Los días de Azul comenzaron a tener un nuevo color, luego de su reencuentro con Adrián.
El muchacho, al igual a como hacía su padre antes de morir la visitaba semana por medio, a veces salían a pasear, al parque, a la heladería, otras veces iban de pícnic, pero lo que más le gustaba a la muchacha era esa complicidad que tenían, lo sentía como a un hermano mayor y eso era mucho para ella, teniendo en cuenta que su única familia era Ana su abuela.
Una tarde en la que Adrián estaba esperando a Azul fuera del colegio, como hacía cada vez que la visitaba. Un grupo de chicas pasaron a su lado, lo observaban y sonreían, esa actitud no era extraña para él, debido a que su apariencia era bastante llamativa.
-¿Ya vieron? ¿Se dieron cuenta de que ese sujeto viene a buscar a Azul, seguido?. Seguramente se está revolcándo con él, es la unica explicación para que alguien así la busque...- decía una de las muchachas a pocos metros de él.
-¡Sí, es una zorra!- exclamaba otra.
-Como sea, zorra o no, ese bombón se ve muy rico.- expresó otra.
Entonces Adrián arqueando una ceja, comprendió que esas chicas estaban comenzando un rumor demasiado malintencionado, así que sin dudarlo y con toda la intención de frenar cualquier rumor se acercó hasta donde se hallaba el grupo.
Las muchachas se sorprendieron al verlo acercándose.
-¡Viene hacia acá!- dijo una de ellas.
-Hola- dijo él.
-Hola- dijeron las tres chicas al mismo tiempo, con nerviosismo.
-No pude evitar oírlas, niñas- dijo- Y quería quitarles las dudas.
-¡Oh, no! No es necesario- dijo una de ellas.
-Yo creo que sí- afirmó él- Solamente para que sepan Azul y yo somos hermanos.
Las muchachas abrieron los ojos sorprendidas.
-Y para que no se les olvide, niñas- agregó siendo algo despectivo con ellas- Estoy aquí para defenderla de quien sea necesario.
-¡No, no! Nosotras no...- balbuceó una de las chicas y en ese momento apareció Azul junto a ellos.
-¡Adrián!- exclamó la muchacha y detuvo sus pasos al ver la cara de las chicas junto a él- ¿Ocurre algo?- indagó.
-No- respondió Adrián- Solamente estaba charlando con tus amigas, hermanita. ¿Nos vamos?
Azul hizo un gesto afirmativo, y tras despedirse de las muchachas ambos se fueron caminando hacia el auto.
-¿Qué fue eso?- preguntó la muchacha mientras prendía el cinturón de seguridad.
-¿Qué cosa?- dijo él.
-¿Hermanita?- indagó arqueando una ceja.
-Una mentira piadosa- respondió él.
-Ah- dijo ella desconcertada, entonces el muchacho le contó lo ocurrido con sus compañeras del colegio
-¡Esas víboras venenosas!- exclamó la muchacha ofuscada, Adrián le tomó la mano para tranquilizarla, ella lo miró y le sonrió con ternura.
Esa tarde los dos pasearon por el pueblo, y antes de dejar a la muchacha en casa de su abuela Adrián le prometió regresar para festejar su cumpleaños que sería dos semanas después.
Adrián y Azul habían forjado una amistad única a lo largo de los años, siempre encontrando momentos de alegría y complicidad juntos. Sam el padre de Adrián había sido el encargado de presentarlos y lograr de esa manera que ambos fueran parte de la vida del otro.
Era un soleado sábado por la tarde, ese día la muchacha cumpliría dieciséis años, Adrián llamó a Azul para pedirle que se uniera a él en el parque local. Azul aceptó emocionada, siempre disfrutaba de la compañía de su amigo y le encantaba pasar tiempo al aire libre.
Adrián estaba esperando en un banco junto al estanque, sonriendo cuando vio a Azul acercarse corriendo con una cesta de picnic en la mano.
