capítulo 10

 --Solo defiendo los derechos de mi amiga —dijo Rose tercamente, pero se sentía tan impotente por no tener conocimiento de leyes. En este momento sabía que aquella jueza solo estaba abusando de su cargo y aquellos abogados no decían nada.

 

--No es necesario tomar esas conclusiones. Me gustaría hacer una apelación ante esa decisión —comentó el abogado de Emile, lo que ocasionó que la atención de Dalia se quitara de Rose y se concentrara en él.

 

--Lo escuché, pero ante dígame, ¿los cónyuges han vivido juntos? —insistió Dalia. El abogado de Emile pensó en los quiebres a los que estaba haciendo la jueza, lo cual no le entendía. Esto era un matrimonio que ocurrió muy común en Las Vegas; no era ni la primera ni la última vez que personas cometían este tipo de locura, entonces, ¿por qué ser tan contradictoria al respecto?

 

--Como se mencionó al principio, este matrimonio fue producto de un resultado excesivo de una celebración —Emile escuchó cómo su abogado hablaba.

 

--Te entiendo, teniendo en cuenta sus palabras. Me está diciendo que debido a que los dos se encontraban en estado de embriaguez, debo ser amable con ellos. Desde cuándo los borrachos son exentos de la ley. Dígame, si un hombre mata o viola borracho, ¿eso lo hace inocente por el hecho de que no estaba en sus cinco sentidos? —dijo Dalia con rabia mirando a los presentes.

--En ningún momento él ha dicho eso, por Dios, solo es un matrimonio —dijo Emile al ver cómo la jueza exageraba en la situación. —¡Por Dios, solo quiero divorciarme! ¿Es tanto pedir? —exclamó con desesperación.

Felipe vio a Emile y no pudo evitar que aquellas palabras le dolieran, pero prefirió actuar normal, así que se levantó. —Estoy de acuerdo, fue un error que se cometió, no se justifica nuestro actuar, pero estamos aquí para remediarlo. No entiendo por qué nos juzgas y esa multa es tan absurda. Por Dios, nos juzgas como si hubiéramos cometido un gran delito —dijo Felipe exaltado y quitándole la mano a su abogado, quien intentó calmarlo.

--Esto es inaudito. Cada vez que hablan, me demuestran el poco respeto que tienen sobre el matrimonio, así como a los funcionarios públicos —dijo Dalia con rabia mientras miraba a Emile, a Rose y a Felipe.

 

--Mi sentencia es que en el plazo de una semana deben pagar cada uno la multa. Una vez terminado el plazo, se tomarán sus bienes para saldar la deuda y lo restante lo pagan en prisión. —terminó de hablar Dalia.

 

--¡Pero qué carajo! —Tanto Rose como Emile y Felipe se levantaron, lo que ocasionó un alboroto entre los abogados que apelaron a la decisión de la jueza, justificando el comportamiento de los presentes, lo que hizo que Dalia se calmara un poco.

 

David miró la situación y se levantó con Alan en los brazos y realizó una llamada. Solo con ver el estado de su esposa, sabía que algo estaba a punto de pasar.

Dalia tomó una respiración después de calmarse. —Teniendo en cuenta lo que dijeron los abogados, para darles una reflexión sobre su comportamiento y demostrarles la validez de su arrepentimiento, propongo —hizo una pausa Dalia antes de continuar y sonrió a su paso— como por lo leído veo que no han convivido, mi sentencia sería que deberán convivir por tres meses juntos y luego de ese tiempo, si aún están de acuerdo con el divorcio, este se efectuará, solo si ambas partes están de acuerdo —comentó Dalia con una sonrisa, sabía que con esto les daba una lección a aquellos niños ricos.

—Ja —exclamó Rose mientras volvía la cara de rabia.

 

—¿Tiene algún problema? —preguntó Dalia al ver el gesto de Rose, pero Emile intervino.

—No te preocupes, no es como si debiéramos vivir en la misma casa. Además, como ella sabrá que estamos juntos —dijo Emile con una mirada puesta en la jueza, la cual sonrió y alzó una ceja.

 

—Señorita Jones —dijo el abogado.

 

—No, no se preocupe abogado —dijo Dalia—, al contrario, la señora aquí presente agregó algo más. Para que este acuerdo se cumpla, ambos deben utilizar el dispositivo de rastreo. Además, deberán vivir en un bien que le pertenezca a alguno de los cónyuges —comentó Dalia.

Felipe se levantó indignado. —¿Cómo nos puedes obligar a usar eso como si fuéramos cualquier vil ladrón o delincuente? Eso solo lo tienen aquellos a los que les dan casa por cárcel —exploto Felipe de rabia.

—Es eso o la multa, y como lo dijo su mujer, así se registrará que ambos conviven como un lindo matrimonio feliz. Espero que se esfuercen en que esto funcione y además vean que las acciones traen consecuencias en cualquier acto que hagan —dijo Dalia.

Tanto Emile como Felipe callaron. Sabían que no podían permitirse pagar esa multa tan excesiva; el gasto era grande para sus ingresos. —Viendo que la señora Brown no es dueña de un inmueble donde vivirá, en el bien de su esposo.

 

—Sí, tengo un apartamento, es el de David, solo que aún no se ha hecho la escritura y vendí el mío para comprárselo —dijo Emile justificando—. Pero yo vivo en él.

 

—Sí, pero el bien no es suyo, y como la decisión se toma hoy y hoy no tiene un bien registrado, vivirá en el bien de Felipe —comentó Dalia disfrutando del momento.

