Nuevo Amanecer

Los días previos a la coronación transcurren en un torbellino de actividad. Valyria, sumida en una mezcla de nostalgia y expectación, se adorna con los colores festivos que anticipan la llegada de sus nuevos monarcas. Las calles rebosan de ciudadanos que, entre risas y cánticos, preparan el escenario para la ceremonia que marcará el inicio de una nueva era.

— ¡La princesa Isabella es la esperanza que necesitábamos! —exclamaba un anciano en la plaza, recibiendo murmullos de acuerdo por parte de los presentes.

Estos elogios y susurros de aprobación llegaron a oídos de Isabella y Alexander. La princesa, aún asombrada por la calidez del pueblo, compartió una sonrisa con su amado príncipe.

— Parece que hemos ganado no solo la guerra, sino también el corazón de nuestro pueblo —mencionó Alexander con gratitud.

Isabella, con humildad pero también con un brillo de orgullo en sus ojos, respondió:

— Valyria merece un reinado que traiga paz y prosperidad. Trabajaremos juntos para honrar la confianza que nos han otorgado.

Los días pasaron rápidamente hasta que el día de la coronación llegó. El castillo, ahora lleno de vida y expectación, se transformó en un escenario de preparativos reales. La sala del trono estaba decorada con espléndidos tapices y flores frescas, creando un ambiente de majestuosidad.

Isabella, en el corazón del castillo, se encontraba rodeada de sirvientes y doncellas que daban vida a su imagen de reina. El vestido que la envuelve es una sinfonía de elegancia y tradición, sus cabellos caen como cascadas sobre los hombros, y la luz de Valyria parece danzar a su alrededor. Las joyas reales resplandecen en su figura, pero es la luz en sus ojos la que verdaderamente revela su grandeza.

Alexander, por su parte, se sumerge en la solemnidad de los preparativos. Ataviado con la vestidura real, sus pensamientos oscilan entre el deber y el anhelo de un futuro compartido con Isabella. Los corredores del castillo retumban con la algarabía de la multitud que espera afuera.

El príncipe avanza hacia la cámara de Isabella, donde la encuentra inmersa en la contemplación de su reflejo en un espejo ornamentado. Los ojos de ambos se encuentran, y en ese instante, el tiempo parece inclinarse ante el poder de su conexión.

— Estamos a punto de escribir la historia de Valyria —comenta Alexander, admirando la belleza y la fortaleza en los ojos de su amada.

— Y será una historia de amor, justicia y esperanza —responde Isabella, tomando la mano de Alexander con firmeza.

Las puertas se abren, y juntos avanzan hacia el umbral del destino. El resonar de sus pasos se fusiona con el latido del pueblo que espera, ansioso por ser testigo del nacimiento de una nueva era. La sala del trono, adornada con telas suntuosas y fragancias florales, se revela ante ellos como un escenario que aguarda su actuación.

Las miradas de Isabella y Alexander se encuentran con las de los súbditos, y un silencio respetuoso desciende sobre la sala. En ese momento, un coro de voces al unísono eleva una melodía que reverbera en las paredes del castillo, marcando el comienzo solemne de la ceremonia.

Isabella y Alexander, ahora en el umbral del poder, avanzan hacia el trono que simboliza su responsabilidad y compromiso. La corona, engastada con piedras que destilan historia, aguarda pacientemente su llegada.

El anciano consejero, testigo de generaciones y custodio de la sabiduría ancestral, sostiene la corona con reverencia. Los ojos de Isabella y Alexander, llenos de determinación y sueños compartidos, se encuentran mientras se arrodillan ante el símbolo de su reinado.

— En nombre del pueblo de Valyria y en virtud de su amor, corono a Isabella y Alexander como los monarcas de nuestra tierra. Que vuestro reinado sea largo y próspero —declara el consejero con solemnidad.

Los suspiros resonan en la sala cuando las coronas descienden sobre las cabezas de los príncipes, sellando así su destino compartido. El castillo, la ciudad y hasta las estrellas parecen rendir homenaje a este momento cumbre de la historia de Valyria.

Con pasos majestuosos, Isabella y Alexander se levantan y miran hacia la multitud que se extiende ante ellos como un mar de rostros expectantes. La sala del trono, antes silente, se llena con el estruendo de los vítores y aplausos. Los súbditos, embriagados por la promesa de un mañana diferente, celebran el surgimiento de sus nuevos soberanos.

Isabella, con la mirada fija en el horizonte, toma la mano de Alexander, marcando así el inicio de su reinado. Juntos, con la luz de Valyria iluminando su camino, avanzan hacia un futuro que promete paz, prosperidad y amor.

El pueblo, al contemplar la coronación de sus monarcas, siente que la oscuridad del pasado ha quedado atrás y que Valyria renace con un resplandor renovado. La coronación no solo es el final de una guerra, sino el prólogo de un capítulo dorado en la historia del reino.

~Fin.

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Comments

Karina Palomino

Karina Palomino

que bella historia 😍

2024-02-04

0

Elena De Cuadros

Elena De Cuadros

excelente historia muy buena

2024-01-11

1

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