-¡Hola, Adrián!-exclamó Azul, con su rostro radiante de felicidad, no era para menos, ya que era su cumpleaños.
-Hola, Azul- respondió Adrián con entusiasmo, extendiendo los brazos para darle un gran abrazo- ¡Feliz cumpleaños!- le dijo mientras la hacía girar en el aire como si fuera una niña pequeña.
Azul sonrió ampliamente mientras se sentaban en la hierba verde. Desplegaron la manta de picnic y comenzaron a disfrutar de las delicias que Adrián había traído. Rieron mientras compartían anécdotas y comentarios divertidos sobre las personas que paseaban a su alrededor.
Mientras saboreaban su postre favorito, que por una gran coincidencia era el mismo que le gustaba al padre del muchacho, Adrián no pudo evitar mirar a Azul con cariño.
-Azul, eres una persona tan increíble. Me alegra tanto tener a alguien como tú en mi vida, eres muy importante para mi- le dijo con ternura.
Azul se sonrojó, sintiéndose completamente feliz por tener a alguien que apreciaba su compañía.
-Gracias, Adrián, eres una de las personas más especiales que he conocido. Me siento afortunada de tener tu amistad- respondió Azul emocionada. -Desde que nos conocimos, y aún más desde que tu papá se marchó, has sido mi apoyo incondicional, siempre dispuesto a escucharme y comprenderme- dijo apenada la muchacha ante el recuerdo de Sam.
Adrián asintió con una sonrisa.
-Y tú también has sido un apoyo invaluable para mí, Azul. Nuestros momentos juntos son como un rayo de luz en mi vida, Soy muy feliz de que mi padre te haya incluido en nuestras vidas- le dijo Adrián secando una lágrima que corría por la mejilla de Azul.
Mientras el sol se ponía lentamente sobre el horizonte, los dos amigos comenzaron a recordar todas las aventuras y travesuras que habían vivido juntos a lo largo de los años. Recordaron risas compartidas, secretos confiados y momentos de alegría pura.
-Mira, Adrián- dijo Azul señalando a lo lejos,-recuerdas cuando escalamos
aquel enorme árbol en el bosque? Fue una de las mayores aventuras que vivimos juntos- Adrián asintió con una risa.
-¡Claro que lo recuerdo! Fue increíble cómo logramos llegar hasta la cima y disfrutar de esa vista espectacular. Estábamos tan llenos de emoción y adrenalina.
Azul suspiró, mirando a Adrián con nostalgia.
-Sí, y en ese momento, nunca imaginé que algún día ...tu padre ya no estaría con nosotros y mucho menos que te portarías tan bien conmigo- afirmó la muchacha, Adrián se puso de pie.
-¿Adónde vas?- preguntó ella al verlo alejándose.
-¡Espérame aquí!- le dijo él, y ella lo observó mezclándose entre las personas.
Unos minutos después, él regresó trayendo en sus manos una caja, se la extendió a Azul...
-¿Y esto?- preguntó ella.
-¿Es tu cumpleaños, no?- indagó él.
-Sí, pero...-dijo ella y él le interrumpió.
-Ábrelo- ordenó, ella obedeció y sus ojos se aguaron al sacar de la caja un riquísimo pastel, cuya inscripción decía "Te quiero, princesa".
La muchacha no pudo evitar sentir nostalgia, al recordar que el padre de Adrián solía llamarla así.
-¿Qué pasa? ¿No te gusta ese sabor?- indagó con preocupación él.
-Sí, sí me gusta- respondió ella secándose las lágrimas- Es solo que tu papá solía llamarme así.
-¿Princesa?- indagó él, ella hizo un gesto afirmativo- ¡Genial! Por qué a partir de hoy vas a ser mi princesa- afirmó, ella le sonrió con mucho cariño.
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Comments
Adriana Trejo
ahora el sabe que son hermanos ,o no lo son , y porque el no decirle a ella la verdad o que ???
2024-01-26
4
Melisuga
Supongo que Adrián sí sabe que son hermanos.
2023-12-08
1