—Y viendo que el apartamento que tiene en Nueva York está en remodelación debido a un incendio que tuvo por tratar de hacer un pastel, vive con su padre, ¿no? —preguntó Dalia a Felipe.

Felipe abrió los ojos y sintió cómo un pequeño rubor subió a su rostro al ver cómo esa jueza sacaba su mayor secreto al aire. —Desde cuándo eres chef, hermano —aquel comentario de Rose hizo que Felipe le diera una mirada asesina, hasta Emile sonrió por la noticia.

—Solo fue un accidente doméstico —dijo Felipe con la poca dignidad que sentía.

 

Dalia solo siguió leyendo el informe. —¿Tiene una cabaña en Luciana? ¿Es cierto eso? —preguntó.

 

Felipe arrugó su ceño y miró a su abogado. Aquella cabaña él la estaba remodelando a su gusto, y esta acción la hacía para despejar su mente y alejarse de lo frustrante y solitario que puede ser la vida de un empresario. —Sí, tengo una cabaña en Luciana, pero queda en un lugar muy remoto —justificó.

--Es su bien, y será la nueva residencia de ambos —comentó Dalia.

 

—¡Luciana, en serio, Felipe! De todos los lugares, ¿por qué no el Polo Norte? —exclamó Emile al sentarse y ponerse las manos en la cabeza. Esto no debía ser así.

 

—No, no puedo vivir allí por tres meses —dijo Felipe a la jueza.

 —Hasta el momento es su único bien aceptable, y la decisión es que alguno de los dos viva en el bien del otro o quiere la multa —inclinó la cabeza Dalia.

 

—Mis negocios, soy empresario, no puedo simplemente irme —dijo Felipe al recordar las reuniones programadas.

 

—Les daré una semana —comentó Dalia con simpleza.

 

—Una semana, una semana no es suficiente para estar al corriente con el trabajo de tres meses —fue el turno de Emile en quejarse.

 

—Eso debieron pensar antes de irrespetar el matrimonio —comentó Dalia.

 

—Pero qué mala, no entiendo cómo puede ser así. ¿Qué tal si mi hermano hubiera sido un loco violador que obligara a una mujer a estar con él, por Dios? No entiendo cómo algunas mujeres son egoístas y malas entre sí —comentó Rose exaltada al ver cómo su hermano y Emile tenían que vivir en un lugar remoto y no solo eso, sino que su trabajo sería afectado por ello.

 

—En el expediente de su hermano no sale —comentó Dalia cruzando los brazos.

 

—Y qué, cuantos hombres no demuestran que son buenos para luego matar y asesinar a alguien. Disculpa, Felipe —dijo Rose mirando a su hermano.

—Tranquila, entiendo el punto —comentó Felipe.

 

-y sí, Emile es una loca que intimida a mi hermano y a usted, solo —dijo Rose señalando a la jueza—, con su sotana negra juzga sin razón.

—Sin razón, dice —dijo Dalia—. ¡Guardia y llévensela por faltarle el respeto a una jueza!

 

—¡Qué! —Tanto Emile como Felipe se levantaron para asistir a Rose, que iba a ser arrestada.

—¡Pero qué carajo está pasando! —comentó Felipe, pero luego entró David con Takahiro y el abogado.

 

—No puede tratar así a mi cliente —comentó el hombre que trajo David en defensa de Rose.

Luego de que el juicio terminó, Rose sentía rabia e impotencia. Tendría que hacer un curso de control de ira y 20 horas de trabajo social. Escuchaba cómo el abogado que trajo David hablaba, pero ella solo pensaba en la venganza.

 

Emile solo supo que al día siguiente tendría que ir para que le colocaran el dispositivo en su pierna y luego, dentro de 5 días, tendría que ir con Felipe a Luciana. —No entiendo cómo pasó esto —comentó a los presentes, ya que Felipe estaba escuchando las instrucciones de su abogado. David hablaba con su primo, y Rose tenía una mirada llena de odio.

--Estudiaré derecho —escuchó Emile decir a Rose.

 

—¿Derecho? —preguntó Emile.

 

—Sí, me vengaré de esa estúpida mujer. ¿Sabes por qué nos pasó lo que nos pasó? Porque no conocemos nuestros derechos, y nuestros abogados son unos blandos —comentó Rose con rabia.

 

Emile comprendió y si su amiga tenía razón, ahora debía cumplir con la sentencia. Y no solo eso, si ella o Felipe faltaban y rompían lo estipulado, no solo era pagar la multa, sino que además debían ir a la cárcel por desacato a la autoridad. Solo son tres meses, después de que Felipe ocupara su lugar, no veía que pasara nada malo en Luciana —pensó en su nuevo hogar, Luciana no era donde había sapo y cocodrilo, le llegó aquel pensamiento relámpago.

Pero miró a Felipe y sabía que él no viviría en el pantano, ¿verdad? Vio cómo Felipe la miró. Él era un hombre culto, así que no sería un hombre del pantano. O sí, porque ella odiaba a los sapos.

... hola, mis amores espero que les gusten este capítulo, no olviden comentar y darle like 🤭🤗 que tal pasara Felipe y Emile en su nuevo hogar en Lucina jajaja conocida por su grandes pantanos ...

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Comments

Ester Ayala

Ester Ayala

será una trampa de los padres de ambos....para así juntar a sus hijos????😃😃😃😃

2024-05-10

0

Eleonor Baker

Eleonor Baker

Louisiana, es un estado en USA, Luciana es un nombre propio

2024-05-01

2

Ester Ayala

Ester Ayala

vaya todo lo que se formó 🤣🤣🤣🤣🤣🤣

2024-05-10

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