Una petición y un secreto

Mientras Adrián permanecía en coma, la vida continuaba para Azul, la joven que vivía con su abuela, había llegado a apreciar profundamente las visitas regulares que Adrián le hacía, llenando su vida con historias fascinantes y sabiduría que solo él podía proporcionar. Pero desde el accidente, su vida había cambiado drásticamente.

La muchacha no sabía exactamente lo que habia ocurrido con Adrián, solamente que él había tenido un accidente muy grave, ynpor esa razon ella supuso que probablemnete él no volviera a visitarla nunca más.

A pesar de tener algunos amigos en el colegio, sentía profundamente la ausencia de Adrián en su vida. En el colegio, se esforzaba por mantenerse enfocada en sus estudios y actividades extracurriculares, pero a menudo se encontraba perdida en sus pensamientos, pensando en su abuela y en su amigo. Las tardes que solía pasar con Adrián en la casa de su abuela ahora eran un vacío palpable. Las risas, los cuentos y las lecciones de vida habían dejado un impacto profundo en su corazón, y la ausencia de todo eso la llenaba de tristeza. Azul se sentía sola en el mundo, y aunque su abuela hacía todo lo posible para apoyarla, la joven anhelaba la compañía y el apoyo de su amigo. Cada noche, antes de dormir, Azul miraba las estrellas en busca de consuelo, recor. Mientras historias que Adrián le contaba sobre los astros y la vastedad del universo. Anhelaba el día en que Adrián despertara y volviera a llenar su mundo con su calidez y sabiduría.

Mientras tanto, Adrián luchaba en su coma, inconsciente de la vida que continuaba fuera de su alcance. La historia de Azul y su propia lucha por recuperarse eran destinos entrelazados en el camino incierto del tiempo.

Una tarde, después de regresar del colegio, Azul entró a su hogar y se encontró con una escena desgarradora. Su abuela yacía en el suelo sin conocimiento. Azul, asustada, corrió para llamar a emergencias.

-¡Abuela!- exclamó la muchacha corriendo al lado de la anciana- ¡Despierta! Por favor, despierta.

Después de una llamada angustiosa al servicio de emergencias, su abuela fue llevada de urgencia al hospital. Los médicos realizaron una serie de exámenes exhaustivos y, finalmente, diagnosticaron a la anciana con una grave enfermedad. La noticia sacudió a Azul, quien ahora se enfrentaba a una responsabilidad aún mayor.

-Lo siento, Azul, pero tu abuela necesitará cuidados especiales y tratamientos continuos. Esto será un desafío para ambos- le dijo uno de los médicos tratantes, el corazón de la muchacha de tan solo diecinueve años se encogió por la tristeza y la amargura. Y en su mente no existía otra cosa que no fuera conseguir el dinero para la atención de su abuelita.

Se le ocurrió llamar a Adrián, intentar conseguir su ayuda, ella estaba convencida de que él estaría para ella. Así que sin demorarse consiguió el número de la Corporación Lewis, e hizo el llamado telefónico, el cual ella no imaginaba lo perjudicial que sería.

-Buenas tardes, Corporación Lewis- decía la operadora.

-Buenas tardes- dijo Azul- necesito hablar con el señor Lewis.

-Lo lamento señorita, pero el Señor Lewis no se encuentra trabajando en la empresa- dijo la operadora.

- ¿Y cuándo lo podré encontrar?- indagó la muchacha pensando que Adrián estaría de viaje

-No sabría decirle, el señor está en coma hace ya varios meses- respondió la mujer.

-Ah, bien. Gracias- dijo ella intentando digerir lo que acababa de escuchar, Adrián estaba en coma desde aquel accidente y ahora su vida se volvía aún más incierta.

Luego de aquella llamada Azul regresó a la clínica, y tomó una decisión muy drástica, dejó el colegio para poder ocuparse de su abuela y trabajar para cubrir los gastos médicos. Conseguir empleo no fue fácil, pero con determinación, encontró trabajo en una tienda local. La carga de responsabilidad que llevaba sobre sus hombros era abrumadora para alguien tan joven, pero Azul estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para cuidar de su ser querido.

-Azul, estamos aquí para apoyarte en lo que necesites. No estás sola en esto.- le dijo una señora casi de la edad de su abuela.

-Si alguna vez necesitas ayuda con el cuidado de tu abuela o algo más, no dudes en decirnos. La comunidad está contigo.- dijo el vecino de junto.

El apoyo de los vecinos y la comunidad circundante fue un bálsamo en medio de las dificultades. Azul encontró fuerza en la solidaridad de quienes la rodeaban y se dedicó a cuidar de su abuela con amor y determinación.

Después de semanas de cuidados intensivos, la abuela de Azul finalmente despertó y recuperó un poco de su salud, los medicos le permitieron regresar a su casa, aunque debía cuidarse mucho. Ya que, el diagnóstico médico fue devastador: le quedaba poco tiempo de vida. La abuela, consciente de su condición, decidió tener una conversación importante con Azul.

- Mi niña bella,- dijo la anciana acariciando el cabello de su nieta-hay algo que necesito decirte- Mi tiempo está llegando a su fin, y me preocupa lo que sucederá cuando ya no esté.

-No digas eso, abuela. Voy a cuidarte y estaré a tu lado.- replicó la muchacha con los ojos llenos de lagrimas.

-Azul, escucha. Sé que eres fuerte y valiente, pero también sé que tendrás momentos difíciles cuando ya no esté. Quiero que hagas algo por mí.- La abuela sacó una carta de la mesita de noche y la entregó a Azul.-Esta carta es para Adrián Lewis. Cuando yo ya no esté, quiero que le entregues esta carta lo antes posible. Tiene información importante que podría ayudarte en el futuro.

Azul asintió, tomó la carta y la guardó con cuidado.

-Lo haré, abuela. Pero, por favor, no hables de partir. Siempre estaremos juntas.- dijo ella con melancolía.

La abuela sonrió con ternura y acarició la mejilla de Azul.

-Eres un tesoro, mi niña bella. Siempre lo has sido. Y siempre lo serás, incluso cuando no esté físicamente contigo.

Azul pasó el tiempo que le quedaba con su abuela, brindándole amor y apoyo. Mientras tanto, se preparaba para cumplir el último deseo de su abuela: entregar la carta a Adrián Lewis cuando llegara el momento.

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