El huevo del dragón

En la sala iluminada por antorchas, el rey se puso de pie y avanzó hacia una mesa adornada con terciopelo negro. Sobre ella reposaba un objeto cubierto por un paño de seda roja. Isabella y el conde observaban con expectación, mientras el rey retiraba lentamente el paño, revelando un huevo de dragón resplandeciente. Su superficie era de un negro intenso, con destellos iridiscentes que sugerían la presencia de una magia ancestral.

—Este, queridos invitados, es nuestro tesoro más preciado y, al mismo tiempo, nuestra mayor incógnita —anunció el rey, sosteniendo el huevo con reverencia. —Este es el huevo de dragón que ha pasado de generación en generación desde la época de la primera reina, la soberana de Valyria y la reina de los dragones.

Isabella y el conde se quedaron sin aliento ante la visión del huevo legendario. Una conexión inexplicable surcó el aire cuando Isabella extendió su mano hacia él, como si una fuerza magnética la atrajera. Sus dedos rozaron la superficie del huevo, y en ese instante, una energía indescriptible se liberó de su ser.

Un aura misteriosa envolvió a Isabella, transformando la atmósfera de la sala. Los ojos del rey y del conde se abrieron con asombro al presenciar el fenómeno ante ellos. El huevo, antes inmóvil, comenzó a palpitar con vida, como si respondiera a la presencia de Isabella.

—¿Qué es esto? —murmuró el conde, asombrado.

El rey, con la mirada fija en Isabella, respondió con solemnidad: —Hay leyendas que cuentan que la primera reina de Valyria poseía el don de comunicarse con los dragones. Se decía que ella era la única capaz de domar a estas majestuosas criaturas. Y ahora, ante nosotros, presenciamos algo que parece sacado de esos cuentos.

Isabella, absorta en la conexión con el huevo, sentía una corriente de información fluyendo en su interior. Visiones de un pasado olvidado y de una relación profunda con los dragones se deslizaron por su mente. Una revelación impactante se asentó en su conciencia: ella era la reencarnación de la primera reina.

Los ojos de Isabella brillaron con una luz intensa mientras el huevo comenzaba a moverse. Pequeñas grietas aparecieron en su superficie, y la expectación llenó la sala. Era como si el huevo estuviera respondiendo a la presencia de la heredera de la primera reina.

—¡Es asombroso! ¡El huevo está eclosionando! —exclamó el rey con una mezcla de emoción y reverencia.

La sala quedó envuelta en un aura de magia y misterio mientras el proceso de eclosión continuaba. El conde miraba a Isabella con asombro y orgullo, reconociendo en ella la esperanza que su familia tanto anhelaba. El príncipe, anteriormente indiferente, se veía ahora intrigado por el giro inesperado de los acontecimientos.

Finalmente, las grietas se expandieron, revelando la cabeza de un pequeño dragón de escamas negras y brillantes. Sus ojos se encontraron con los de Isabella, y en ese instante, una conexión única se estableció entre la heredera y la criatura mágica que nacía ante sus ojos.

El pequeño dragón, con ojos curiosos y destellos de inteligencia, salió completamente del huevo. Isabella, aún en trance, extendió sus brazos hacia la criatura, y esta, con confianza, se posó en sus manos. Una conexión profunda y antigua resonaba entre ellos, como si compartieran recuerdos de épocas olvidadas.

El rey, el conde y el príncipe observaban en silencio, maravillados por el espectáculo sobrenatural que se desarrollaba ante sus ojos. El dragón, con cada batir de sus pequeñas alas, liberaba chispas mágicas que danzaban en el aire, creando un aura mística que llenaba la sala.

Isabella, ahora consciente de su papel como la reencarnación de la primera reina, habló con determinación:

—Este dragón y yo compartimos una conexión ancestral. Sé que mi destino está entrelazado con el de Valyria. Debemos enfrentarnos a Ragnor y su dragón con sabiduría y valentía para restaurar la paz en nuestras tierras.

El rey asintió con aprobación, reconociendo en Isabella la esperanza que tanto necesitaban.

—Eres la reencarnación de la primera reina, aquella que unió a dragones y humanos en tiempos antiguos. Ahora, Valyria te necesita más que nunca.

El conde, con una mezcla de alegría y melancolía, se acercó a Isabella y el pequeño dragón.

—Eres nuestra última esperanza, Isabella. Tu conexión con este dragón te guiará en la batalla que se avecina. El destino de Valyria está en tus manos.

Isabella, con el pequeño dragón a su lado, se comprometió a liderar la lucha contra Ragnor y su dragón. El príncipe, antes indiferente, mostró un atisbo de respeto ante la transformación de Isabella y la aparición de la criatura alada.

La sala, impregnada de magia y destino, resonaba con la certeza de que un nuevo capítulo se había escrito en la historia de Valyria. La reencarnación de la primera reina emprendería un viaje épico, donde la herencia de los dragones y la fuerza de su linaje se unirían para enfrentar las sombras que amenazaban el reino.

El rey, el conde, el príncipe y la nueva reina de Valyria se prepararon para el desafío que cambiaría el curso de sus vidas y marcaría el renacer de una era olvidada. En la sala resonaba la promesa de un futuro incierto, donde la magia y la valentía serían la clave para superar las adversidades que se avecinaban.

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