capítulo 19

Emile cruzó los brazos al ver cómo Felipe solo desviaba la mirada. -Toca dormir afuera, ¿verdad? -dijo con resignación. La verdad es que después de aquel baño con el viento frío, su genio se apaciguó.

 

-No, ¿cómo crees? Es solo que solo hay una habitación disponible hasta el momento y... -Felipe se interrumpió. Lo cierto es que solo había organizado la cama.

-Bueno, no me importa dónde dormir, siempre que tenga una cama y como soy la visita, es obvio que es mi lugar -dijo Emile encogiéndose de hombros antes de dirigirse a la casa.

-¡Qué! No creas que voy a dormir en la sala. Ahí no hay calefacción y aquí las noches son frías. Además, no eres mi visita, te recuerdo que eres mi esposa -dijo Felipe acercándose para susurrarle al oído-. Te guste o no, eso es lo que eres.

Emile se volteó y disimuló el escalofrío que sintió al escuchar la voz de Felipe tan cerca de su oído. -Vaya marido que me conseguí -dijo con sarcasmo mientras entraba a la casa, lo que provocó una sonrisa en Felipe.

 

Una vez que ambos entraron, Emile miró la ropa que se había quitado. -Está arruinada -dijo desanimada.

 

-Esa ropa no es para el pantano -dijo Felipe al observar la expresión de Emile.

Emile miró a Felipe y lo detalló más. Aquella camisa blanca resaltaba sus ojos y cabello negro, así como la musculatura de sus brazos. Esto la hizo preguntarse desde cuándo Felipe tenía esos brazos. Se mordió el labio y miró hacia otro lado. 'Qué triste es ver algo que no puedes tener', pensó con tristeza. -Parece que a ti se te da la vida en el pantano -comentó, llamando la atención de Felipe

-Es la primera vez que te veo con una ropa tan casual como esta -señaló Emile el cuerpo de Felipe, a lo que este se encogió de hombros-. A veces, el aire de la oficina te asfixia y solo quieres ser tú -Emile bajó la mirada, repitiéndose en su mente no simpatizar con él. Ella vino con un objetivo y no se daría a ninguna fantasía.

 

-Bueno, ¿y qué vamos a comer? Estoy muerta de hambre -dijo Emile levantándose.

Felipe caminó hacia la cocina. -Un delicioso pan con mermelada -dijo mostrando los ingredientes, a lo que Emile solo suspiró-. Debemos hacer compras. No creo poder aguantar tres meses comiendo eso -dijo Emile mientras miraba a Felipe, quien asintió-. Pero por hoy no me quejo -este comentario hizo ver a Emile cómo Felipe sonreía. Era como si en este momento él fuera diferente. No entendía qué le pasaba. No la insultaba como antes ni decía algún tipo de comentario. Se preguntaba si estaba tramando algo con ella.

-Bueno, como eres la esposa, hazlo tú -aquel comentario de Felipe hizo que cualquier pensamiento positivo sobre él se desvaneciera.

 

-¡Qué! -preguntó, torciendo la boca, Emile.

Yo te ayudé, te calenté el agua para tu baño y la busqué desde el pantano. Como esposo, ahora tu cocina -dijo Felipe como si fuera lo más obvio del mundo, lo que provocó que Emile le tirara su ropa sucia en la cara.

-¡¿Qué te pasa, mujer?! -exclamó Felipe al sentir la blusa de Emile en el rostro.

-¡Eres un patán! Sabía que nada das gratis, pero insinuar que solo por el hecho de ser tu esposa deba estar en la cocina me llena de ira -comentó Emile exaltada.

-No te quejas de que no se cocinar, bueno, hazlo -dijo Felipe en respuesta mientras se quitaba la camisa y se la lanzaba a Emile.

-¡Patán!

-¡Malcriada! -dijo Felipe.

-Pero es cierto, un mono en la cocina jamás pegará -dijo Emile al pasar por delante de Felipe y tomar los panes para prepararlos. Una vez que lo hizo, le pasó la parte que le correspondía a Felipe- Ojalá y te caiga mal -dijo mientras daba un mordisco a su pan.

Felipe sonrió, siempre le había gustado molestar a Emile. Mordió su sándwich de mermelada, hizo una pausa al primer mordisco. Estaba rico, pensó Felipe.

-Un caballero cede el paso a una dama -dijo Emile, ya que una vez que ambos comenzaron, ella miró su reloj y eran las 8 de la noche, y se disponía a dormir, puesto que el día había sido muy agotador para ella.

