capítulo 13

—¿Estás segura de que no quieres que te acompañe? —Emile sonrió a Rose, la cual la había acompañado hasta el aeropuerto. Ya mañana tenía que estar ubicada en la residencia de Felipe, lo cierto es que tenía mucha incertidumbre en vivir con él y desde el juicio, ella no le dedicó ninguna llamada o algún tipo de comunicación, todo se encargó el abogado.

 

—No te preocupes, ambos han hecho mucho por mí. Ahora, como adulta, debo enfrentar las consecuencias —dijo Emile contestándole a Rose, pero con aire de desánimo.

 

Rose miró a Emile, sabía que su hermano no era un mal hombre, pero tampoco era muy bueno expresando algún tipo de sentimiento romántico, además de ser estricto. Y Emile era una mujer explosiva. En conclusión, cada vez que ellos se juntaban, se iniciaba una guerra.

 

—Lo hacemos como la familia que somos —el comentario de David hizo sonreír a Emile y a Rose—. Y tus problemas nunca serán una molestia —concluyó David.

 

—Lo entiendo, pero ya desde aquí esto es algo que solo puedo hacer yo. Además, me siento culpable de que la semana que supuestamente ustedes tomarían de descanso antes de entrar a su trabajo, la desperdiciaron aquí conmigo —comentó Emile sintiéndose mal.

—Pues yo me alegro de que estuvieras aquí y acompañándonos en este proceso —comentó Rose, posando una mano en el hombro de su amiga.

 

—Ya Felipe se fue ayer para ubicar algunas cosas de la casa. No me dio mucha explicación, pero él estará en la casa cuando llegues y mandará a alguien para que te recoja en el aeropuerto de Lusiana —comentó Rose mirando a Emile, la cual solo asintió.

—Estrañaré tanto a este pequeñín. Cuando vuelva, tendrá 9 meses. ¡Qué dolor! —dijo Emile tomando a Alan de los brazos de su padre para cargarlo y darle un beso—. No me olvides, ¿sí? —le susurró al niño.

 

—¿Me prometes que me enviarás fotos e imágenes de mi ahijado? —comentó Emile con una mirada suplicante a Rose.

 

—Sabes que sí. Eres la única persona con la que hablo aparte de David, así que espero que tengas buena señal donde van a estar para hacerte videollamadas —comentó Rose con los ojos cristalinos.

—¿Desde cuándo eres llorona? —dijo Emile con una sonrisa mientras los ojos también se le llenaban de lágrimas.

—Yo soy sensible desde que me volví madre, pero tú, ¿qué justificación tienes para tu llanto? —dijo Rose mientras sentía cómo lágrimas caían por su mejilla.

—El sol está muy fuerte —se justificó Emile apretando a Alan fuertemente en su pecho, mientras sentía tristeza y nerviosismo por lo que enfrentaría.

—Mentirosa, aquí no hay sol —dijo Rose para caminar hasta donde su amiga y darle un fuerte abrazo.

—Recuerda que siempre estaré para ti —Emile sintió cómo su corazón se apretó al escuchar esas palabras de Rose—. Somos dos contra el mundo —comentó Emile con la voz entrecortada.

—No deben llorar, esto solo es un hasta luego, no una despedida —comentó David al ver la escena.

—Tienes razón —dijo Emile al separarse de Rose y secarse las lágrimas—. Gracias por todo, David. —David asintió en respuesta al comentario de Emile.

Luego de esa emotiva despedida, Emile tomó el vuelo. "Cálmate, solo son tres meses y no lo amas", se dijo a sí misma mientras estaba sentada en el avión. Sin embargo, sabía que esa afirmación estaba más lejos de la realidad.

Una vez que el avión aterrizó, buscó su maleta y cuando la encontró, estuvo buscando a la persona que Felipe enviaría para transportarla hasta su casa. Después de un tiempo, pudo ver a un joven con unos jeans desgastados y una camisa de cuadros, en la cual tenía escrito su nombre en una hoja de cartón. Con un poco de inseguridad, se acercó al chico.

—Hola, yo soy Emile Jones —Luca abrió la boca al ver a la esposa del señor Brown, era hermosa y se veía que tenía mucha clase. Esto lo llevó a preguntarse qué momento ese hombre había conquistado a una mujer como ella. Notó que llevaba unos pantalones de lino y supo que no estaba vestida para la cabaña, ya que ella estaba en malas condiciones.

