que es feliz a pesar de la situación que estamos viviendo. Por cierto, ¿cómo lograste que el emperador permitiera que Kalil crezca a mi lado?

— El príncipe Quidam ha sido rebelde con él desde hace un tiempo, supongo que ahora que es estéril no quiere que haya un solo candidato al trono. Alteza, sé que es su hermano, pero ese príncipe es un dolor de cabeza, como está seguro que será el próximo emperador está fuera de control.

— Galatea, ¿Quieres que Kalil ocupe ese puesto? — cuestionó, deteniéndose y mirándola con frialdad.

— Mi único deseo es que mi hijo tenga una vida feliz— respondió la mujer con sinceridad mirando al firmamento.

Al reunirse con los soldados que la habían acompañado, antes de que madre e hijo se despidieran, Brenda le pidió reconsiderar su decisión, ya que probablementeo pasaría mucho tiempo para que ellos volvieran a encontrarse.

La concubina guardó silencio por un breve instante para después responder que le dolía estar lejos de su hijo, pero prefería enviarlo a la guerra, donde sería cuidado por Brenda, que mantenerlo en el palacio donde Ofelia seguramente encontraría la manera de eliminarlo.

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