 

-No soy un caballero, soy tu esposo -dijo Felipe tercamente cuando vio cómo Emile quería que él durmiera en la sala. La casa no tenía mucha luz y él podía ser un hombre, pero dormir solo y en total oscuridad y sin una pizca de seguridad, debido a que había algunas ventanas partidas, no estaba en su mente.

 

-Si quieres, duerme tú en la sala -dijo Felipe a Emile.

¡Yo! Ahí sola me puede pasar algo. Además, tú has escuchado el leyenda de los pantanos -Felipe solo sonrió al escuchar a Emile, sabía que todo lo decía para intimidarlo- Dicen que seres de otro mundo acechan en él y salen en la noche para llevarse a mujeres.

 

-Pero son mujeres vírgenes y ahí se desencanta contigo -dijo Felipe con risa, pero un ruido fuerte lo hizo callar.

 

-¿Qué fue eso? -dijo Emile al entrar despacio en la cama, tomando las mantas para taparse seguida de Felipe.

 

-Debió ser el viento -dijo Felipe acostado en la cama.

 

-Ves y mira -dijo Emile dándole un codazo a Felipe.

 

-¿Yo? ¿Y por qué ves tú si quieres? -respondió Felipe.

 

-¡Por Dios, Felipe, eres el hombre de la casa! Tu deber es protegernos -dijo Emile en un fuerte susurro.

-Y tú crees que por ser hombre, no me matan" -contestó Felipe en el mismo susurro de Emile- Además, está muy oscuro y no podré ver bien.

 

-Gallina -dijo Emile.

 

Solo tengo sentido común -comentó Felipe antes de voltearse y taparse, pero Emile le jalara la sábana, lo que hizo que él tomara fuerza y la jalara toda hasta él, haciéndola caer en su pecho- Sabía que te traigo loca -dijo Felipe molestándola.

Emile tomó impulso y se alejó de Felipe para arrebatarle la sábana, lo que ocasionó el desespero de Felipe- ¡Ya basta! -dijo Felipe al romper la sábana y quedarse con un pedazo, lo que hizo que Emile abriera los ojos y se volteara, pero Felipe tenía solo un cuarto de la tela restante y así se durmió.

 Emile intentó dormir, pero después de un tiempo sintió una fuerte necesidad de orinar que le impedía conciliar el sueño, pero recordó que no estaba en la ciudad ni mucho menos en su departamento, así que se levantó de la cama y caminó despacio por la habitación. Al abrir la puerta, tomó un pedazo de madera que vio y lo tomó como bate- Si algún fantasma se hace el gracioso, yo les contaré el chiste -dijo Emile en susurro mientras caminaba hacia la parte trasera de la casa. Ya estando afuera, vio cómo la luna iluminaba la casa dándole así una vista.

Vio que el retrete estaba algo lejos y hasta allí no llegaba su valentía, así que miró hacia los lados y orinó debajo del porche con temor a que algún animal le picara la nalga. Una vez que terminó, se secó y se subió el pantalón para regresar a la habitación y así dormir.

Emile sentía como un rayo de luz no la dejaba dormir, así que abrió los ojos y vio cómo Felipe estaba al lado de ella, se veía tan guapo y joven, llena por un impulso el cual desconocía le quitó el mechón de cabello que cubría su frente para verlo mejor, pero de repente vio algo que se movió en la cabeza de Felipe, lo que la hizo fruncir el ceño y bajar la mano.

Y al segundo vio cómo una cucaracha caminó por el rostro de Felipe -¡Ah! -gritó Emile fuertemente haciendo que Felipe abriera los ojos, pero al mismo tiempo esta le dio una fuerte bofetada para matar al animal, el cual voló haciendo que ella moviera las piernas como un pez fuera de agua.

-¡Ay, mi cara! -se quejó Felipe llevando una mano a su mejilla, la cual le ardía, y la otra a su corazón, el cual latía por el susto a mil- ¡Qué demonios pasa!

...Hola mis amores, espero que estén bien y que este capítulo sea de su agrado 🤗😃😊no olviden comentar y darle like ...

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Comments

Osorio Elizabet

Osorio Elizabet

Jajaja no dejo de reír pero tambien esa mujeres no pone de su parte

2024-05-10

1

Antonia Garcia

Antonia Garcia

Jajaja que buena no paro de reír

2024-05-10

0

Gilma Graciano

Gilma Graciano

jajajaja que gran imaginación la de la escritora me dió mucha risa este capítulo

2024-05-01

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