Soy un cobarde

A la mañana siguiente ordené nuestras cosas y me largué con mi hermana sin siquiera despedirme, mi hermana no quería irse y había puesto resistencia pero aun así la obligué a irnos.

Llegamos a la casa de Abel, un amigo que hice en la escuela, lo conocí una vez que ambos nos quedamos en detención, él por ser atrapado fumando en el baño y yo por una pelea. Aunque nos conocimos así y ambos pasamos mucho tiempo en detención juntos, ahora que él tenía un hijo con su novio de la escuela también, se había vuelto alguien mucho más tranquilo y maduro.

Abel nos abrió la puerta cargando a su hijo que tenía no más de un año.

-Sam, ha pasado tiempo, pasa.- Dijo con una pequeña sonrisa, de fondo pude ver a su novio Neal acomodando sus lentes.

Saludé y agradecí entrando junto a Lilah, no era una casa muy grande pero estaba bien amueblada y era acogedora, tenía entendido que el hermano de Abel le había dado la casa.

Lilah lo primero que hizo fue acercarse al bebé con curiosidad, ella no sabía que había uno así que estaba bastante feliz por ello.

Pasamos el rato poniéndonos al día, la verdad estaba feliz de que Abel nos hubiera aceptado en su casa, y aunque no era muy cercano a Neal, él también se puso al día con nosotros. Neal tenía mi edad y Abel era un año mayor ya que había repetido un curso. Entre todo eso mi celular recibía llamadas de Egan pero no contesté ninguna.

Luego de un rato Neal se fue a jugar con los niños, a mi juicio era un alfa algo tímido y sumiso, ha sido probablemente el único alfa que no he querido golpear a penas se me acercara.

Me senté juntó a Abel en la sala de estar.

-¿Cómo te ha ido? Bueno no tienes que responder, después de lo de tu madre...-

-No muy bien, iré al grano, estoy embarazado.-

-¿De verdad?¿Tú? No me lo creo...-

-Ya sé, es ridículo.-

-¿Es de un beta el hijo? No me creo que te acostaras con un alfa.- Dijo bastante sorprendido.

-Uhm... Es de un alfa, pero eso no importa, pienso abortarlo.-

-Vaya, bueno... ¿Siquiera lo sabe? Igual es tu decisión.-

-No lo sabe, no pienso decirle, total ya tengo el dinero.-

-¿Era como tu sugar daddy?-

Reí y negué con la cabeza. -No, es un policía, ah... me acosté con un policía ocho años mayor, creo que me volví loco.-

-Sí, definitivamente, estás loco.-

-Cállate, a penas puedo con tanta mierda que está pasando en mi vida, a parte él no fue malo... siempre me cuidó pero... no puedo estar con alguien como él.-

-¿Y por qué no?-

-Bueno porque el es un señorito que hace todo bien y yo solo soy un tipo que a penas puede con su propia existencia, no le quiero dar más problemas a nadie, ni siquiera quería pedirte quedarme pero no sabía a dónde ir.-

-Ah, siempre lo mismo, Sam, te mereces algo bueno en tu vida, no sé porqué siempre alejas todo lo bueno de tu vida.-

-No lo hago.-

-Claro.-

-Como sea, ¿me acompañarás a la clínica?-

-Sí, sé lo aterrador que puede ser.-

-No tengo miedo, simplemente no quiero estar solo.-

-Sé honesto Sam... Pero está bien, soy igual.- Abel rió.

Había agendado el procedimiento para dentro de una semana. El día había llegado así que fuimos a la clínica, para mi suerte había poca gente y lo que había agendado iba todo en orden.

Mientras iba a registrarme, me di cuenta que en mi mochila no estaba el papel del resultado de mis exámenes que me habían dado hace unas semanas. Me puse ansioso y no sabía qué hacer, esperaba que ese papel estuviera en la basura.

Estaba en la sala de espera junto a Abel, tenía mucha ansiedad, estaba nervioso, tal vez se me había bajado la presión, no lo sabía, pero me comenzaba a invadir la culpa, para mi mala suerte no sabía en ese momento Egan estaba en su casa limpiando su habitación y él sería quien encontraría el papel.

Me llamaron para comenzar el procedimiento, dejé mi teléfono con Abel para poder ingresar tranquilo.

Egan llamó a mi número múltiples veces hasta que Abel se hartó y contestó el teléfono.

-Diga.- Respondió Abel con desgano.

-¡Sam! Espera, ¿quién eres tu?-

-Mejor dicho quién eres tú.- Abel apartó el teléfono para poder leer cómo tenía agregado a Egan. -¿"Detective pervertido"?-

-Soy Egan, soy el...-

-El alfa que es un detective pervertido y acogió a mi amigo un tiempo, si, entiendo, ¿qué quieres?-

-¿Dónde está Sam?¿Por qué tienes tú su teléfono?-

-¿Por qué debería decirte?-

-Porque... Porque debo hablar urgentemente con él.

-Como sea, estamos en la clínica, por si te interesa, ya no molestes.- Abel cortó.

Me puse la bata y me subí a la camilla respirando hondo, estaba intranquilo y demasiados pensamientos negativos pasaron por mi cabeza.

Ya en la camilla, comencé a llorar por la ansiedad y angustia del momento y ordené que se detuvieran, no estaba preparado para hacer algo así, creí que era fuerte y podría con esto pero la verdad es que no. El personal médico se detuvo e intentaron tranquilizarme, llamando a Abel para ver si resultaba mejor.

-Está bien Sam... Nadie te juzga...- Abel me abrazó y me ayudó a vestirme para salir de ahí.

-Soy un cobarde.-

-No lo eres, nadie nunca sabe si está preparado para esto.-

-Pero no estoy listo para ser madre...-

-Yo tampoco lo estaba... Pero las cosas cambian.-

Me alisté para salir de la clínica, por suerte al no llevarse a cabo el procedimiento no me cobrarían el total.

-Pero no tengo una pareja que me apoye para cuidar un hijo, tengo que cuidar de mi hermana y mi madre... No debí acobardarme.- Dije entre sollozos.

-No es ser cobarde, aparte no tienes que estar solo.-

Salimos por la entrada principal de la clínica y en ello un aroma familiar comenzaba a acercarse.

-¡Sam!- Era la voz de Egan, yo me quede frío de la sorpresa y miré hacia alrededor como buscando para donde escapar.

-¿Qué haces aquí?- Pregunté y tomé con fuerza la mano de Abel tratando de decirle que me sacara de ahí.

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