Despertar en el Hielo

Al alba, Ragnor se encaminó hacia la imponente guarida de su dragón, un coloso de escamas obsidianas al que llamaba Drakoth. Sus ojos, profundamente amarillos, se iluminaron con la llegada de su señor. En el aire resonaba una vibración mística cuando Ragnor se acercó al enorme reptil, cuyas alas dobladas aún ocupaban gran parte de la caverna.

— Drakoth, antiguo guardián del pacto, ¿me escuchas? —preguntó Ragnor, su voz resonando en la caverna como un eco lejano.

El dragón movió sus parpados escamosos, revelando una mirada que parecía penetrar en el alma de su señor.

— Sí, mi señor. ¿Qué es lo que deseas?

Ragnor, con gesto serio, se sentó cerca de la cabeza de Drakoth, una mezcla de respeto y confianza impregnando el aire.

— He sentido inquietud entre nuestras filas, y las sombras susurran dudas sobre nuestro pacto. ¿Sigues siendo leal a mí y a la causa?

El rugido profundo de Drakoth resonó en la caverna como el trueno distante de una tormenta.

— Mi lealtad es tuya, Ragnor, rey de sombras y conquistador de reinos. Nuestro pacto es inquebrantable mientras tú cumplas tu parte.

Ragnor asintió, satisfecho con la respuesta de su dragón.

— Necesito más poder, Drakoth. ¿Hay otros dragones que podamos reclutar para nuestra causa?

El dragón, con ojos sabios, respondió con solemnidad.

— En lo más profundo del reino congelado de Drakon, yacen los dragones dormidos, olvidados por el tiempo. Puedo sentir sus presencias, pero la entrada a esas tierras está custodiada por las ruinas de una ciudad congelada. Ningún humano podría atravesar ese reino sin perecer.

Ragnor frunció el ceño, considerando las palabras de Drakoth.

— ¿Hay alguna manera de superar esas ruinas y despertar a esos dragones?

Drakoth inclinó su cabeza majestuosa.

— Hay leyendas de artefactos antiguos, llaves místicas que pueden abrir las puertas de Drakon. Pero encontrarlos y usarlos es una tarea que desafía incluso a los más intrépidos.

La determinación brilló en los ojos de Ragnor.

— Encuentra esas llaves, Drakoth. Necesitamos más dragones en nuestra lucha.

El dragón asintió, sus escamas titilando con una luz tenue.

— Será como ordene, mi señor. Pero ten en cuenta que, con más dragones, la sombra que se cierne sobre nosotros también se intensificará. La balanza de poder es delicada.

Ragnor, aunque consciente de los riesgos, sonrió con confianza.

— No tema a las sombras, Drakoth. Las manejaré a mi favor. Ve y busca esas llaves, y pronto conquistaremos más allá de lo que imaginamos.

Mientras Drakoth extendía sus alas y se preparaba para emprender su búsqueda, Ragnor se retiró de la caverna, su mente llena de planes y ambiciones. La sombra de la incertidumbre se desvanecía ante la promesa de dragones dormidos, esperando despertar en el reino congelado de Drakon.

El teatro de las sombras se expandía, abarcando territorios inexplorados, donde la magia ancestral y la ambición chocaban en una danza eterna. Ragnor, con su dragón a su lado, se preparaba para desafiar los límites impuestos por el destino, ansioso por reclamar un poder que lo elevaría a nuevas alturas en su búsqueda de conquista.

Isabella observaba detenidamente el mapa extendido sobre la mesa, su mirada concentrada en los trazos que representaban las posiciones estratégicas del reino de Valyria. Junto a ella, Alexander, su aliado en esta compleja contienda, compartía sus pensamientos.

— Creemos conocer los movimientos de Ragnor, y eso nos da ventaja. Podemos anticiparnos a sus jugadas y prepararnos para su supuesto ataque —comentó Alexander, trazando líneas imaginarias con el dedo.

Isabella asintió, su mente enfocada en la táctica.

— Exacto. Debemos concentrar nuestras fuerzas en las fronteras más vulnerables y preparar a la guardia real para resistir cualquier avance. Si Ragnor cree que su plan está en marcha, nos dará tiempo para contraatacar.

Mientras los estrategas urdían su plan, sin saberlo, sombras furtivas se deslizaban por las fronteras del reino, hombres de Ragnor que avanzaban con sigilo, como fantasmas en la oscuridad.

Los infiltrados, obedientes a su señor, se esparcían por el territorio, sembrando rumores y desconfianza. Aunque sus acciones eran sutiles al principio, con los días, los murmullos y las historias tejidas comenzaron a influir en el ánimo de los habitantes de Valyria.

Isabella y Alexander, confiados en su entendimiento de los planes de Ragnor, no percibieron la sombra que se cernía sobre su propia estrategia. A medida que los rumores se propagaban, las semillas de desconfianza germinaban en el corazón del reino.

Días después, cuando Isabella escuchó por primera vez los murmullos en los callejones de la ciudad, la intranquilidad se instaló en su pecho. Rumores de traición y conspiración, alimentados por las sombras que se movían en la penumbra, comenzaron a nublar el horizonte.

— Alexander, algo está mal. He oído rumores de una inminente traición en nuestras filas. ¿Crees que Ragnor pueda haber infiltrado a sus hombres? —preguntó Isabella, su expresión reflejando una creciente preocupación.

Alexander frunció el ceño, sorprendido por la revelación.

— No puede ser. Conocemos sus movimientos. ¿Cómo podría haberse infiltrado tan sigilosamente.

Isabella y Alexander intercambiaron miradas, la incertidumbre reflejada en sus ojos. Los rumores, como sombras insidiosas, se aferraban a la percepción que tenían del conflicto.

— Debemos ser cautelosos y verificar la veracidad de estos rumores antes de tomar decisiones apresuradas —aconsejó Alexander, su tono marcado por la seriedad.

Isabella asintió, pero la inquietud persistía en su expresión.

— Pero si Ragnor ha logrado infiltrarse con éxito, eso podría comprometer toda nuestra estrategia. Necesitamos descubrir la verdad detrás de estos murmullos.

Decidieron investigar a fondo, buscando entre las sombras las respuestas que necesitaban. Sin embargo, mientras se adentraban en la trama de engaños y conspiración, los hilos de Ragnor tejían su narrativa, oscureciendo la realidad a sus ojos.

El reino de Valyria, envuelto en la neblina de la incertidumbre, se convertía en un escenario donde la verdad y la mentira danzaban en una sutil coreografía.

— Exploraremos cada rincón, cada indicio. No permitiremos que las sombras de la desconfianza nublen nuestra visión —declaró Isabella, su determinación brillando incluso en medio de la confusión.

Con cada paso que daban en busca de respuestas, las sombras se movían con ellos, jugando su propio juego en el teatro de la intriga. Mientras los estrategas de Valyria se enfrentaban a las oscuras revelaciones, Ragnor observaba desde las sombras, complacido por el caos que su maestría en la manipulación había desatado.

El reino, atrapado entre la lealtad y la sospecha, se convertía en el escenario perfecto para el siguiente acto del teatro de las sombras. Mientras los líderes debatían sobre alianzas y traiciones, Ragnor, desde las profundidades de su astucia, avanzaba hacia la realización de sus planes, sabiendo que las sombras siempre danzan en la periferia de la verdad.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play