—Sí, señora. Yo vengo de parte del señor Brown pa´ llevarla con él al pantano —Emile frunció un poco el rostro, sabía que el acento sureño a veces le dificultaba comprender ciertas palabras, pero por lo que dijo, supuso que venía de parte de Felipe.

—Te agradezco por venir a buscarme —comentó, dándole una sonrisa, y pudo ver cómo aquel joven también sonreía. Notó cómo tenía el cabello desordenado de color café con algunos mechones dorados, y sus ojos eran cafés. Su rostro estaba lleno de pecas y era delgado, con una estatura bastante elevada que superaba la suya por una cabeza.

—¿Me puedes decir tu nombre? —preguntó, y vio cómo él abría los ojos.

—Lo siento, señora, mi nombre es Lucas —Emile sonrió, no quiso decirle que se le olvidó el apellido, pero esto solo empeoraría la actitud algo cohibida de Lucas.

—Bueno, estoy lista para conocer el lugar —comentó Emile al terminar las presentaciones.

Lucas asintió rápidamente—. Puedo tomar su maleta —Emile miró sus cuatro maletas y se sintió mal de que un joven llevara tanto peso—. Puedes llevar dos y yo las otras dos, todas son de rueditas y así será más fácil transportarlas —comentó, y vio cómo Lucas sonreía y asentía rápidamente.

Cuando salieron del aeropuerto, vio algunos autos estacionados en la puerta. Sabía que a Felipe le gustaban los lujosos, así que no le sorprendía que algunos de esos fueran de él. Se encamino hacia el que le pareció el más caro y extravagante.

—Señora —el llamado de Lucas la hizo detenerse.

—Este no es el auto —preguntó Emile, a lo que Lucas negó.

—No, venga —Emile se encogió de hombros y caminó hasta donde estaba Lucas. Al llegar, vio una camioneta algo oxidada y de mal aspecto. Notó cómo Lucas subía las maletas en la parte de atrás y las aseguraba con una cuerda. Ella nunca fue una mujer de juzgar, así que guardó silencio y esperó un poco hasta que él terminó y le abrió la puerta. Vio cómo algunos objetos del carro se movían al resolverse, y Lucas pasó un trapo en el lugar donde ella se sentaría.

—Para que no se le ensucie la ropa, mi ama se enoja cuando mi apa deja el carro sucio —dijo Lucas, mostrándole una línea de dientes.

Emile sonrió por la acción y agradeció ante mostrarse. Le parecía extraño todo teniendo en cuenta cómo era Felipe, pero de igual forma haría su mejor esfuerzo para llevar la situación. Podría ser alguna especie de broma perversa. Miró a Lucas, quien estaba haciendo lo posible para que ella se sintiera cómoda.

—¿Seguro que tienes permiso para conducir? —comentó Emile, lo cual hizo sonreír a Lucas.

—Tengo 21 años cumplidos y manejo desde los 13, señora. ¡Claro que tengo permiso! —La alegría en la respuesta de Lucas hizo sonreír a Emile. Sin embargo, al encender el carro, este emitió un sonido extraño y una leve explosión salió del tubo de escape.

—¿Está todo bien? —preguntó Emile.

—No se preocupe, está bien, pero no sirve el cinturón de seguridad, así que debe ponerlo como si sirviera, ya sabe, por las autoridades —comentó Lucas con una sonrisa, mientras con algunas dificultades ponía el carro en marcha.

Emile tomó el cinturón y se lo puso. Miró hacia el lado del conductor y vio que la parte donde se conecta el cinturón estaba rota. Agarró del mango que estaba ubicado en la parte superior de la puerta.

—Disculpe —escuchó decir a Lucas cuando frenó sin algún motivo aparente, lo que la hizo soltar un suspiro—. Esto no es nada —se dijo a sí misma, viendo cómo en la parte de atrás del auto dejaba una humareda a su paso.

...Holas mis amores espero que esté capítulo sea de su agrado, no olviden comentar y darle like ¿ que aventura tendrá la pobre Emile ? 🤭😔...

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Comments

Marshaan Sanchez

Marshaan Sanchez

la aventura que leva a tocar es llevar del bulto y malo malo le toca hasta sembrar lo que van a comer

2024-04-22

2

Eleonor Baker

Eleonor Baker

Extrañare

2024-05-01

1

Damharys Segovia

Damharys Segovia

que divertido 🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣

2024-03-27

0

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