Planes revelados

Las celdas del castillo resonaban con el eco de pasos decididos mientras Isabella y Alexander avanzaban hacia los prisioneros capturados en la operación nocturna. Las antorchas parpadeaban, arrojando sombras inquietantes que danzaban en las paredes de piedra. Al llegar a las celdas, el frío del metal y el olor a humedad se convirtieron en testigos de la inminente confrontación.

Los prisioneros, ataviados con harapos y miradas desafiantes, alzaron la vista al ver a la princesa y al príncipe entrar. Isabella se adelantó, su mirada firme pero llena de determinación.

— Vamos a ahorrar tiempo y preguntaré directamente: ¿quiénes son ustedes y qué planean con Ragnor? —inquirió Isabella, su voz resonando en el confinamiento de las celdas.

Uno de los prisioneros, con una risa amarga, respondió desafiante.

— No encontrarán respuestas en nosotros. Preferimos la cárcel a traicionar a nuestro rey.

Alexander, cruzando los brazos, intervino con voz grave.

— No nos interesa proteger a Ragnor. Ustedes ya están involucrados, y decir la verdad ahora podría cambiar su destino.

Las miradas de los prisioneros se entrelazaron, evaluando las palabras de los gobernantes de Valyria. Finalmente, uno de ellos rompió el silencio.

— Está bien, lo contaré. Pero no por debilidad, sino porque quiero ver arder este reino tanto como Ragnor.

Isabella frunció el ceño, preparándose para las revelaciones que se avecinaban.

— Ragnor planea infiltrar Valyria con sus hombres disfrazados de comerciantes. Pero eso es solo el comienzo. Su objetivo es sembrar discordia y desconfianza, debilitando desde dentro para facilitar una toma violenta del trono.

Alexander asintió, absorbiendo la información mientras ideaba la siguiente pregunta.

— ¿Y cómo planean hacerlo? ¿Qué estrategias tienen en mente?

El prisionero revelador sonrió con malicia.

— Los comerciantes no son más que distracción. La verdadera amenaza viene de nobles dentro de Valyria, dispuestos a traicionar al rey y abrir las puertas a Ragnor. Están enquistados en sus propias cortes, esperando el momento oportuno.

Isabella apretó los puños, sintiendo la traición resonar en sus palabras.

— ¿Quiénes son esos nobles traidores? —preguntó ella, su voz contenida pero afilada.

El prisionero vaciló, evaluando el riesgo de sus revelaciones.

— No diré más nada hasta que garanticen mi seguridad en la cárcel.

Alexander, con una mirada penetrante, asintió, dispuesto a hacer todo lo necesario para obtener la información vital.

— Aseguraremos tu bienestar, pero necesitamos saber la verdad completa.

La sala se sumió en una serie de interrogatorios intensos, con Isabella y Alexander desentrañando las maquinaciones de Ragnor y sus cómplices. La información fluía en un juego de preguntas y respuestas, revelando las sombras ocultas que amenazaban con envolver Valyria.

La noche avanzaba, y en el castillo resonaban los susurros de conspiración. Isabella y Alexander, en medio de verdades y mentiras, se preparaban para enfrentar la oscuridad que se cernía sobre su reino, listos para desafiar el destino que Ragnor había tejido con hilo de traición y ambición.

Las celdas del castillo de Valyria se llenaban con la tensión palpable de la traición mientras Isabella y Alexander presionaban a los prisioneros en busca de detalles más precisos sobre los planes de Ragnor. Las antorchas arrojaban destellos oscuros sobre los muros de piedra, y las sombras de los interrogadores y los interrogados se mezclaban en un baile inquietante.

— No pierdan el tiempo. ¿Qué más pueden decirnos sobre los planes de Ragnor? —inquirió Alexander, su mirada penetrante buscando cualquier atisbo de mentira.

Otro de los prisioneros, cediendo a la presión, habló con desgano.

— Ragnor tiene aliados poderosos en reinos vecinos. Planea aprovechar las divisiones internas de Valyria para allanar el camino hacia el trono.

Isabella frunció el ceño, conectando los puntos en su mente.

— ¿Aliados externos? ¿Qué reinos están involucrados?

El prisionero, sabiendo que cada palabra podría afectar su destino, eligió sus respuestas con cuidado.

— No tengo todos los detalles, pero sé que hay nobles de reinos distantes que han jurado lealtad a Ragnor. Están dispuestos a apoyar su ascenso al trono de Valyria.

Alexander apretó la mandíbula, consciente de que la amenaza se extendía más allá de las fronteras de su propio reino.

— Necesitamos saber quiénes son esos nobles. Si Ragnor tiene aliados en otras tierras, la situación es más grave de lo que pensábamos.

Otro prisionero, buscando redimirse de alguna manera, se adelantó con información adicional.

— Ragnor ha estado acumulando un ejército en secreto. Sus aliados enviarán tropas cuando dé la señal. No solo enfrentaremos una conspiración interna, sino una invasión externa.

Isabella miró a Alexander con preocupación, comprendiendo la magnitud del peligro que se avecinaba.

— Necesitamos actuar rápidamente. Debemos desentrañar estas conspiraciones, exponer a los traidores y prepararnos para la inminente amenaza.

La noche se alargaba mientras los interrogatorios continuaban, cada revelación abriendo una puerta a un abismo de peligro. Isabella y Alexander, con sus mentes aguzadas, comenzaron a trazar un plan para enfrentar la tormenta que se formaba en el horizonte de Valyria.

— Encontraremos a esos nobles traidores y detendremos a Ragnor antes de que sus planes se ejecuten. Valyria no caerá mientras tengamos algo que decir al respecto —declaró Alexander, su tono firme resonando en las celdas.

Isabella asintió, compartiendo la determinación de su compañero.

— Pero también necesitamos prepararnos para una posible invasión externa. ¿Cómo podemos reunir a nuestras fuerzas sin que Ragnor se dé cuenta?

Los interrogatorios, lejos de ser un simple medio para obtener información, se convirtieron en el punto de partida para una resistencia estratégica. En las sombras del castillo, donde las conspiraciones se tejían como telarañas mortales, Isabella y Alexander forjaron su plan para enfrentar la tormenta que amenazaba con desatar Ragnor sobre Valyria. La verdad, ahora descubierta, se convertía en su espada y escudo en la batalla que se avecinaba.

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