capítulo 11

Emile se levantó para despejar su mente, sintiendo que, si no salía del tribunal, su mente seguiría trayendo pensamientos oscuros sobre sapos, cocodrilos y hombres del pantano.

-¡Así que era verdad!- Cuando abrió la puerta y se ubicó afuera, vio cómo su madre bajaba del auto con un vestido negro y el cabello rubio corto. Soltó un suspiro; sabía que lo que venía no era bueno.

-Hola, madre. Es un gusto verte de nuevo- dijo Emile con sarcasmo al ver a su madre, Lara.

-Deja de estupideces- dijo Lara con rabia al ver los ojos de su hija, los cuales se diferenciaban de los suyos, castaños.

-Cuando Thomas me llamó, pensé que por primera vez hiciste algo bueno y ahora estás aquí arruinando la vida de los demás- dijo Lara con rabia mientras se acercaba más a Emile, mostrando su ira.

-¿Arruinar la vida de los demás? Yo soy la que vivirá con el hombre con el que me case, soy yo, no ustedes. Así que la única vida que puedo arruinar es la mía- dijo Emile con rabia.

--¡Eres una malagradecida! —dijo Lara con rabia, propinándole a Emile un fuerte cachetazo—. Sabes que la unión de Jones y los Brown solo se consolidaría en un matrimonio, pero eso a ti nunca te importó. ¿Sabes las ventajas de esta unión? Y estás aquí dividiéndote.

Emile llevó su mano a la mejilla, la cual sabía que estaba roja por el golpe que le dio su madre, pero eso solo hizo que soltara una risa—. Eso es lo que es para ti el matrimonio, ¿ventajas o ganancias? ¡Yo no quiero algo así! Me niego a ser como tú, un ser que solo le interesa el dinero.

Lara rio al ver el comportamiento de su hija-Para tu información, en este mundo lo que importa es el dinero. ¿O me vas a decir que tus estudios o gastos se dieron solo por ser una mujer?" Lara se acercó y señaló el rostro de Emile-No, cada maldita cosa se pagó con el dinero de los Jones, y el trabajito que tienes como una perdedora de animadora de fiestas se debe a tu apellido. ¿O me vas a decir que es por tu talento?" —dijo Lara con sarcasmo.

-Cada éxito que tienes es por el prestigio que tiene el apellido Jones en esta ciudad y no por ti, niñita tonta —Emile sintió cómo en su garganta se formó un nudo que le molestaba al tragar, por controlar las palabras que su madre le decía.

-Soy diseñadora de interiores y escenógrafa de pasarela, y cada uno de mis éxitos es resultado de mis esfuerzos. Si agradezco el privilegio en mi educación, pero lo que tengo es por mí —dijo Emile con rabia—. Y así será hasta que me muera; mi independencia económica no dependerá de un hombre a menos que yo lo quiera. Jamás sería capaz de casarme con un hombre por dinero, estatus o conveniencia. ¿Dime en qué me diferenciaría de las prostitutas que venden su cuerpo por dinero? —añadió Emile con rabia—. Simplemente no puedo ser como tú, madre.

Lara abrió los ojos y sintió cómo la rabia crecía al no tener dominio sobre Emile. —Eres una malagradecida —dijo, intentando propinarle otro golpe, pero su mano fue detenida.

--Vuelve a tocar a Emile y le juro, señora, que moveré cielo y tierra y acabaré con los Jones —dijo Rose al detener la mano de Lara, sabía que ella solo se detendría si hablaba de dinero.

Lara miró a Rose y se soltó de la mano —tanto que te juntaste con ella y no aprendiste nada, Rose vale más que tú —dijo Lara con desprecio.

Emile sintió un pequeño pinchazo en su corazón por esas palabras. Sabía que desde niña, su madre siempre la menospreció. A pesar de los años, el dolor seguía siendo igual. Era sorprendente cómo la misma persona podía lastimarte durante años y aún así uno quererla.

--Me alegro tanto de que, a pesar de que mi amiga viene de un vientre tan podrido como el suyo, ella sea una gran persona —dijo Rose al ponerse al frente de Emile para evitar un nuevo ataque de su madre.

--¿Qué está pasando? —dijo Felipe al salir y ver cómo Rose estaba al frente de la señora Jones, mientras Emile tenía el rostro oculto por su cabello.

--Nada, ya la señora se iba, ¿no? —dijo Rose con rabia. Lara miró a Rose con una sonrisa para luego dirigir su mirada a Felipe, quien se acercó.

--Hola muchacho, solo vine a preguntar por el divorcio —dijo Lara mostrando una sonrisa dulce a Felipe.

Felipe miró a su hermana y a Emile, sabiendo que algo había pasado, ya que podía ver cómo Emile no levantaba la mirada. La insistente pregunta de la madre de Emile lo hizo concentrarse en ella.

--No se pudo efectuar el divorcio —dijo Felipe. Al escuchar esto, Lara sonrió con complicidad y satisfacción. Luego borró la sonrisa y puso una expresión de preocupación.

Rose alejó a Emile para detallar su rostro —es una... —Rose se contuvo de decir cualquier tipo de grosería, ya que sabía que, a pesar de todo, Lara seguía siendo la madre de Emile. Emile sonrió al ver la rabia en el rostro de Rose, pero ella se acercó y puso su rostro en el cuello de su amiga, permitiéndose que una lágrima cayera debido a las palabras de su madre.

--No se pudo efectuar el divorcio —dijo Felipe. Al escuchar esto, Lara sonrió con complicidad y satisfacción. Luego borró la sonrisa y puso una expresión de preocupación.

Rose alejó a Emile para detallar su rostro —es una... —Rose se contuvo de decir cualquier tipo de grosería, ya que sabía que, a pesar de todo, Lara seguía siendo la madre de Emile. Emile sonrió al ver la rabia en el rostro de Rose, pero ella se acercó y puso su rostro en el cuello de su amiga, permitiéndose que una lágrima cayera debido a las palabras de su madre.

--¡Juda! —gritó Rose avergonzada por el comentario—. Deja de vivir en el pasado; me hice la láser —comentó mientras Emile sonreía por el actuar de su amiga.

--¿Están bien? —preguntó Felipe al acercarse y ver cómo su hermana estaba roja mientras le daba golpes a Emile.

--Sí, solo hablamos cosas de mujeres —dijo Emile encogiéndose de hombros, pero al mismo tiempo alejándose de Felipe, quien se dio cuenta de esa acción—. Tu madre se fue —comentó Felipe.

--Bien por ella —se limitó a decir Emile.

Felipe miró a Rose, ya que no entendía por qué Emile actuaba así con su madre, siendo ella una señora amable.

-La jueza y los abogados preguntan si yo soy el que pagará por ustedes —dijo David al salir y ver cómo los tres estaban reunidos, lo que ocasionó que los presentes abrieran los ojos.

--Disculpa, mi amor —dijo Rose al caminar hasta donde estaba David—. No te preocupes, yo le dije que me haría responsable de la tuya y solo me quedó mirando el rostro —este comentario de David hizo que Emile riera olvidando sus problemas.

--Cuídalo —dijo Emile a Rose para entrar y firmar los acuerdos a los que se llegaron

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